EFEMÉRIDES DE FIN DE SEMANA

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Domingo, 9 de julio de 2023

Antonio Gómez Romera

EN EL CCLXI ANIVERSARIO DEL NOMBRAMIENTO DE CATALINA II DE RUSIA COMO ZARINA

Catalina II de Rusia, la Grande por Johann Baptist von Lampi the Elder.

Tal día como hoy, domingo, 9 de julio, festividad de Santa Verónica, quien tendió el paño a Jesucristo durante el Viacrucis, vigésimo séptima semana de 2.023, hace 261 años (viernes, 1.762), es nombrada zarina, Sofía Augusta Federica de Anhalt-Zerbst, conocida popularmente como Catalina II de Rusia, la Grande (Szczecin (Stettin), Pomerania, actualmente Polonia, 1.729 – San Petersburgo, Imperio ruso, 1.796). En la segunda mitad del siglo XVIII, bajo su gobierno, el país expande sus dominios y se convierte en la potencia hegemónica de Europa Oriental, pero también planta, queriéndolo o no, la semilla de muchos problemas que van a estallar en el futuro.

Catalina II de Rusia por Fedor Rokotov.

Notas biográficas

Sofía nace el lunes, 2 de mayo de 1.729. Es hija de Cristián Augusto, príncipe de Anhalt-Zerbst (Dornburg, 1.690 – Zerbst, 1.747), un general prusiano que ejerce de Gobernador de la ciudad de Stettin, en nombre del rey Federico II de Prusia (Berlín, 1.712 – Potsdam, 1.786), por lo que los orígenes de la princesa Sofía se remontan al seno de una familia noble de un pequeño principado alemán que guarda un cierto parentesco con la familia real sueca, ya que Carlos IX (Estocolmo, 1.550 – Nyköping, 1.611) se sitúa entre sus antepasados. Su infancia está marcada por una estricta educación basada en los pensadores franceses, lo que le hace tener una nutrida formación de la que hace gala tiempo después, durante su reinado, visiblemente influenciada por su filosofía a la hora de tomar decisiones.

Busto de mármol de Catalina la Grande, obra de Shubin Fedot.

Su matrimonio se concierta cuando apenas tiene 14 años de edad. Es la entonces emperatriz Isabel I de Rusia (Kolómenskoe, 1.709 – San Petersburgo, 1.762), tía de Karl Peter Ulrich, nieto de Pedro I el Grande y conocido posteriormente como el zar Pedro III (Kiel, 1.728 – Ropsha, 1.762) quien la elige para casarse con él. En ésta decisión tiene un importante papel la madre de Sofía, Juana Isabel de Holstein – Gottorp (Schleswig, 1.712 – París, 1.760), quien no cesa en sus esfuerzos por presentar a su hija como la candidata ideal. La elección de Sofía como la futura esposa del zar se hace con el objetivo de fortalecer el vínculo entre Prusia y Rusia y debilitar la influencia de los partidarios de la alianza ruso – austriaca, en concreto del canciller Alekséi Bestúzhev – Riumin (Moscú, imperio ruso, 1.693 – 1.766), consejero de la entonces zarina Isabel.

Billete de 100 rublos con la efigie de Catalina II.

En 1.744, con 15 años de edad, comienza una de las dos etapas en las que se puede dividir la vida de Sofía, su labor como gran duquesa y su función como emperatriz de Rusia. Es en ese año cuando la zarina Isabel I le concede el título de gran duquesa, pero los problemas no tardan en llegar.  En verdad, para bien o para mal, la madre de Sofía va a tener un papel trascendental en el hecho de que su hija contraiga matrimonio con el futuro zar. Los textos históricos dan buena muestra de que Juana es una mujer interesada, que hace todo lo posible por convertir a su hija en emperatriz de Rusia, hasta tal punto que logra enfurecer a la zarina Isabel I, quien decide expulsarla del país acusándola de espiar en Rusia para el rey de Prusia; pero, aun así, el matrimonio de Sofía se lleva a cabo. El historiador británico Simon Sebag Montefiore (Londres, 1.965) cuenta en su libro “Los Románov, 1.613 – 1.918” (2.016) que, aunque en un principio se creía que el matrimonio de Sofía y Pedro podría funcionar por sus orígenes alemanes en común, no tardaron en surgir diferencias irreconciliables. De hecho, estuvieron a punto de no casarse, porque Pedro sufre sarampión y después viruela, lo que posiblemente le deja estéril, aunque finalmente logra sobrevivir.

Cartel de la película The Scarlet Empress.

Sofía y Pedro contraen matrimonio el sábado, 21 de agosto de 1.745. Y le siguen 10 interminables días de celebraciones en los que hay fiestas, banquetes y está presente gran parte de la realeza y nobleza de todo el mundo. Dicen las crónicas de la época que durante este tiempo Pedro no se acercó ni una vez a la cama de su mujer, ni tampoco lo va a hacer después. Es un matrimonio destinado a fracasar porque mientras Sofía es una mujer culta y trabajadora, dispuesta a darlo todo por el pueblo ruso, Pedro no se ha formado, apenas sabe hablar ruso y carece de modales.

Pedro III de Rusia disfruta con los juegos violentos hacia animales u otros miembros de la corte y es un tirano con la guardia palaciega. Dedica su tiempo a las fiestas continuas y a beber alcohol, y sólo comparte con su esposa un juego de batalla con su colección de soldados de madera, al que la obliga a jugar durante horas. Sofía, por su parte, es siempre muy consciente de que no es rusa y, además, se siente en deuda con la zarina Isabel por haberla elevado a esa posición. Así, aprende rápidamente el ruso, se integra en la corte y se convierte al cristianismo ortodoxo. Ella se levantaba antes que el servicio para estudiar el idioma, yendo descalza, de un lado a otro hasta enfermar de pulmonía. No tarda en hacerse patente el distanciamiento de la pareja, que pronto comienzan a hacer alarde de sus respectivos amantes. Yelizaveta Vorontsova (1.739 – 1.792) fue una de las primeras de Pedro III y de las más importantes, ya que por ella está a punto de divorciarse de Sofía que, a su vez, mantiene relaciones con el chambelán Serguéi Saltykov (1.726 – 1.765), el diplomático británico Charles Hanbury Williams (1.708 – 1.759), el rey de Polonia, Estanislao II Poniatowski (1.732 – 1.798), y otros hombres más a lo largo de su reinado.

Familia de Catalina la Grande.

El martes, 5 de enero de 1.762, fallece la zarina Isabel I y Pedro sube al trono como Pedro III de Rusia, Sofía se convierte así en Catalina, emperatriz consorte. Sin embargo, el reinado de Pedro III no tarda en hacer aguas por la incapacidad política del zar, que prefiere dedicarse a la caza y otras actividades de ocio que a sus responsabilidades. Además, toma malas decisiones para el pueblo ruso pero siempre en beneficio de su lugar de procedencia, Prusia, lo que hace que Pedro III se gane el odio de la oficialidad y la iglesia, con quienes, en cambio, mantiene una excelente relación Catalina, que en este tiempo se separa todo lo que puede de su marido de cara a la imagen pública. Del matrimonio entre Catalina y Pedro III nacen dos hijos, el futuro zar Pablo I (San Petersburgo, 1.754 – 1.801) y Ana Petrovna, que muere cuando es una niña. Mucho se ha especulado que Pablo y Ana no son hijos biológicos de Pedro III, ya que la propia Catalina II de Rusia deja constancia de ello en sus Memorias. Se cree que el chambelán Serguéi Saltykov es el verdadero padre de Pablo I, pero quien ocupa un lugar preferente en el corazón de Catalina la Grande es el oficial de artillería, Grigori Orlov (1.734 – 1.783).

Grigori Orlov es el noble y militar ruso que dirige el golpe de estado que derroca a Pedro III de Rusia aprovechando la ausencia del zar, que deja en San Petersburgo a Catalina. En esa circunstancia la Guardia Imperial se rebela y proclama soberana a ésta. Según la historia, Pedro no tiene problemas en abandonar el trono y solo pide poder retirarse a una finca junto a su amante Yelizaveta Vorontsova y su viejo violín. Pedro fallece poco tiempo después y hay distintas versiones sobre su muerte, pues depende del historiador que lo cuente. Unos aseguran que Pedro murió pasados unos meses en su casa de Ropsha a manos de Alekséis Orlov, el hermano menor de Grigori.  Otros afirman que apenas habían pasado unos días del golpe de estado cuando una trifulca en la cárcel acabó con su vida. Pero todo apunta a Catalina como la persona que ordena el asesinato, aunque ella nunca lo llega a reconocer.

Tumba de la familia Romanov.

La coronación de Catalina II de Rusia tiene lugar el miércoles, 22 de septiembre de 1.762, cuando tiene 33 años y, aunque algunos son partidarios de que solo gobernase hasta que su hijo Pablo cumpliese la mayoría de edad, lo hizo con puño firme durante casi 35 años, hasta su muerte. La vida sentimental y sexual de Catalina la Grande es algo que siempre la ha definido. No son pocas las historias de alcoba que acompañan a este personaje de la historia, pero a menudo han sido exageradas. Si bien, es cierto que fueron muchos los amantes que pasaron por su cama y que, incluso, contaba con una amiga de confianza, la condesa Praskovia, a la que llamaban la “catadora de amantes”.

Colofón

Su reinado es recordado como aquel que logra modernizar Rusia. Y, aunque tiene mejor suerte, en política exterior gana espacio en el Báltico a expensas de Polonia y logrando acceso al Mar Negro a costa del Imperio Otomano. En el ámbito interior, logra continuar con la Edad de Oro del Imperio Ruso allí donde lo había dejado el zar Pedro el Grande (Moscú, 1.672 – San Petersburgo, 1.725). Catalina fue una mujer excepcional para su tiempo, no solo por la autoridad que ostentó, sino, sobre todo, por la seguridad con la que lo hizo. Otras emperatrices, como la propia Isabel, tía de su marido, habían ejercido el poder antes, pero se habían cuidado siempre de guardar las formas consideradas correctas para una mujer de la corte. Catalina, en cambio, nunca sintió la obligación de dar explicaciones a nadie sobre su comportamiento público o privado. “El tiempo no me pertenece a mí, sino al imperio”, solía decir Catalina la Grande.

 El arte, fue una constante en la vida de Catalina y, por esta razón, no dejó de coleccionar obras. Van Dyck, Raphael, Rembrandt, Rubens o, incluso, el pintor español Murillo firmaban muchos de los cuadros que colgaban de las paredes del Palacio de Invierno de San Petersburgo. La zarina sentó así las bases del Museo del Hermitage y, con el tiempo, reunió hasta 4.000 obras. Su colección de libros llegó a sumar 44.000 volúmenes, tal y como afirman los historiadores, pero además le encantaba escribir; de ahí que dejara reflejadas sus propias Memorias. También elaboró obras de teatro, ópera, textos legislativos e, incluso, cuentos de hadas y fantasía para sus nietos.

Helen Mirren en el papel de Catalina la Grande de Rusia.

Catalina la Grande muere en la madrugada del jueves, 17 de noviembre de 1.796, al sufrir un derrame cerebral cuando se dispone a tomar un baño. Es enterrada con una corona de oro en la cabeza y con un vestido de brocado plateado. Dejaba a Rusia a las puertas de una modernización que no pudo llegar a completar, pero habiendo abierto una ventana hacia la Europa contemporánea. No son pocos los directores y productores de cine que han querido llevar la historia de Catalina la Grande a las pantallas y numerosas actrices se han metido en la piel de tan emblemático personaje: Marlene Dietrich lo hace en 1.934 en “Capricho Imperial”, que dirige Josef von Sternberg. Asimismo, Mae West lo hace en una obra de teatro de 1.944, Catherine Zeta-Jones en 1.995 y Helen Mirren en una exitosa serie de televisión de 2.019.

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