VERVA VÓLANT

UN PAÍS DE PILLOS

TERESA MARTÍN -Escritora-

No me hace ninguna gracia afirmar que somos un país de sinvergüenzas. Es más, me cabrea enormemente reconocerlo así, sin anestesia, pero es que no queda otra, lo que está pasando aquí, es ciertamente “tipical spanish”. España es un país de pillos, de jetas  y ya está bien de reírnos, maldita la gracia.

Sinceramente pienso que nuestras instituciones están enfermas o puede que en realidad, nunca hayan estado sanas del todo. Están podridas de arriba a abajo y de abajo a arriba.

Parece que a pesar de haber avanzado como sociedad, haber dejado el blanco y negro, la gitanilla y el torito y presumir de autopistas, estamos a años luz de casi todo el mundo civilizado. ¿Es una cuestión de educación? Sin duda. Y ¿Una cuestión de permisividad y de apatía? También!

Después de casi cuatro décadas, nuestro sistema de gobierno anda en mantillas.  Tenemos leyes que no se han modificado desde 1978, la Constitución es un melón que no se abre y los ciudadanos nos hemos conformado con votar cada cuatro años y comulgar después con ruedas de molino. Hemos hecho dejación de nuestras  funciones como pueblo, hemos permitido.

Nos han tenido que dar de guantazos con la puñetera crisis, para despertarnos del  letargo. Nos han tenido que machacar a golpes de miserias y de porras de goma, para que digamos ¡basta!  Y lo decimos ahora, porque ya sí nos toca la piel y estamos sensibles, porque mientras miles de familias comen de la caridad, nuestros representantes nos roban a manos llenas.

Lo terrible es que esto no es nuevo. Lo terrible es que la corrupción política viene de lejos, lo cojonudo es que no se trata de que algún listillo meta la mano en la caja, de lo que se trata es de una película de gánsteres, de una banda organizada de malhechores que ha utilizado la política, el poder o las relaciones, para saquear el país desde que instauramos la democracia. El cortijo español…

España está en el punto de mira del mundo, menudo espectáculo! Y lo hemos conseguido, somos los primeros en el ranking. Hemos superado la cultura del pelotazo, pasando por el refrán de viejas de ”Dios no ponga donde haya” y hemos llegado a lo más alto en cuanto a corruptores y corruptos.

Cada mañana desayunamos con un escándalo mayor que el del día anterior. El número de imputados en casos de corrupción crece como la espuma y aquí sigue sin pasar nada. El Gobierno tiene la desfachatez de decirnos, aunque sea en diferido, que el hecho de que todo esto esté saliendo a la luz pública, significa que la Justicia funciona, que las instituciones funcionan. Y las responsabilidades políticas?

Son palabras muy mayores, hablamos de corrupción institucionalizada, arraigada durante décadas, adherida desde los cimientos como una mortal enredadera.

¿Cómo pretenden que creamos que pueden resolverlo? ¿Quién va a ejercer el control?, ¿Quién pone los medios para el saneamiento? ¿la zorra o las gallinas?

Deben de pensar que andamos en el guindo, que somos más que idiotas, que ignoramos que las leyes existentes les favorecen, que nuestro Código Penal se queda corto ante tamaña sinvergüencería, que ignoramos que  estos delitos prescriben a los cuatro años, que son los medios de comunicación los que denuncian y que la Justicia no FUN CIO NA, porque a nuestros gobernantes no les interesa que así sea.

El sistema judicial está anclado en el pasado. No hay partida presupuestaria para modernizar ni informatizar los juzgados. Los jueces valientes, que no temen ser encarcelados o destituidos y el resto del personal de cualquier juzgado de España, se ven abocados a tareas que sobrepasan cualquier capacidad, no hay plazas para más jueces, no hay dinero y se enfrentan a un trabajo titánico, imposible, desmesurado. La Justicia es LENTA y esto vuelve a beneficiar al delincuente.

Los gobiernos que debieran haber estado a nuestro servicio, han traicionado nuestra confianza a base de abusos. No han sido honestos, no existe transparencia en sus gestiones, no tienen que justificarse ante nadie.

Ya es hora de que todo cambie, hay que pasar la aspiradora en todos los rincones  y yo quiero, e imagino que la inmensa mayoría,  ejercer nuestro derecho de poder mirar, de poder controlar, de que se legisle de acuerdo al bien común, de que se cumplan esas leyes y que, de no ser así, que ello provoque consecuencias inmediatas.

Ya no hay excusas. ¿Nos mojamos?

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