LA COLUMNA DE CONCHA CASAS

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LA BIBLIOTECA

Concha Casas -Escritora-

Tal día como hoy, hace 21 años, abrí las puertas de la que sería la biblioteca municipal. Un sueño que llevaba gestando desde que me vine a vivir aquí hace ya 28 años y que gracias a Miguel Torres y Manuel Noguera se hizo realidad.

Me encontré un espacio vacío, con algunas estanterías y varias cajas apiladas. Las fui abriendo una a una, con la emoción contenida de quien sabe que dentro de ellas se escondía un tesoro. Fueron apenas 500 libros que clasifiqué y ordené con tanta ilusión como pasión y que durante estos años se han ido multiplicando.

El Ayuntamiento presupuestó una partida mensual para ir haciéndola crecer y muchos otros también. 

Fulgencio Spa cada Navidad donaba un talón para comprar clásicos  españoles. Y así se hizo año tras año durante unos cuantos.

También el GRUPO colaboró desde el minuto cero a hacerla crecer. Cada año hasta hace seis, en que las disposiciones municipales  desviaron esa subvención a otros fines, llenó las estanterías de libros y renovó los juegos con los que nuestros niños crecieron aprendiendo.

Muchos y muchas vecinas donaron libros, colecciones para niños, clásicos de todos los tiempos y lugares…

Y así en un trabajo colectivo, aquellas estanterías se fueron llenando hasta hoy, que contamos con un fondo de más de  seis mil volúmenes, que se van renovando y ampliando mensualmente.

Desde el principio se convirtió en una extensión de los hogares de varias generaciones de este pueblo, que crecieron al calor y la magia de los libros. El testimonio que durante este mes han ido dando de ello a modo de homenaje, da fe de lo que digo.

También los adultos encontraron y siguen encontrando, su hueco en ella. De la mayoría de ellos podría decir que ya más que usuarios son amigos. Es mucho lo que a partir de un libro se llega a compartir.

Durante muchos años, al abrir sus puertas cada tarde, sentía que estaba viviendo un sueño, que algo bueno tendría que haber hecho en otras vidas, para en estas tener este premio, porque para mí más que un trabajo, es un regalo acudir cada día a ella.

Las anécdotas y vivencias que durante este tiempo se han vivido allí, son tantas, tan variadas, tan intensas, que haría falta una antología completa para describirlas.

A mi en particular me han enriquecido no solo como profesional, sino como persona. Un pedacito de cada uno de los que han pasado por ella, se ha quedado para siempre en mi corazón. Algunos ya no están entre nosotros, pero de alguna manera siento que parte de su esencia sigue aquí entre estas paredes, a veces como en un eco lejano los veo subir por las escaleras diciendo mi nombre…

Dar las gracias es quedarse corto, pero es lo que sale de mi boca y de mi corazón cuando pienso en estos más de veinte  maravillosos años. Gracias, gracias, gracias… de todo corazón, a todos.

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