NO BUSQUEMOS A DIOS EN LAS ALTURAS
La Palabra nos ofrece hoy algunas pistas de cómo actúa Dios en la historia humana:
Siempre…
– lejos de los palacios,
– en frente de los grandes,
– al margen de los poderosos …
Desde el principio, ya aparece cerca de los entramados familiares de unas tribus trashumantes como la de Abraham, siempre acompañando las peripecias de su vida cotidiana y alentando las más profundas aspiraciones de aquellas gentes tan pegadas a la tierra y al ganado.
Es la historia de un largo camino donde:
– la familia de Abraham cree y espera y…
– Dios promete y cumple.
Pero, sobre todo, el proceder de Dios se manifiesta, en este mismo sentido, en el nacimiento de su Hijo Jesús, dentro del encuadre histórico del Imperio Romano.
Jesús picapedrero, miembro de una familia pobre, desde antes de nacer, ya tiene que emigrar… ponerse en camino con sus pocas pertenencias, para regularizar su situación administrativa ante el Imperio…
Y además, se ve forzado enseguida a huir, como refugiado, fuera del país, por miedo a la violencia de un rey tirano que quiere acabar con su vida.
Pero, sobre todo, hay que subrayar, como en todos estos viajes de ida y vuelta, la familia pobre, libre y luchadora es siempre el vehículo donde:
– se acogen,
– se maduran,
– se interpretan y
– se viven… las llamadas de un Dios que siempre acompaña a su pueblo, desde abajo.
Pero es claro que esto no lo descubre todo el mundo…
Esto solo lo pueden descubrir aquellos que aprenden a mirar la vida con los ojos limpios y el corazón abierto.
Por eso en este domingo, después de Navidad, en que se celebra la fiesta de la familia de Nazaret, el evangelio nos recuerda que cuando José y María subieron a Jerusalén para presentar a su hijo primogénito, según mandaba la ley, todo pasó desapercibido para los jefes religiosos y los responsables del templo…
Y solo Simeón y Ana, dos ancianos pobres y medio ciegos, reconocieron a Dios en un niño pequeño y frágil, sostenido por las manos callosas de una familia humilde y trabajadora de las montañas de Galilea.
Por lo tanto, aprendamos a mirar más allá de lo visible… y no busquemos a Dios en las alturas… sino más bien en:
– las personas indefensas,
– las familias pobres y
– la gente pequeña…