EL VERBO PROSCRITO

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LA MONTAÑA SANADORA

JUAN JOSÉ CUENCA -Escritor-

No hay casi nadie al que no le gusten los parques de atracciones. Da igual ser niño o adulto, feo o guapo, mujer u hombre. Ya sea por experimentar un chute irrefrenable de adrenalina o para relajarnos, los cacharritos de las ferias hacen las delicias de todo el mundo allá donde se instalan. Podríamos pensar que el montarse en las atracciones es cosa de niños o jovenzuelos que gritan desaforados mientras se divierten a lo grande, al igual que es un mito (y ahora sabremos porqué) el que las atracciones sólo sirvan para pasarlo bien y disfrutar del momento dejándose llevar por el aventurero que todos llevamos dentro.

Es obvio que los parques de atracciones están pensados para el disfrute y el ocio de las numerosas personas que hacen uso de ellos, pero últimamente estudios científicos aseguran que algunas de las atracciones pueden ser beneficiosas e incluso curar determinadas enfermedades. En concreto, la montaña rusa puede curar los cálculos renales. Y no se trata de una simple cuestión de buena suerte o curanderismo, sino que es un hecho científico avalado por el urólogo estadounidense David Wartinger. Este urólogo observó que varios de sus pacientes que sufrían de cálculos renales aseguraban que éstos habían desaparecido. Así este investigador de la Universidad Estatal de Michigan, decidió analizar las posibles causas de esta repentina mejora en la enfermedad.

Tras un exhaustivo análisis llegó a una conclusión sorprendente: todos los pacientes que mencionaban no tener ya cálculos o haber mejorado notablemente en su problema, eran asiduos visitantes de parques de atracciones y unos fanáticos empedernidos de las montañas rusas. Asombrado por los resultados decidió convocar a un colega urólogo llamado Marc Mitchelim, para juntos investigar si el efecto del juego mecánico era real. Ambos construyeron un riñón artificial en el que incluyeron tres cálculos renales. Aunque este modelo duplicaba los espacios interiores presentes en los riñones humanos (del tamaño de un puño y con pasajes como las ramas de un árbol) se consiguió que los cálculos renales introducidos en esos pasajes, que es donde se producirían de forma natural, desaparecieran casi por completo. Lo consiguieron dirigiéndose con el riñón artificial a Disney World, donde se subieron 270 veces en las montañas más populares del parque.

Los resultados de la investigación se publicaron en The Journal of the American Osteopathic Association, los cuales arrojaron que en un 64% de los casos las piedras desaparecieron si los tripulantes se subían en los últimos vagones de la montaña; si los individuos ocupaban los primeros asientos, las piedras sólo desaparecían en un 16% de los casos. También se demostró que las montañas rusas con vueltas de 360 grados eran más efectivas que otras para la eliminación de cálculos. Aunque el estudio detectó que la “cura” sólo beneficiaba a los pacientes con piedras de hasta 5 milímetros, los especialistas aclararon que nunca debe dejarse de visitar al médico antes de elegir la montaña rusa como tratamiento.

Ya ven ustedes: nosotros pensando toda la vida que los parques de atracciones eran cosa de críos y de gente despreocupada, y ahora vamos y nos topamos con esto. Quizás en un futuro no muy lejano se organicen viajes del Inserso a los parques más grandes y famosos para intentar curar a los abueletes de dolencias varias. Un todo incluido en el pack, con reservas de hotel, entrada al Parque sin restricción de columpios y pensión completa.

Acabaríamos por acostumbrarnos ver a los viejecillos comiendo algodón de azúcar o subidos alborozados en la montaña rusa con las manos en alto y al grito de ¡a tomar por culo las piedras! Una estampa bucólica, sin duda.

A los que no padecemos de cálculos renales, siempre nos quedará el Tívoli.

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