EL FARO, CON MOTRIL Y SU SEMANA SANTA: VERACRUZ ANUNCIA LA MUERTE DE CRISTO EN LA CRUZ POR LAS CALLES DE LA CIUDAD

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Domingo A. López Fernández

Fotos: EL FARO

El Santísimo Cristo de la Expiración clama silencio a la luz de su impresionante Calvario

El jueves y viernes santo son los días de mayor solemnidad en los actos conmemorativos de la semana santa en toda España. Frente al jueves, que es la jornada que recuerda la institución de la eucaristía, la Última Cena o la Oración en el Huerto de Getsemaní, se hace presente ahora el viernes santo, quinto día de la semana mayor, para rememorar  la muerte del Hijo de Dios en la cruz. En este día, en  la liturgia de la iglesia, no se celebra la santa misa, pero sí la pasión del señor en la tarde, siendo el rojo el color que ostenta el sacerdote en recuerdo a la sangre de Cristo derramada en la cruz. Al margen de otras particularidades, en España se mantiene la costumbre de la vigilia, o lo que es lo mismo, la abstención de comer carne que se ha seguido durante todos los viernes de la cuaresma. Es, por encima de todo, un día de luto en rememoración de la muerte del Salvador, pues ha entregado su vida para redimir a los hombres y darles la vida eterna. En Motril, fiel a la tradición, se acostumbra la visita a los monumentos erigidos en las distintas iglesias de la ciudad, senda espiritual que se conoce como “recorrer las estaciones” y que se suele hacer en la mañana, aunque es también es válido durante todo el día.

En el plano procesionista, este viernes santo tiene la particularidad de contemplar la salida penitencial de dos corporaciones pasionistas, ambas desde la iglesia Mayor parroquial. La primera en cumplir su ejercicio de fe es la Muy Antigua Archicofradía del Dulce Nombre de Jesús y Primitiva y Real Hermandad y Cofradía de Nazarenos de la Santa Vera Cruz, Cristo de la Expiración y María Santísima del Valle. La segunda lo hace  con casi dos horas de diferencia y es la cofradía del Santo Sepulcro y Nuestra Señora de los Dolores, a la que la historia atribuye la reinstauración de los pasos procesionales tras el largo paréntesis de la guerra civil y los duros años de posguerra. Ambas ponen la seña de identidad de un viernes santo que es solemne en toda su extensión, pero muy particularmente en la organización de sus cortejos sacros.

Durante días, la cofradía de la Santa Vera Cruz ha venido desarrollando diversos actos internos que tienen mucho que ver con la puesta en práctica de su estación de penitencia y la pasión del Señor. Así, la junta de gobierno que preside María Jiménez Muriel convocaba el viernes de Dolores a sus hermanos para asistir al santo vía crucis que todos los años celebran en la iglesia Mayor y en el que se hace presente la reliquia del “Lignum Crucis” que en esta ocasión ha sido portada por Francisco Ruiz Jiménez, tesorero de la corporación,. El lunes santo, el equipo de priostía también efectuaba en la iglesia la “armá” del paso y dejaba preparado en su capilla el altar de insignias. Igualmente, realizaba el  anclaje del Santísimo Cristo de la Expiración a la cruz, a la que también le ha sido adaptado un nuevo sistema hidráulico que confiere mayor seguridad y prestancia a la marcha del paso en la calle. La operación ha sido realizada bajo la supervisión de  Dª Carmen Bermúdez, doctora en Bellas Artes y profesora titular en el Grado de Conservación y Restauración de Bienes Culturales de la Universidad de Granada.

El mismo viernes santo, los actos tenían su continuación con la celebración de la Hora Nona en el atrio de la iglesia de la Encarnación. Se trata de la evocación de la “novena hora” después de la salida del sol para rememorar el momento de la muerte de Cristo en la cruz, al que se le dedica el rezo de las cinco llagas del Señor. El acto se verificaba a las 15:00 hrs de la tarde en presencia del consiliario de la hermandad, D. José Albaladejo, su junta de gobierno y hermanos en activo, la representación de la Agrupación de Hermandades y Cofradías de la ciudad y varios componentes de la Banda de Cornetas y Tambores de Nuestra Señora del Rosario que interpretaban el Silencio a toque de corneta. La Hora Nona es, sin duda, el acto primordial por el que los hermanos de la cofradía se preparan en cuerpo y alma para la estación de penitencia que ha de tener lugar en la tarde y que ha sido fijada para las 19:15 hrs. Se trata de un cortejo de los llamados de silencio que queda formado íntegramente en el interior del templo Mayor y que viene caracterizado por la seriedad, la mortificación, la penitencia y el respeto que debe reinar en esta singular formación que anuncia la muerte de Cristo.

Con puntualidad, la puerta del crucero es abierta para dejar salir al muñidor que abre la cabeza de la procesión, al que sigue la cruz guía que ha sido tallada en madera y que deja ver en su cruceta el escudo corporativo. Este significativo emblema cristiano está flanqueado por dos faroles del frente de procesión, al que siguen dos filas de hermanos en penitencia ataviados con el hábito y capillo de color negro y mostrando como cíngulo un cordón franciscano. Portan los hermanos pequeñas cruces de madera al hombro en correspondencia a las enseñanzas del evangelio de San Mateo que refiere “que si alguien quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y me siga”. Continúa el tramo procesional con el hermano que porta el libro de reglas escoltado por dos báculos, que deja paso a  un nuevo tramo de hermanos en penitencia con sus representativas cruces al hombro. Y, a continuación, el estandarte corporativo, al que sigue la capilla musical que en este caso ha estado representada por la  Coral Armiz y que ha acompañado al cortejo con sentidas composiciones de corte religioso.

De seguida, el cuerpo de acólitos con sus ciriales y pertiguero en el centro y los incensarios han precedido al impresionante paso de misterio de color caoba sobre el que se muestra a Cristo en el momento de exhalar sus últimas palabras, que es obra del escultor malagueño Raúl Trillo y que fue tallado en 1998 siguiendo las precisas características  impuestas por su hermandad. El Hijo de Dios está acompañado en el calvario por su Madre en la advocación de María Santísima del Valle y San Juan, ambas realizadas por el escultor Miguel Ángel González Jurado en el año de 2006 y 2021, respectivamente. Para esta solemne ocasión, la titular mariana ha sido aderezada por su tradicional vestidor, Antonio Ruiz Blanco, con una soberbia saya que es estreno de este año y que está bordada en oro sobre terciopelo de color burdeos y un realce de puntadas que proceden de antiguas piezas, así como nuevas que le han sido incorporadas según diseño del granadino Francisco José Estarli. Asimismo, un manto de terciopelo de color negro y la cinturilla bordada que ha sido realizada en el propio taller de bordado de la corporación. Porta en su cabeza la corona de salida y el corazón con los siete puñales que ha sido ultimado por el reputado orfebre granadino Alberto Quirós.

Desde el punto de vista ornamental, muestra el trono de Cristo un llamativo exorno floral que igualmente ha sido realizado por Antonio Ruiz Blanco, hermano en hermandad y actual pertiguero, en el que se hace destacar con enorme belleza plástica el friso compuesto de rosas rojas, alstroemeria de color rojo, helechos, “statice” de color malva y los siempre llamativos “solidagos”, entre otras plantas más. El paso de Cristo estrena, asimismo, una nueva parihuela que ha sido realizada en madera de pino de Flandes y armada en el reputado taller de los Hermanos Caballero Farfán de Sevilla. Marcha el mismo en modalidad de trabajadera sevillana, estando comandado en labores de dirección por su capataz, Javier Salgado Díaz, junto a los asistentes José Molina Pérez, Juan Miguel Benavides Medina y Miguel Caparros Pavón. Tras ellos, fieles devotos siguen a Cristo en su último suspiro de  muerte, en cumplimiento de sus devotas mandas.

El itinerario dispuesto por la junta de gobierno de la cofradía ha partido desde la iglesia Mayor para continuar por Plaza de España, Plaza de la Trinidad, San Rafael, Catalanes, Zapateros, Plaza de los Agustinos, Ruiz, Señor de Junes, Manjón, Cañas, Jazmín, Plaza de la Libertad, Cardenal Belluga, Curucho, Arco Oliver, Cruz de Conchas, Chispas, Nueva, Teatro, Plaza de Bustamante, Plaza de la Cruz Verde, Gaspar Esteva, Emilio More, Díaz Moreu, Romero Civantos, Plaza de España y proceder aquí el encierro en la iglesia. Ha sido un austero y llamativo cortejo de silencio y, en su consecuencia, no se ha visto acompañado por banda de música alguna, tan solo los cantos fúnebres que ha interpretado la Coral Armiz. Así se han podido oír las poderosas lamentaciones ante Cristo muerto de “Popule Meus”, de Tomas L. de Victoria, el sentido “Stabat Mater Dolorosa” de Zoltan Kodaly, “A la hora nona”, de Luis Alberto Campos, “Oh   Jesús Christe, de J. Van Berchem, y la siempre melódica “Señor, me cansa la vida”, compuesta por Juan Alfonso García según la letra de Antonio Machado, entre otras muchas más. Ya con el paso en el interior de la iglesia se ha podido escuchar como canto final “Luz Aeterna”, de Fernando Moruja, que ha servido como despedida del grupo coral “Armiz”. Buena actuación, pues la de este conjunto de motrileños que con su calidad y completos registros de voces han sabido, una vez más, engrandecer el paso del cortejo sacro por las calles de la ciudad.

Buen desfile inaugural, pues el que ha protagonizado la hermandad de la Santa Vera Cruz para este viernes santo, en el que se han podido ver escenas emotivas como las que ha protagonizado la junta de gobierno al paso por tribuna oficial al solicitar la venia en completo silencio. Igualmente, las ofrendas que han realizado las hermandades del Santísimo Cristo de la Salud, el Huerto, el Nazareno y la Buena Muerte, fomentando con ello la armonía y los lazos de hermandad que deben reinar en buena lid en todas y cada una de las corporaciones pasionistas de la ciudad. Y, como no, esa figura singular que es la del muñidor, el único que existe en la semana santa motrileña, que con rostro severo e inflexible ha marcado a toque de campana la perfección el paso del cortejo.

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