Puerta de España, de Francisco Fermín Jiménez, primer libro de la colección

Francisco Javier Pérez Pérez

Era justo. Justo para EL FARO, casi un siglo de crónicas de la sociedad granadina y española, y justo para Francisco Fermín Jiménez (1933-1999), su director, articulista, pluma culta, certera, de sabrosa ironía y afilado e insobornable escepticismo. La Biblioteca El Faro, editada por el Grupo Barataria en colaboración con la revista, es una colección de libros monográficos de autores y artículos publicados en EL FARO desde su nacimiento en 1929.

Los títulos inicialmente previstos son: «Puerta de España», de Francisco Fermín Jiménez; «El Margen Libre», de José Martín González; «La tinta de Martínmorales. Los inicios y un año»; «Paco Pérez o el arte de contar»; «La actualidad es sátira», de José Rodríguez Campos; «La tierra según Vallecillos»; «Pulsos de editor. Artículos y batallas», de Vicente Fernández Guerrero; y «El Faro del Siglo, Catálogo de portadas, noticias, columnas y personajes (1929-2012)».

Puerta de Granada

, la obra póstuma de Francisco Fermín, será presentada públicamente a primeros de 2013. El libro es, esencialmente, una selección de las columnas La Criba y Puerta de España que firmó el periodista motrileño desde la mitad de los setenta hasta su fallecimiento en vísperas del siglo XXI.

Los artículos del profesor, abogado y periodista, hombre de sencillas ambiciones (leer, escribir, fumar,…), son un perfecto caleidoscopio de los asuntos que le interesaron: el papel de los medios de comunicación y su independencia frente al poder político o el sentido de la vida. Aguijoneando sin herir pero sin temblar. Las siguientes, son sus palabras y sus hechos.

La palabra justa

«En un salón de sesiones, pleno de descamisados, incluyendo a los concejales ucedistas y al propio se­cretario general de la Corporación, brillaba como un lucero la estampa endomingada de Enrique Cobo —traje moderadamente oscuro, camisa blanca, corbata y chaleco— junto a la conocida figura, siempre airosa, de Rafael Escuredo, presidente de la Junta de Andalucía. Ellos —y Laura Díaz, PTA-PAU, elegantemente delgada— fueron los protagonistas por derecho propio. El porqué lo dicen las crónicas, incluidas las de este pe­riódico. Pero además de la que se vio y se dijo, hubo cosas que se adivinan» (El gusanillo de la conciencia, 1981).

El poder y los medios

«Al­gunos sesudos jóvenes —poco se­sudos y no tan jóvenes ya, des­de luego— se sienten tocados en su amor propio sólo al pensar que personas como yo —pongo por ejemplo— nos dediquemos a vocear, según ellos, lo de casi siempre: que ellos han sido ele­gidos por el pueblo y nosotros no. Pues bien, con toda sencillez pero con toda firmeza, no tengo más remedio que decirles que el día que sus actividades como po­líticos dejen de estar sometidas a una cierta vigilancia de los me­dios de comunicación social, ese mismo día, esa democracia tan querida para izquierda, cen­tro y derecha, dejará de tener significado» (Los intocables, 1983).

«De todos modos, para aviso de navegantes y periodistas, advierto que nunca hay que olvidar que existen oficios en los que lo normal es ‘‘acercarse al toro’’, llegar al límite que marca la raya legal y conseguir así que este país, en lo público y en lo privado, sea lo más transparente posible. No cabe duda, por lo demás, que hay muchos estilos profesionales, tantos como pueda haberlos en los toros. De todos modos, la fama suele ir unida al riesgo» (Hay que arrimarse al toro, 1992).

«El señor Pacheco se dirigió con mirada obispal a nosotros, el pueblo, y dijo aquello de que lo sentía pero no podía atendernos. Lástima: esta semana nos hemos quedado sin las importantes opiniones del señor delegado de cultura y educación municipal,… Qué le vamos a hacer, otra vez será. Un par de horas más tarde, en un popular establecimiento playero, alcalde en funciones y político forastero, continuaban resolviendo problemas ante una fuente de hermosas gambas; también el pueblo estuvo excluido, pero se supone que era asunto privado. El de las gambas, claro» (Nuestro pequeño mundo, 1983).

La sociedad que fue

«… en estos tiempos de austeridades obligadas, uno, niño delgaducho y requemado por aquellos soles implacables, otro más dentro de la viveza ratonil de las pandillas, casi desnudos en verano y un poco más cubiertos en invierno, recortaba de los viejos ‘‘ideales’’ (no tabaco, sino periódico) las fotos no muy claras de los Floros, Millán, Trompi, Marín, etc. Quizá me era más fácil recortar las de Patria, porque el Ideal lo traía sólo los domingos el cura Jiménez Casquet (creo) y el otro periódico era una suscripción de los cabos de la Guardia Civil de los puestos de Calahonda y Carchuna. Así que, por cantidad, a los hijos del cuerpo nos era más fácil el acceso a Patria» (El último de la Fila, 1989).

«Uno, como cualquier españolito que fuera niño en los cuarenta, ha vivido ya decenios en los que cada Noche de Reyes ponía, conforme pasaban los años, menos ilusión en la magia soberana de los monarcas de oriente. Zapatos en la ventana, la pelota, el caballito de cartón… y, en su momento, la corbata o los calcetines. Después, todos los años, la odiosa cuesta de enero, el mes más largo del año. Menos mal que en Motril, ya en enero comienza a dibujarse la primavera. Y entonces, con paro y bastante emigración en su momento, los cambios rumorosos del régimen llegaban con las primeras coca-colas, que uno recuerda haber comprado a 3 pesetas botellín, aunque muy pronto se pusieron en el duro. A los Reyes Magos les hubiéramos pedido una buena salida en las oposiciones o un buen trabajo fijo en una empresa en condiciones. Pero entonces, como hoy, la conquista del puesto de trabajo era difícil. Podías tirarte de eventual toda la vida. Que a la postre es la triste realidad: estamos de eventuales a fuerza de ser mortales» (Tiempo de magos, 1994).

«Los niños de los años 40, pandillas en descubierta por el Cerro del Toro, las Canteras, el Pelaíllo… o el baño en la Acequia, tenían poco entreteni­miento en cuanto a juguetes, cine o lecturas, nada en cuanto a televisión y mucha necesidad de organizarse sus propios entretenimientos. Por ejemplo: un puñado de cartuchos de máuser encontrados en el monte le servían para organizar sus peligrosos juegos de artificio, lanzando las balas a la hoguera. Y cuando no tenían balas, hacían sus propios petardos (a veces, verdaderamente peligrosos). Una perra gorda de pastillas de clo­rato (remedio universal para las angi­nas y otras dolencias de garganta), comprada en la farmacia de Díaz Pía, un trozo de azufre y algo de cisco, convenientemente machacado, y ya tenían su explosivo» (Ni ayatolas ni emires, 1985).

El sentido de la vida

«El periodista quedó asombrado cuando, allá por los primeros cincuentas, se bebió lentamente y paladeándolo un libro que se llamaba Viaje a la Alcarria, donde los pueblos, los caminos, los recodos, los animales, los árboles, convivían compartiendo sus esencias, sus perfumes y sus hedores con esos hombres de carne y hueso que vivían en profundidad como plantados al paisaje austero de la Alcarria. Un niño hacía sus necesidades allá sobre un tejado, mozas silenciosas, fuertes y saludables de aspecto árabe, viejos e inofensivos pícaros y todo un muestrario de trozos o retales de vida ‘‘narrado paso a paso, sin reticencias, sin extrañas tragedias, sin caridad, como la vida discurre, exactamente como la vida discurre’’. Y luego la definición clara: ‘‘Queramos o no queramos, la vida es lo que vive —en nosotros o fuera de nosotros—; nosotros no somos mas que su vehículo, su excipiente, como dicen los boticarios’’» (El hombre excipiente, 1989).

Los que gobiernan

«Todos los citados más arriba, salvo error u omisióm, pueden dar algo de ventilación y de aire fresco de la calle a los enclaustrados de la cúpula municipal, esos que —aparte liturgias políticas y ruedas de prensa mejor o peor programadas— permanecen encerrados en su concha, guardadores celosos de eso que creen es el poder, cuando el poder, en realidad, está en las esquinas, donde ellos mismos lo encontraron en tiempos peteneros» (El factor humano, 1992).

«Es preciso que los ediles, ‘‘palaciegos de la Plaza de España’’, vistan en condiciones el cargo y tengan materia gris en sus cerebros para comprender que ya el fabulista griego se refirio a ‘‘una imagen bella, pero sin seso’’. Hay que comprender que no basta con habitar el palacete del poder, sino que hay que mostrar una calidad que sea comparable a la del mármol del edificio» (Las estancias del poder, 1992).

«Esta fauna, más la tropa de técnicos de cada parcela, se mueve en la pecera municipal con la gracia o los nervios, según, de la clase de pez que se es o se aparenta. La circulación, a veces, es fluida; pero eso no es más que la aperiencia: de buenas a primeras, un cambio de dirección del pez de cabeza… y la mitad de la pecera da vueltas buscando aparcamiento» (El bosque animado, 1994).

«Es el espíritu parcializado de la colmena, ayudado por la costumbre y espoleado por las legítimas ambiciones personales o familiares. Pero sobre ellos, infiltrados de mil maneras, aparecen los submarinos políticos, utilizados para dar la impresión de que la ciudad está siendo mejorada precisamente por el vuelo nupcial de la reina con sus zánganos. Pero dejemos a los zánganos que luchen por seguir a la nueva reina y admitamos que la ciudad es una colmena, pero de animales racionales, no de obreras alienadas» (La colmena, 1994).

«De raza le viene al galgo. Chaves y séquito, cubiertos de casco blanco, se colocaron para la foto. Sólo un sonriente y socarrón López Martos, motrileño al fin, aparecía tranquilo con la cabeza despejada. Y es que el casco debe ser para quien lo trabaja» (El día que llegó Chaves, 1992).

Y así todo.

LA COLECCIÓN

Colección BIBLIOTECA EL FARO.

Proyecto y edición de Francisco Javier Pérez Pérez y Grupo Barataria. Características técnicas. Formato: 14 x 21,5 cm / Tapa dura / 300 páginas / Fotografías / PVP 18,5 euros

Otros títulos en preparación:

 El Margen Libre,

Artículos de José Martín González;La tinta de Martínmorales.

Los inicios y un año;

EL FARO DEL SIGLO

Catálogo de portadas, noticias

columnas y personajes (1929-2012).

II Tomos

PACO PÉREZ, EL ARTE DE CONTAR

Artículos

LA ACTUALIDAD ES SÁTIRA

Ripios de José Rodríguez Campos

LA TIERRA SEGÚN VALLECILLOS

Bocadillos y dibujos

PULSOS DE EDITOR

Artículos y batallas de Vicente Fernández Guerrero

Información y pedidos:

Grupo Barataria Francisco Javier Pérez Pérez grupobarataria@gmail.com 958 82 33 70

 

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