CORPUS… A LA TERCERA VA LA VENCIDA

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CORPUS… A LA TERCERA VA LA VENCIDA

Agustín Martínez -Periodista-

Anoche -8 de junio- tuve el enorme honor de pronunciar el pregón del casetero, con el que los auténticos protagonistas de la Feria, dan el pistoletazo de salida hacia una feria que llevaba dos años sin celebrarse. Más de setecientas personas nos congregábamos en el Carmen de los Mártires en esta particular cuenta atrás y no me he resistido a reflejar en esta columna, algunas de las reflexiones que anoche pude hacer en voz alta sobre el futuro de la feria.

«… Dos años de confinamiento, de interrupción brutal de la convivencia, de la ausencia de abrazos y apretones de manos, de falta de  brindis y bailes a la luz de los farolillos, dan para mucho reflexionar y para hacerlo demás sobre el hecho que hoy nos reúne aquí, que no es otro que la Feria y el ferial. En estos dos años sin feria, deberíamos haber tenido tiempo para abrir un debate en profundidad, sobre cual es el momento actual de la mayor expresión festiva de Granada, donde están sus problemas, cuales pueden ser sus soluciones y sobre todo, hacia donde nos dirigimos… Me temo que hemos perdido esa oportunidad, porque a día de hoy los problemas del ferial y de la feria, siguen siendo los mismos que hace dos, cuatro, seis, ocho o diez años.

El ferial de Almanjáyar ha superado ya las cuatro décadas, una edad, en la que los médicos nos dicen que debemos empezar a cuidarnos, hacer nuestros chequeos anuales, vigilar la próstata, la tensión, el colesterol y los triglicéridos. Algo así creo que deberíamos hacer con el ferial, si queremos mantenerlo en plena forma. Sobe todo porque estamos hablando de un enfermo crónico; es cierto que con una mala salud de hierro, pero no lo es menos, que con problemas que se arrastran año, tras año y siguen sin encontrar solución, gobierne esta ciudad quien la gobierne.

Dice el tango que veinte años no son nada. No se lo crean. Veinte años son muchos años y cuarenta una eternidad, sobre todo si tanto tiempo después de su traslado, seguimos apreciando en el ferial los mismos problemas que tuvo el emplazamiento original en el Paseo del Salón. Almanjáyar se nos ha hecho mayor y ya está rodeado por centenares de viviendas, con lo que ello supone de molestias para los vecinos. Aun siendo «mayor» sigue siendo una infraestructura, casi sin uso, ni mantenimiento durante el resto del año, con el consiguiente deterioro y el desperdicio de un espacio urbano que debería rentabilizarse por la ciudadanía durante los doce meses del año. Por todo ello y a lo largo de estas cuatro décadas, han sido muchas las voces partidarias de su traslado a la Vega Sur, más concretamente detrás del Comercial Neptuno por la salida de Recogidas, donde por cierto ahora se apunta el controvertido traslado de la estación de ferrocarril de la Avenida de Andaluces.

No tengo conocimientos técnicos suficientes para poder opinar con propiedad sobre las bondades, o inconvenientes de ese traslado, lo que no admite duda ninguna, es que un ferial digno de una feria como la del Corpus de Granada, necesita, no menos de 250.000 metros cuadrados para casetas, columpios, circo y aparcamientos y no parece que esta ciudad disponga de muchos espacios de esas características, a una distancia razonable del centro de la ciudad, que se pudiera convertir en un gran parque periurbano, un pulmón verde y de ocio para el disfrute de la ciudadanía durante todo el año y que durante esa semana se utilice para albergar la feria. No sería mala cosa abrir un debate en profundidad sobre este asunto, de manera que consigamos para Granada un recinto ferial, a la altura de lo que la ciudad y el Corpus se merecen y que además no fuera un espacio baldío y lleno de jaramagos durante el resto del año.

Tras dos años sin feria hay muchas ganas de Corpus, en los mayores, en los pequeños, en las empresas, en las instituciones. Se huele en el aire y se palpa en el ambiente y por eso sería un magnífico año para retomar el debate sobre el ferial, pero no solo sobre el ferial, porque quien más quien menos tenemos la sensación que el Corpus y Almanjáyar, más que una oportunidad para la ciudad, se han convertido, si no en un problema, si al menos en un engorro para quienes tienen la responsabilidad, de poner a disposición de los caseteros la infraestructura imprescindible, para que sea posible la magia de esa ciudad de la felicidad.

Y hablando de debates sobre el ferial, no estaría de más darle una vuelta al futuro de las casetas disco que este año y dada la buena noticia del aumento de casetas tradicionales, cambiarán de ubicación. Pero no me refiero a su emplazamiento, sino a si tiene sentido que en un ferial clásico, haya espacios para una oferta que se da sobradamente en la ciudad durante los 365 días año. Sé que en su tiempo se argumentó que con esas casetas se podría atraer a la gente más joven a la feria. El tiempo ha demostrado que no es así. Que no digo yo que una macrodiscoteca no tenga cabida en el programa festivo, pero sí que aporta muy poco, por no decir nada a una feria como la nuestra.

Y ya que estamos en el capítulo de reflexiones, no quiero dejar pasar lo que para muchos es una auténtica falta de respeto a la feria de Granada, perpetrada desde la política. Es cierto que el Corpus cae en el calendario cuando cae y también es cierto que los procesos electorales, tanto autonómicos, como municipales, suelen desarrollarse habitualmente en las últimas semanas de la primavera. Sin embargo, el adelanto de las elecciones  andaluzas de este año, ha hecho coincidir los últimos días de una trascendental campaña electoral, con los días grandes del Corpus, con lo que ello va a suponer de uso político nada disimulado del ferial ¿De verdad que no había otra fecha para nuestra cita con las urnas? ¿Por qué siempre le toca al Corpus la coincidencia electoral y nunca ocurre con el Rocío, o las ferias de Sevilla, o Málaga? Con todo cariño, señores y señoras políticas, hagan campaña en los espacios mediáticos y sociales donde es propio hacerla y dejen el ferial para la feria, para la alegría, el encuentro y la convivencia y no para la polarización y el enfrentamiento que mucho me temo van a ser los denominadores comunes de esta campaña.

Por no cansarles con tanta reflexión, no debo ahorrarme la que deberíamos abrir sobre la denominada feria de día, o feria del centro. La primera denominación debería ser abandonada para referirse a las actividades promovidas por la hostelería, que durante esos días de Corpus se celebran en la ciudad y debería abandonarse porque la feria, de día, de tarde, de noche y de madrugada, es la que se levanta en Almánjayar y solo la que se levanta en Almanjáyar.

Está bien que bares, terrazas y restaurantes se vistan de flamencos, se adornen con farolillos y hagan sonar la música festiva, pero de ahí a convertir el centro de Granada en un segundo ferial, media un abismo que además es enormemente injusto para quienes trabajan por brindarnos un ferial digno de esta ciudad y que por lo tanto merece la asistencia de sus paisanos, también a mediodía.

Si hablamos de feria del centro, deberíamos darle otra vuelta porque, afortunadamente el centro de Granada, es una zona con actividad hostelera sobresaliente, cuando no saturada durante todo el año, mientras que promover una feria del centro durante esos ocho días de Corpus, casi podría entrar en la categoría de la competencia desleal, restando centenares, o miles de visitas a un ferial y a unas casetas que cada año que pasan mejoran su oferta gastronómica, con el esfuerzo económico y de trabajo que ello supone para sus promotores.

No contentos con superar una pandemia que ha semiparalizado el mundo durante casi dos años, nuestra feria está teniendo que librar una desigual batalla nada menos que contra una guerra que ha vuelto patas arriba, cosas que dábamos por sentadas cuando apenas empezaban a normalizarse tras la pesadilla del covid. Permítanme que desde este humilde pregón, haga un reconocimiento muy especial a nuestros caseteros, que se están encontrando con dificultades inimaginables, logísticas, de personal, económicas, de falta de materiales, etc, etc. Una auténtica pesadilla que solo ellas y ellos saben las noches que les está dejando sin dormir.

Deberíamos aprovechar esas ganas de feria y ese interés renovado, para reabrir un debate en profundidad sobre por qué otras ciudades hermanas y parecidas, como Jerez, Córdoba o Sevilla, han convertido sus respectivas ferias en un proyecto de ciudad, en las guindas de sus respectivas primaveras festivas y sin embargo eso no ocurre en Granada, teniendo como tenemos una fiesta con argumentos lúdicos, históricos y religiosos, infinitamente más atractivos que las de las ciudades ya mencionadas.

Pero no me quiero quedar en mirar solo hacia las autoridades. Si queremos hacer del Corpus, un proyecto de ciudad y un atractivo para que Granada se convierta en un destino festivo, el compromiso debe ser de todos. Por supuesto de las administraciones, pero también de la sociedad civil; de las empresas, de los colectivos y como no de las granadinas y los granadinos de a pie, que a veces parecen dar la espalda a una feria, que vive su máxima expresión en un ferial que es de todos y por todos y todas debe ser vivido.

Y es que en Granada también somos mucho de irnos a la playa de jueves a domingo, porque la feria es siempre la misma. Y créanme, no es la misma. No hay un Corpus igual a otro, como no hay un día de feria igual a otro… y mientras muchos desertan, ahí siguen los caseteros que viven las 24 horas de cada día, pendientes primero del montaje y los preparativos para tener listas sus casetas y después de la atención y el agasajo de sus invitados o socios, como si en su propia casa fueran recibidos.

Quiero desde aquí reivindicar la figura de los caseteros, alma y motor de estos días, sin cuya ilusión, trabajo, dedicación y esfuerzo económico, la Feria no sería posible. Y es que hay veces que al atravesar los arcos de la portada, creemos que las casetas brotan por generación espontánea, como los níscalos en la sierra, cuando en realidad, detrás de esa ciudad de lona y farolillos, hay meses de trabajo, de sinsabores y en muchos casos de incomprensión…»

Gracias a la Federación de Casetas tradicionales por tan inmerecido honor, a mi amigo y compañero Fernando Díaz de la Guardia, por la presentación más hermosa que nunca nadie podrá hacer y a quienes me acogieron como un casetero más, algo que sin duda, seré desde anoche.

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