✍Domingo A. López Fernández
Sepulcro, Dolores y San Juan predisponen su amargo camino a María Santísima de la Soledad

El puente festivo de semana santa ha traído una gran animación a la villa, aspecto que se ha hecho palpable en sus calles, bares y establecimientos de restauración. También en sus playas, aunque el poniente ha impedido una mayor presencia de personas que disfrute del sol y de sus aguas, que también las hay, aunque por el tiempo y la temperatura, esto último no es muy apetecible. Desde luego, el viernes santo, fiesta nacional por excelencia, siempre hay animación en Salobreña, tanto en el aspecto turístico como el religioso. Sobre todo en éste último, tanto para los naturales como los de fuera, pues la solemnidad del día invita a acudir a las iglesias y compartir un momento de oración ante el Santísimo. En este día, el salobreñero de pro tiene cita obligada en la iglesia para recorrer las estaciones, no las siete que manda la tradición, ya que el pueblo no llega a ese número, pero si las que existen, la parroquia de Nuestra Señora del Rosario y la de San Juan Bautista en el núcleo urbano, y la de Nuestra Señora del Rosario en la Caleta-La Guardia. La solemnidad del día invita a recordar la muerte de Jesús en la Cruz y, por tanto, es día de luto, de recogimiento y de penitencia. Bajo esta arraigada creencia no se celebra la eucaristía y la liturgia del día se centra en la pasión, la proclamación del evangelio, la adoración de la cruz y la comunión de las formas consagradas el día anterior.

A nivel de la penitencia pública, la villa conmemora la muerte de Cristo con dos procesiones de gran raigambre y años de antigüedad. En la tarde, tres cofradías salen en penitencia en un único cortejo que revela la trascendencia del día en la muerte del Salvador. Está presente el Sepulcro de Cristo y las imágenes de San Juan Evangelista y María Santísima de los Dolores. La procesión es todo un ejemplo de catequesis en la calle, pues es el relato fiel que trasciende de la muerte de Cristo. Jesús ha sido descendido de la cruz, y su cuerpo marcha en una sagrada urna. Sigue la imagen de San Juan, el discípulo amado, que marca el camino a la Virgen de los Dolores para señalar donde se encuentra el cuerpo de su Hijo. Luego, en la madrugada, el duelo por la muerte del Redentor se hace presente con María Santísima de la Soledad, procesión en la que la mujer salobreñera acompaña a la Madre del Hijo de Dios con luto riguroso y en impresionante silencio. Fe, sobre todo fe, corren de la mano en este cortejo que marca el sentir devocional del pueblo, de todo el pueblo, pues aunque prima el papel de la mujer, también acuden los salobreñeros para acompañar en sus calles a la Virgen en su Soledad.
La procesión del día tiene fijada su salida desde la iglesia de Nuestra Señora del Rosario a las 20:30 hrs. Con luz natural, el pueblo entero se da cita en todo el entorno del templo para presenciar este concreto desfile “antológico” que queda sujeto a sólo tres imágenes de la pasión de Cristo. También lo hace la extensa colonia de extranjeros que residen en el pueblo y los visitantes que pasan aquí unos días de vacaciones. La procesión, solemne, majestuosa y de extrema seriedad, reclama, desde luego, la presencia de los fieles por el hecho que rememora.

El primer trono en salir a la calle es el del Santo Sepulcro, que lo hace puntualmente, a la hora señalada. Todo el séquito se encuentra ya desplegado en la Plaza de la Iglesia a la espera de que la Sagrada Urna aparezca por la puerta lateral del templo. El reducido intradós de la misma hace que los portadores tengan que bajar los varales a pulso y, con paso lento y cuidadoso, librar el arco de entrada y las jambas del pórtico. Inmediatamente suena el himno nacional, que interpreta la Banda de Música de Salobreña y, tras unos minutos, ocupa su lugar en el cortejo de la plaza. Abre su cabeza la cruz alzada de la cofradía, realizada en orfebrería, al igual que los ciriales que le flanquean. Los enseres son portados por tres mujeres con el traje de luto que le es característico, así como camisa y guantes de color blanco. A continuación se disponen las dos largas filas de nazarenos ataviados con los colores característicos de la corporación penitencial, túnica de color negro con botonadura, capa, fajín y capirote de color morado. Lo hacen como hermanos de luz, pues portan en sus manos cirios de este mismo color, el propio que identifica el luto y el sentido penitencial. Entre ellos se hacen destacar numerosos niños que, a modo de “pavera”, desfilan con el referido hábito pero sin capirote. Figura, igualmente, la bandera con el escudo de la cofradía en su centro y, a escasa distancia, el estandarte corporativo que ha sido realizado en terciopelo de color negro y que deja ver el rostro de Cristo Yacente pintado junto al monograma JHS que le identifica como “Jesús Salvador de los Hombres”. Sigue, en el orden procesional, el cuerpo de camareras, figurando dos de ellas portando los atributos de la pasión en sendos cojines, en este caso los tres clavos y la corona de espinas, pues Cristo ya ha sido descendido de la cruz. Tras ellas marchan los acólitos que portan las navetas y el incensario que esparce la peculiar resina olorosa que purifica el ambiente ante la inminente presencia de Cristo Redentor.

El trono del Santo Sepulcro aparece con la majestuosidad y bello porte que le confiere el paso a varal malagueño, quedando flanqueado por una escolta de la Guardia Civil. Sobre el mismo va la sagrada urna en la que reposa el cuerpo de Cristo que se muestra ante los fieles cubierto con un sudario de tul. Se trata de una imagen en talla completa y a tamaño inferior al natural que fue adquirida en Granada en el año de 1819. Es de las pocas efigies que pudieron salvarse de la destrucción en la guerra civil, y fue restaurada en los años cuarenta por el imaginero granadino Domingo Sánchez Mesa. Por lo que respecta a la sagrada urna, también es obra del mencionado escultor y está confeccionada en madera de caoba, presentando una bella muestra de orfebrería plateada en todo su contorno. Concretamente se deja ver cincelado en su frontal la cara de Cristo con el sudario de la Santa Mujer Verónica. En su costero izquierdo, atributos de la pasión como el martillo y las tenazas y el cáliz de la Última Cena rodeado de símbolos eucarísticos. En su trasera, la cruz de Cristo con el santo sudario prendido de sus brazos y, finalmente, en el costero derecho símbolos pasionistas como el flagelo, la lanza del romano Longinos, las escaleras, la columna en que fue azotado Jesús y el gallo que hace trasladar el mensaje en el que el apóstol Pedro negará tres veces al Maestro. A su lado, igualmente, los tres clavos de la cruz y la corona de espinas. La sagrada urna deja ver el cuerpo de Cristo desde todas las ópticas posibles a través de cristales biselados que están separados por pequeñas columnas que son dobles en sus ángulos y simples en los laterales.

El trono de Cristo marcha a las órdenes de su capataz, José Miguel Alonso Castilla, que dirige una cuadrilla de treinta y seis hermanos portadores en traje de luto. Intervienen, igualmente en labores de contraguía, Manuel Rufino y Serafín Alonso. Tras los varales va la representación eclesiástica que personifica su consiliario, D. Jorge Nieto García, junto a la corporación municipal que encabeza su alcalde, D. Pedro Javier Ortega Prados, y los cuerpos de la Policía Local y Protección Civil. Cierra el cortejo la Banda de Música de Salobreña que dirige el maestro Jorge García Quirantes, que ha contado para la ocasión con la actuación de setenta músicos actuantes. Como corresponde a un cortejo del Entierro de Cristo, la banda ha interpretado un extenso repertorio de marchas de las llamadas lentas, de sepulcro, que llevan mucho desarrollo armónico pero menos trompetería, cornetas y tambores para conferirle al paso un sentido más lúgubre y serio. Concretamente, la salida penitencial se inició con “Sepultus Est”, del compositor granadino Alberto Vílchez Ibáñez, a la que se han ido intercalando marchas de las llamadas semi-lentas como pueden ser “Hosanna In Excelsis”, original de Oscar Navarro González, “Passio Granatensis”, de Ángel López Carreño, “Mi Amargura”, de Víctor Manuel Ferrer Castillo, o “Bajo tu Amparo” de Rubén Jordán Flores. Y, a ellas, se han podido unir las marchas fúnebres de siempre: “La Madrugá”, de Abel Moreno, “Amarguras”, de Manuel Font de Anta, “Al Señor de Sevilla”, de Abel Moreno Gómez o “A la Memoria de mi Madre”, de Enrique Pareja Bosch, que siempre suena con emoción al paso de su casa natal. En palabras de su director, Jorge García Quirantes, “ha sido la mejor salida de esta semana santa, con un recorrido procesional por el casco antiguo que se caracteriza por calles estrechas que realzan con mucho la acústica de los instrumentos. Desde luego ha sido una noche fantástica y de mucho respeto, pues acompañamos a un Santo Entierro”.

Tras un brillante recorrido procesional, el trono del Santo Sepulcro ha procedido a su encierro en la iglesia a las 23:15 hrs de la noche, figurando en todo su entorno una enorme presencia de fieles que ha querido acompañar a Cristo Yacente en este trance final.
Siguiendo el orden del cortejo, a las 20:50 hrs, ha efectuado su salida la imagen de San Juan Evangelista. Como el trono del Santo Sepulcro, el de San Juan ha tenido que realizar el mismo movimiento de bajada en sus varales para evitar el roce de la imagen con el arco carpanel que limita la puerta de entrada. Además, no lleva acompañamiento musical, de forma que su salida ha sido recibida con la lógica expectación del momento. Incorporado al cortejo, su séquito se ha situado tras el trono del Sepulcro, abriendo su marcha la cruz de guía que está confeccionada en madera y orfebrería y que presenta el monograma JHS labrado en su centro. Se han situado a continuación las dos filas de hermanos de luz revestidos de hábito de color blanco, capirote y fajín de color verde y borlas de color rojo, portando en sus manos los tradicionales farolillos de corte granadino que le son propios. En un primer tramo y, entre las filas, se muestra el estandarte confeccionado en terciopelo de color verde con la imagen de San Juan, disponiéndose a continuación el cuerpo de camareras que presenta, en este año, un mayor número de participantes. Además, destacan en su centro dos “madrinas” que portan la corona de la Virgen y la corona de espinas de Cristo Redentor. Tras el cuerpo de “mantillas” se dispone el de acólitos ceroferarios que asisten con los ciriales y van ataviados con dalmáticas. A su lado, los propiamente turiferarios, tocados con hábito de color blanco y capelina y fajín de color verde, que se encargan de esparcir el incienso purificador que precede al trono del evangelista. Precisamente, por el deterioro que presentaba éste desde hace bastantes años, se ha estrenado uno nuevo que ha sido adquirido a la hermandad “Virgen de los Perdones” de Vera (Almería). De sencilla traza, las andas muestran unas molduras en madera con medallones de orfebrería que presentan detalles de la pasión de Cristo. Sobre su mesa se alza la imagen de San Juan Evangelista, el discípulo amado, efigie que es realizada por el escultor Domingo Sánchez Mesa en 1940 por encargo de D. Miguel Pineda Rodríguez y su mujer, Antonia López Esteva, para ser donada a la iglesia. Como nota curiosa, San Juan no va vestido con su tradicional túnica de color verde, sino una de color negro para mostrar el luto por la muerte del Redentor. El trono ha sido dirigido por su tradicional capataza, Olga Rodríguez Aguit, que ha tenido a su cargo a un completo cuerpo de hermanos portadores que igualmente se han revestido de traje de color negro y guantes blancos para mostrar el duelo en la muerte de Cristo. Hay que hacer constar que destaca entre ellos su plena adolescencia, pues San Juan es reconocido como el patrón de la juventud cofrade. Ultimado su recorrido procesional, el trono del evangelista ha hecho su entrada en la iglesia a las 23:30 hrs ante una enorme presencia de fieles que han celebrado su clausura con aplausos.

Finalmente, a las 21:00 hrs, efectuaba su salida procesional María Santísima de los Dolores. Como es habitual, lo ha hecho desprovista del palio y sostenido su trono a pulso y bajado casi al ras del suelo para evitar el roce con el arco de la puerta. Con movimiento pausado entre sus portadores, ha hecho su aparición en la calle, al tiempo que la Asociación Cultural Banda de Música de Fines (Almería), interpretaba la “Marcha Real”. El trono mariano ha continuado su andar con paso firme y cadencioso a los sones de la emotiva marcha “Dominus Deus Noster”, composición original del maestro Luis Manuel Catalán Núñez, a cuyo fin se ha unido al tramo procesional.
El cortejo de María Santísima de los Dolores queda abierto con su tradicional cruz guía de espejos y madera dorada que va flanqueada por dos faroles de orfebrería que ofrecen su iluminación a la insignia cristiana que es la luz del mundo. Se dispone, a continuación, la bandera con el anagrama de María, al que sigue el estandarte ricamente bordado en oro que presenta en su centro la imagen de su titular. Sigue a ella el grandioso cortejo de nazarenos revestidos con hábito de color blanco y capa, capirote y botonadura de color negro y que, como hermanos de luz, portan picas en sus manos. Muchos usan el capillo a modo de verdugo y se hacen acompañar de jóvenes ataviados con el hábito penitencial pero sin caperuz. Ultimado este tramo se dispone el imponente cuerpo de camareras de la Virgen vestidas de luto riguroso para acompañar a la titular mariana en su aflicción. Se dispone, a continuación, la representación oficial de todas las corporaciones pasionistas de la villa con sus báculos presidenciales, para dar paso al trono de la titular revestido ya con su palio de cajón que muestra su techo orlado de estrellas y el símbolo del Ave María en su centro. Espléndida e inmensamente bella en su atuendo, la imagen de la Virgen de los Dolores es obra del escultor Domingo Sánchez Mesa, que la pudo culminar en 1940 por encargo del vecino Antonio Díaz Molina para ser donada a la iglesia. Se muestra al pueblo sobre el trono que fue realizado por el mismo artista en madera plateada, luciendo con sumo encanto su candelería y el ornato de bellos conjuntos florales entre los que destaca el color blanco virginal. La Virgen de los Dolores estrena para la ocasión el rostrillo y diversos motivos en hilo de oro sobre su saya, un tocado a tablas y luce, en la parte baja de la saya, el símbolo del Ave María y el diseño bordado de una corona real. Asimismo, está tocada con la corona bañada en oro que fue confeccionada en su día en los talleres de Moreno Romera y que la identifica como Reina del cielo. Dirige su paso, en labores de capataz, Ezequiel Carrascosa, que este año ha estrenado la campana que llama a andar a la espléndida cuadrilla de portadores. Son, en total, cincuenta hermanos los que sostienen sobre sus hombros el trono que transita a varal malagueño y que muestran en su atuendo el luto riguroso de sus trajes. El capataz va asistido, igualmente, en labores auxiliares, por su contraguía, Manuel Velasco. Finalmente, ha cerrado el cortejo la Asociación Musical de Fines (Almería), que ha desplazado para la ocasión a 67 músicos que han hecho brillar su actuación con conocidas marchas entre las que se pueden citar “Vida” o “La Madrugá”, entre otras muchas más, al margen de los espectaculares redobles que han marcado el caminar del trono. Hay que hacer notar que este año la estación de penitencia ha transcurrido más agilizada y con paradas muy cortas para conferir un mayor hermanamiento con las otras dos cofradías presentes. Ultimado el recorrido procesional, el trono de la Virgen de los Dolores ha procedido a su encierro en el templo parroquial a las 23:50 hrs a los sones de la “Marcha Real”. Previamente, frente al pórtico, se ha desmontado el palio, al igual que lo ha hecho al inicio de su salida y a su paso por la calle Real, donde la estrechez de la misma impide su normal andadura.

Fiel a las arraigadas costumbres de la villa, ya dentro de la iglesia, María Santísima de los Dolores ha sido desposeída de la corona de reina gloriosa y todo el lujo que lleva aparejada para transformarse en María Santísima de la Soledad y mostrar así, públicamente, el luto por la muerte del Redentor. Queda ahora expuesta a los fieles revestida con túnica, saya y manto de color negro, al que se añaden finos ribetes en oro, atuendo con el que quiere patentizar esa congoja que exhibe en su divino rostro. Además, lleva en su mano el pañuelo que sirve para enjugar sus lágrimas y el rosario que cuelga de su mano izquierda para dedicar sus rezos al Hijo que ya no se encuentra entre nosotros. Igualmente, la Virgen ha sido bajada de su trono y trasladada a unas sencillas andas que carecen de candelería.
La procesión de la Virgen de la Soledad ha iniciado su recorrido procesional a las 0:45 hrs de la madrugada, siendo portada a hombros de su propia cuadrilla de hermanas que van ataviadas de riguroso luto y llevando con orgullo su medalla corporativa al cuello. El duelo en la calle se hace igualmente patente, pues tampoco lleva acompañamiento musical, siendo un cortejo imponente que queda integrado por más de 350 mujeres. Para el tesorero de la corporación, Iván Sánchez García, “asistimos aquí a un silencio sepulcral acompañando a nuestra Santísima Madre en su dolor, hasta el punto que es desgarrador el sonido de los pasos de sus devotas, que hacen patente su penitencia a la luz de sus velas. Madre de Dios, cuanto dolor hay en nuestros corazones, pero el tuyo Madre Santísima, al perder al Hijo en la cruz, es indescriptible”. Asimismo, refería a la redacción de EL FARO, “que ha sido impactante contemplar la grandiosa procesión de cientos de devotas de nuestra villa acompañadas por infinidad de fieles y visitantes que se agolparon para ver a la Santísima Virgen de los Dolores en su Soledad e, impactante, igualmente, ver como sus costaleras rompían en llanto al llegar al templo y dejar de ser sus pies en este solemne viernes con el que culminan ya nuestras estaciones de penitencia”.

La procesión de la Virgen de la Soledad ha dado por finalizada su estación de fe a las 2:00 hrs de la madrugada, momento en el que se ha procedido a su clausura en el templo acompañada, en todo momento, por el pueblo de Salobreña. Desde luego, pero es de hacer notar que las mujeres han sido protagonistas en exclusiva de ese duelo de la pasión en el que han amparado a Nuestra Señora de la Soledad en su dolor por la pérdida de su Hijo.
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