NAZARENO Y ESPERANZA CUMPLEN CON LA TRADICIÓN Y EJERCITAN SU ESTACIÓN DE FE EL DÍA DEL JUEVES SANTO

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Domingo A. López Fernández

Fotos: EL FARO

 Impresionante cortejo sacro de la cofradía que es pionera en la inauguración de los desfiles procesionales de nuestra semana santa

La tónica general que viene marcando el devenir del día grande de nuestra fiesta mayor, el jueves santo, es el de la incertidumbre de ver salir las tradicionales procesiones de Semana Santa. El jueves no es día de precepto, pero desde tiempo inmemorial es fiesta señera en España. En Motril, por ejemplo, en siglos pasados, se paralizaban los trabajos de la zafra cañera y las gentes del pueblo se vestían con sus mejores galas para asistir a las representaciones de “La Judea” y, por supuesto, a la procesión conmemorativa del día.

Tres procesiones tienen señalada su estación de penitencia en la ciudad para la jornada sacra, concretamente la hermandad de penitencia de Nuestro Padre Jesús de Pasión, que lo hace a temprana hora, las 19:00 hrs de la tarde, desde la ermita de Nuestra Señora de la Cabeza. Le sigue la cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno y María Santísima de la Esperanza, que tiene prevista su salida para las 20:30 hrs de la tarde desde su casa hermandad. Y, finalmente, la cofradía del Santísimo Cristo de la Buena Muerte que, fiel a su cita, tiene fijada la hora de salida desde el templo Mayor para las 00:00 hrs del ya viernes santo. Las tres confieren prestancia y trascendencia a la semana santa motrileña y el comentario general de los fieles, vecinos y los visitantes que por estas fechas recorren la ciudad es que por fin, el cielo ha dado una tregua y ha posibilitado que las tres cofradías puedan salir a la calle.

Tal como ha quedado expresado, la cofradía nazarena iniciaba su salida penitencial desde la casa hermandad sita en la calle Cañas. En verdad, desde una hora antes, se hace imposible transitar por la misma y, mucho menos, cruzar las calles adyacentes ya que se encuentran atestadas de gentes que quieren contemplar ese momento único y especial en el que las puertas de la casa hermandad quedan abiertas para que salgan las imágenes titulares. En todo su entorno se aprecian esas ganas de ver los pasos en las calles en una semana santa que es anómala por circunstancias climatológicas y que previsiblemente, en este día de jueves santo,  se va a erigir en la primera jornada de nuestra fiesta mayor en cumplir fielmente los ejercicios penitenciales.

Con puntualidad exquisita, se ha acercado hasta las puertas de la casa hermandad una veterana camarera de la Virgen de la Esperanza, Angustias Correa Ruiz,  persona que este año ha designado la junta de gobierno para que llame a salir a la calle la procesión. Con los tres toques consabidos se ha verificado la salida penitencial, poniendo a su cabeza la  cruz guía y dos faroles de frente de procesión, a los que ha seguido una ordenada “pavera” infantil tocada con hábito penitencial sin capirote. Son, sin duda, el relevo generacional que las corporaciones tienen en cartera para que un día no muy lejano pueda seguir su devenir penitencial en el panorama cofrade motrileño. Se ha dispuesto a continuación la sección nazarena en dos filas que marchan tocadas con los colores que le son propios, hábito y capillo penitencial de color morado, capa de color  blanco y cíngulo dorado, portando todos velones de parafina en las manos. En su centro, un hermano porta la bandera corporativa, a la que sigue el libro de reglas escoltado por dos varas presidenciales y, finalmente, el estandarte titular bordado en oro que deja ver en su centro el rostro pintado de Nuestro Padre Jesús Nazareno. Seguidamente, se ha dispuesto la primera representación oficial de la cofradía que componen militares del destacamento del EVA-9 en su calidad de hermanos honorarios. Tras ellos, la propia de la institución municipal que personifica la alcaldesa de la ciudad, Luisa María  García Chamorro, además del presidente de la Autoridad Portuaria, José García Fuentes, y el hermano en hermandad de más antigüedad,  Carlos Bustos.

El cuerpo de acólitos y ciriales, junto a los incensarios, ha precedido, según protocolo, al monumental paso de Nuestro Padre Jesús Nazareno, que está realizado en madera tallada y es portado en modalidad de trabajadera sevillana por treinta y cinco costaleros. Sobre él, en plano alzado, se muestra con esplendidez al titular para hacerle presente desde todas las ópticas de la calle. La efigie del Nazareno es obra de posguerra y fue realizada en el año de 1938 por el insigne escultor granadino Antonio Martínez Olalla. Su efigie aparece tocada con potencias doradas y va ataviado con su tradicional túnica de salida que en su parte inferior muestra esplendidos bordados en oro, así como en la bocamanga. Finalmente, ha cerrado la sección nazarena la Agrupación Musical Nuestra Señora de los Dolores de Villanueva del Arzobispo (Jaén), que ha brindado espectacularmente los sones y sonidos que marcan el devenir del paso costalero. Así, se ha podido escuchar con fuerza e intensidad la marcha “Virgen de la Hiniesta” a la salida de la carrera oficial, “Reina de Reyes” a su entrada en la plaza de España, y “Pange Lingua”, marcha que ha dado lugar al rezo establecido este año en el palco elevado junto al ayuntamiento, lectura que ha verificado el padre consiliario, D. José Albaladejo. A continuación, la agrupación musical ha continuado con la sentida composición “Nuestro Padre Jesús de la Victoria”.

Seguidamente, ha quedado dispuesta la sección de María Santísima de la Esperanza, que abre su marcha con la cruz parroquial y ciriales, seguida, al igual que el tramo nazareno, por la “pavera” infantil tocada con el hábito titular y sin “caperuz”. A continuación se deja ver la bandera mariana escoltada por dos varas presidenciales y el estandarte de la sección confeccionado en terciopelo de color verde que muestra en su óvalo central el rostro de María Santísima de la Esperanza. Marchan los hermanos de luz tocados con los colores típicos de la sección, túnica de color blanco y capa y cíngulo de color verde. El tramo mariano presenta ahora el cuerpo de camareras de la Virgen y la insignia de la “Bacalá”, que figura bordada en oro y con el escudo corporativo en su centro, así como el de la ciudad de Motril.

El tramo reseñado da continuación al cuerpo de acólitos y ciriales, junto a los incensarios, que van esparciendo su característico olor en aras de purificar el aire que precede a una imagen sagrada. Con la majestuosidad que se desprende de un paso de palio, se deja ver la imagen de María Santísima de la Esperanza con toda su candelería encendida, estampa singular que mueve a la devoción y al particular sentimiento de fe que desprende la Madre del Hijo de Dios. La “Esperanza” también es obra del imaginero Antonio Martínez Olalla, que la realizó por encargo de la cofradía en el año de 1952. Frente a frente, se muestra el bello rostro concebido por el imaginero, que aparece tocado con corona como reina del cielo, así como el espléndido manto de color verde esperanza que le cubre y que presenta ricos bordados en oro con motivos vegetales.

Cierra finalmente el cortejo la Asociación Musical Mi Bemol de Itrabo, que interviene por quinto año consecutivo y que lo hace con su peculiar estilo y  buenos sones. De ello han dado buena cuenta sus integrantes a lo largo del recorrido, destacando, por ejemplo, la interpretación de la marcha “Aurora, Reina de la mañana” en la plaza de España, composición que ha sido seguida con “Al Cielo la Reina de Triana”.

El cortejo Nuestro Padre Jesús Nazareno ha dirigido sus pasos hacia su casa hermandad por la calle Cañas, donde era imposible transitar ante la enorme presencia de público. La clausura de la procesión ha tenido lugar a las 1:25 hrs de la noche, momento en el que se ha encerrado la imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno. Con posterioridad lo ha hecho el paso de palio, concretamente a las 2:00 hrs de la madrugada, en un sentido momento que ha tenido como colofón el recibimiento que le han hecho los componentes del paso de misterio.

Buen colofón, pues para esta jornada de jueves santo que ha permitido ver con atención y esmero el discurrir del cortejo por las calles de la ciudad, y ello con una particularidad más que apreciable, la ausencia de lluvia, que en la dimensión y trayectoria en que nos movemos es todo un lujo.

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