UN KILO DE AGUACATES, DOS MIL LITROS DE AGUA

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UN KILO DE AGUACATES, DOS MIL LITROS DE AGUA

Agustín Martínez -Periodista-

Entre ola de calor y ola de calor; entre noticias sobre la agonía del Mar Menor, la muerte de las Tablas de Daimiel y la condena de Doñana; entre advertencias de sequías extremas y amenazas de incendios de sexta generación inextinguibles, nos ha llegado, con veinte años de retraso, la firma que posibilita la licitación del primer tramo de las conducciones de la presa de Rules, que permitirá poner en regadío, dentro de no menos de tres años, más de 700 hectáreas de cultivos subtropicales y abastecerá el consumo de más de 300.000 personas.

En el fragor del debate de como es posible que esta bendita tierra soporte sin rechistar retrasos de veinte años para cualquier proyecto de medio pelo, me enteré de un dato que me dejó helado, a pesar de los 40 grados a la sombra que soportaba en ese momento: producir un kilo de aguacates necesita la friolera de dos mil litros de agua, conseguir un litro de leche precisa mil litros, un kilo de chocolate requiere 17.000, uno de arroz, dos mil quinientos litros y un humilde huevo, doscientos… ¿Cómo se quedan ustedes?

La impresión que me produjeron esos datos me llevaron a intentar profundizar en el tema. Granada, provincia que según todos los estudios se encuentra en grave riesgo de desertificación, es la segunda provincia que más superficie dedica a la producción de aguacates con 2.700 hectáreas. Teniendo en cuenta que cada hectárea puede producir entre cinco y seis toneladas de la preciada fruta, tendremos que nuestra provincia, produce anualmente 16 millones de kilos de aguacates, que habrán requerido la friolera de ¡treinta y dos mil millones de litros de agua!

En esta sociedad tan sana y tan moderna, consumir aguacate es lo más cool y no hay influencer que se precie que no nos recomiende su consumo en mil formatos diferentes. Cualquier restaurante, bar de moda o garito al uso, te ofrecerá aguacate para desayunar, tapear, almorzar y cenar y tú lo consumirás convencido de lo natural y exquisito que es como buen amante de lo sano.

Es indudable que la costa granadina cuenta con un clima privilegiado para su cultivo y que ya, a mediados del siglo XIX, habían plantaciones de aguacate en Almuñécar, y se planteaba como una agricultura de futuro.

Según he podido encontrar en «Rinconesdegranada.com, el origen del cultivo del aguacate en Granada se remonta a casi hace dos siglos. «En el Diccionario geográfico estadístico-histórico, Pascual Madoz escribió en 1846: “La anona chirimoya, árbol americano de agradable fruto que se reproduce con facilidad y es muy común en Motril y Almuñécar; plátano, aún más generalizado en ambas vegas; el aguacate y el guayabo, recientemente aclimatados en Almuñécar.”

No obstante, las plantaciones de aguacates localizadas a lo largo y ancho del arco mediterráneo en el siglo XIX, no pasaban de ser cultivos particulares y anecdóticos. El verdadero artífice del cultivo extensivo del aguacate, en Granada, fue Arsenio Rueda, un ingeniero agrónomo que estuvo dirigiendo la Estación de Agricultura General de Motril desde 1917 hasta 1940.

Es cierto que el aguacate es el nuevo oro verde, el gran superalimento y el nuevo bálsamo de Fierabrás y que la costa de Granada puede llegar a ingresar hasta 40 millones de euros anuales por su producción, pero lo que no tengo nada claro es que una zona con un déficit hídrico que no va a ir a mejor, se pueda permitir un cultivo que precisa esa barbaridad de agua para llegar a su mesa.

Es verdad que el embalse de Rules puede llegar a embalsar hasta 114 hectómetros cúbicos y también que desde su construcción se ha vaciado al mar hasta ocho veces, por la incompetencia y la desidia de una clase política, incapaz de haber construido las conducciones que llevaran el agua embalsada a las tierras y pueblos donde se necesita, pero no es menos cierto que tendríamos que empezar a replantearnos la sostenibilidad de algunos cultivos para que no incurramos en aquello de «pan para hoy y hambre para mañana», porque a día de hoy el verdadero oro no son los aguacates, sino el agua.

Y ya lo saben, cuando acudan a su frutería y carguen un kilo de aguacates en el carrito, acuérdense de que con ese kilo se llevan dos mil litros de agua… Buen provecho.

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