EL VERBO PROSCRITO

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            TE ALQUILO EL PERRO

JUAN JOSÉ CUENCA -Escritor-

Ay… ¡Bienaventurados los que en estos días aciagos tengan perro! Da igual la raza o el tamaño, si es más feo que un gremli mojado o si le hacemos tirabuzones en el pelo para sacarlo de paseo. Es más que una realidad que quien tiene un perro tiene un tesoro y los hay quienes preferirían antes tener una mascota para poder salir un rato a la calle, que tener niños. Porque claro, con esto del maldito Covid-19 a los nenes hay que tenerlos bien encerraditos en casa (es lo que dice el Gobierno, que para eso son suyos) dando la tabarra a las mamás y papás y agobiadísimos después de tantos días de confinamiento. El momento en el que puedan pisar el tranco de la calle ríanse los potros salvajes dando coces al aire… Pero los perros (sí, esos que tanto nos molestaba sacar a veces para que hicieran sus necesidades) son ahora un bien preciado porque les está permitido saltarse la cuarentena cuantas veces quieran sin tener que llevar carné alguno.

Me parece comprensible que los pobres animales tengan que hacer ejercicio (¿y los niños?) y salir para dar rienda suelta a las barrigas, que si no son capaces de reventar como el lagarto de Jaén pero ¿no nos estamos pasando un poco? Si nos asomamos a la ventana podremos ver señoras y señores que nunca jamás antes habían sacado a pasear al perrillo (siempre había alguien mejor para hacerlo) y ahora se hacen una gymkhana salvando obstáculos por todo el barrio, escondiéndose a veces y haciendo filigranas para intentar irse lo más lejos posible de casa y de paso deambular por calles y parques desiertos con la excusa de que el can tiene que mear… ¡a dos kilómetros de casa! Sí, esos mismos que sacaban al animal de puro compromiso un par de veces al día y sólo porque el pobre le ponía ojillos al dueño mirando de reojo la correa colgada detrás de la puerta, ahora salen hasta 4 ó 5 veces por jornada y aprovechan para dar la vuelta al ruedo. De hecho, ya circulan multitud de simpáticos memes en las redes con fotos de perros ofreciéndose en alquiler (por un módico precio) para pasear, o simplemente denunciando y quejándose de lo agotados que están por la manía andarina de sus dueños.

Hay que tener la cara muy dura para aprovecharse de las circunstancias de ese modo. Basta con que me ponga las mallas ajustadas y la camiseta, me calce mis deportivas y me vaya desde Motril a la playa al trote galguero con la excusa de que estoy sacando al perro y que nadie tiene porqué decirme dónde pasearlo. Eso es verdad pero ¿no sería más conveniente un poquito de sentido común? Pensemos que hay miles de niños confinados desde hace más de un mes en casa, realizando tareas del colegio a destajo y telemáticamente (los que tienen estos medios y pueden) y con el único entretenimiento de Internet, la tele o unos padres agotados y a un paso de la locura que ya no saben qué inventarse para hacer el encierro más llevadero a sus retoños. Esos mismos niños que se asoman a ventanas y balcones aplaudiendo a policías y sanitarios todas las tardes, poniendo ojillos de cordero degollado y mirando con nostalgia aquellos columpios precintados y llenos de polvo e hierbajos que no hace mucho eran parte importante de su mundo.

Estamos de acuerdo que todo se hace por el bien de los pequeños, para evitarles peligros e exposiciones innecesarias al Covid-19, para preservarles y aislarles de toda fuente susceptible de contagio. Al fin y al cabo ellos son nuestro bien más preciado o el bien más preciado del Gobierno, ya no sé, hasta me atrevería a decir que más que nuestro perro ¿no creen? Que sí, que hay que sacar a los animales a hacer sus necesidades pero ¿no bastaría un par de veces, tres, al día?, ¿no sería suficiente salir a la puerta de la calle unos metros más allá y volverse rápidamente a casita? Pues parece ser que no. Y es que el Gobierno tampoco ha contribuido en demasía a esclarecer las cosas. Primero anunció que los propietarios de perros podían sacarlos de paseo para satisfacer la llamada de la Naturaleza y no impuso ningún límite de tiempo o localización; ante el desmadre callejero de canes y dueños parloteando juntos en grupos apretados de cotillas, poniéndose al día de las novedades, solucionando los problemas del país mientras los chuchos cagan, lo que dio lugar a innumerables denuncias por parte de los diferentes Cuerpos de Seguridad, se retractó y dando un paso atrás propuso que los dueños con sus mascotas no podían alejarse de su domicilio más de 50 metros. Ante esta medida que nadie cumplía, volvió a desdecirse y parece ser que ha quedado anulado lo de la distancia. Si bien en un principio se dijo que los animales, en este caso los perros, no podían contagiarse de coronavirus, ya se han dado casos positivos en animales cautivos en zoológicos. Nadie está a salvo.

Después de pedir prudencia y mesura a estos dueños, hemos de decir que el acto en sí de pasear a nuestra mascota reporta muchos beneficios para nuestra salud. Así lo dicen estudios de varias universidades que aseguran que cada vez que el perro se mueve nosotros nos movemos con él (¿?), por lo que nuestro organismo también hace ejercicio y se beneficia del paseo. Bueno, tampoco hacía falta un estudio para imaginar esto. Hasta paseadores profesionales de perros existen, un trabajo que va en constante auge. Cada vez más podemos observar por las calles a señoras o señores paseando a 5 ó 6 perros. Con un conocimiento extraordinario del mundo canino, se sacan un dinerito y hacen ejercicio por el camino. De hecho, según el estudio mencionado esta gente está en muy buena forma.

Para llegar a todas estas conclusiones, especialistas de las universidades de Ohio, Miami y Missouri evaluaron los datos de un informe sobre salud realizado con personas mayores de 50 años. Se descubrió que quienes paseaban asiduamente a sus mascotas poseían un menor índice de masa corporal, menores limitaciones físicas en la realización de actividades diarias y una disminución de dolencias crónicas, así como un aumento de la fibra muscular. Si quieren o necesitan echar un vistazo a este estudio, ha sido publicado en la revista especializada The Gerontologist y desarrollado por el National Institute of Aging.

A ver si de una vez por todas pasa todo esto y volvemos a hacer vida normal, con nuestros paseos con perro incluidos. Ahí si podrán explayarse e irse caminando a Tombuctú siguiendo una Cañada Real si quieren, aunque seguro que entonces que nadie se lo prohíbe el perrillo se muere de asco encerrado en casa. Acabada la pandemia saquen a los pobres bichos de paseo, por favor. Es buenísimo para la salud. No lo digo yo, lo dice la Ciencia.

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