HISTORIAS DE EL VARADERO DE MOTRIL

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Autor: Juan Antonio Gutiérrez Montes

‘El Niño La Nati’

HISTORIAS DE EL VARADERO DE MOTRIL

HISTORIAS DE EL VARADERO DE MOTRIL

El Varadero de Motril hoy en día es casi un barrio dormitorio donde apenas existen comercios, industria, servicios… pero quizás muchas personas no sepan que durante los años 50-60-70 del siglo XX fue uno de los anejos más importante del litoral andaluz, por sus comercios, servicios, industrias, zonas de ocio, puerto, etc… Hoy me voy a referir al que fue el Puerto de Motril.

En El Varadero se situaba un flamante puerto comercial y pesquero, ya que se terminó de construir (con la prolongación del Muelle de Levante) a principios de los años 60, en el que los barcos mercantes cargaban y descargaban todo tipo de mercancías, el puerto también disponía de una gran flota de barcos de pesca como: vacas (barcos de arrastre) traíñas (barcos de cerco), marrajeros, bilortas, trasmallos etc… En el interior del puerto a principios de los años 60 se construyó un club náutico, donde amarraban embarcaciones deportivas, entre ellas el yate de los Reyes de Bélgica, los marineros que estaban al cargo del Club Náutico eran dos vecinos de El Varadero; Francisco García (El Quico) y Miguel Gallardo (El Muo).

En el  puerto existió una muralla, y una Escala Real (escalera Real), en la Escala  embarcaban y desembarcaban los mandos de la Marina de Guerra y las autoridades que arribaban (llegaban) al puerto, la muralla y la escala (c), creo que fueron dos obras de arte de la construcción. En el interior del puerto había pequeñas playas como la playilla chica, la playilla de las Cuquinas (Coquinas), lugares de baño para los pequeños, donde se buscaban unas almejas conocidas como Coquinas, junto a esta playa el paseo de los jardinillos, con sus característicos geranios, palmeras, cipreses y aquellos árboles que desprendía un especial aroma, aroma del que se disfrutaba al sentarse en los bancos de piedra que había debajo de ellos, donde los días de fiesta y en especial las noches de verano acudían las parejas de enamorados, familias y demás personal. Los jardinillos se construyeron a principios de los años 60 durante el tiempo que estuvo al frente del puerto el ingeniero Don José Antonio Español Caparrós. Don José Antonio en Navidad mandaba engalanar los árboles de los jardinillos con alumbrado navideño, (algo casi insólito en el Motril de aquellos años) y repartía personalmente juguetes de Reyes a los hijos del personal a su cargo y a los hijos de las familias humildes para que ningún chiquillo del Varadero  se quedara sin sus juguetes navideños.

Otra playa que hubo en el interior del puerto fue la Playilla de Los Calafates, donde se bañaban los chiquillos y dónde se ubicaban varios astilleros (donde se construían y reparaban embarcaciones). Casi a la entrada del espigón (dique de poniente) estaban situados los Traspalales (Pantalanes) lugar de carga y descarga de mercancías y de juegos  de chiquillos y de jóvenes, el paseo del espigón tenía una muralla o muro por la que paseaban la gente por la parte superior de este, al final del espigón estaba el morro del espigón, conocido por la Punta del Espigón donde los vecinos acudían para ver llegar a los barcos pesqueros con aquellas nubes de gabinas (gaviotas) que volaban detrás de ellos, además en la punta del espigón, los pescadores de caña disfrutaban  de sus pesqueras y sus tertulias.

Aquel puerto lleno de paseantes que a veces tenían que ir con cuidado para no tropezar con las redes de pesca extendidas en el suelo que los remendaores (rederos) sentados sobre ellas se afanaban en reparar.

Cuántas personas recordarán los bares que había dentro del recinto del puerto de Motril, como el bar del Cojo y el bar de Carlos, en cuyas terrazas durante las tardes- noches de verano se sentaban las familias viendo llegar a la pescadería (lonja) los carros cargados de pecado recién pillado (capturado) casi vivo, mientras disfrutaban de las exquisitas frituras  de pescado que ofrecía estos establecimientos.

Los festejos más importantes de las fiestas de la Virgen del Carmen se celebraban dentro del recinto portuario, por lo general no había problemas de orden público, ya que los vecinos se conocían y se respetaban y las personas que acudían de diferentes sitios incluso de Granada capital, disfrutaba de las fiestas en armonía con la gente de El Varadero de Motril.

Uno de los motivos que me ha llevado a escribir esta pequeña historia es para intentar describir aquel puerto abierto al pueblo, donde convivían en armonía los trabajos del puerto y la diversión.

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