HISTORIAS DE EL VARADERO DE MOTRIL

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Autor: Juan Antonio Gutiérrez Montes

‘El Niño La Nati’

LOS TAXIS «PIRATAS» DE MOTRIL, AQUELLOS QUE NOS LLEVABAN A LOS HOSPITALES DE GRANADA

HISTORIAS DE EL VARADERO DE MOTRIL.

Muchos de estos taxis además de hacer su trabajo en Motril tenían otra función muy importante para con los vecinos de toda la zona. Al ser Motril una población pequeña en aquellos años y además eran pocas las personas que los podían utilizar como medio de transporte, algunos taxistas hacían viajes a Granada, llevando pasajeros generalmente a los centros médicos ya que Motril carecía de hospitales. Había varios taxistas conocidos como los taxistas piratas que se dedicaban a este medio de transporte tan peculiar, decimos peculiar, porque además de estar prohibido este funcionaba de la siguiente forma; en Motril casi todo el mundo los conocía, entre otros estaban, El Porras (el marido de la Sole la de las pipas), El Berenjeno, El Cardona.

Las personas que querían ir a Granada, unos días antes le avisaban al taxista, cuando tenía las plazas del coche completas, quedaba a una hora determinada de la madrugada y los iba recogiendo puerta por puerta, cuando los pasajeros iban subiendo al taxi, este se iba llenando de intensos olores, unos por falta de higiene de algunas personas, otros por las comidas que llevaban para el viaje ya que todos los viajeros no tenían medios para comer en una pensión o restaurante de Granada, entre aquellos olores y el hacinamiento que se producía dentro del taxi, era muy normal que algún que otro pasajero echara el desayuno fuera antes de llegar, a los temidos Caracolillos de Vélez, ya que en esta época la carretera iba serpenteando a través de todo su recorrido, el lento circular de aquellos Seat Mil Quinientos por lo general hacían el viaje interminable, después de casi tres horas de camino desde las cinco de la mañana, hasta un poco antes de las ocho que llegaban a Granada para repartir a los viajeros por los distintos hospitales, estos cuando bajaban del taxi llegaban con el cuerpo destrozado, cuando terminaban de los médicos los que podían y les daba tiempo iban al bar de los pollos, muy famoso en aquella época, donde el taxista los recogía para su vuelta a Motril y al que se le hacía tarde, tenía que ir de prisa y corriendo a un bar que había en Puerta Real, donde generalmente se encontraba un taxista esperando por falta de pasajeros, cuando llegaban estos y completaban el pasaje, a veces no cabían todos pero había unos taxis que eran más lagos que los normales, que disponían de unas banquetas plegables a modo de asiento, donde generalmente colocaban a los niños que llegaban a Motril con el cuerpo dolorido debido a la incomodidad de aquellas banquetas, pues desde las tres de la tarde que salían hasta la llegada a Motril sobre las seis de la tarde y a través de aquella carretera llena de curvas, el viaje no se les olvidaba en muchos días.

A veces ocurría una anécdota: al estar estos viajes prohibidos, los taxistas iban siempre preocupados por si se encontraban con la Guardia Civil, porque cuando esto ocurría los taxistas les decía a los viajeros con nerviosismo y con miedo en el cuerpo agacharse y rodaban por el taxi las tortillas de papas, los bocadillos de mortadela…. Y los niños asustados, pero anécdotas aparte en honor a la verdad debemos de decir, que el pueblo de Motril y sobre todo sus enfermos le debieron mucho a aquellos profesionales, que además de taxistas hacían de guías en Granada para sus pasajeros, les resolvían problemas, incluso llegaron a hacer amistades de por vida entre sus clientes y sobre todo las vidas que salvaron haciendo de ambulancia incluso jugándose sus propias vidas en aquella imposible carretera.

Con esta publicación intentamos que no caiga en el olvido la gran labor que hicieron LOS TAXISTAS «PIRATAS» DE MOTRIL.

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