LA COFRADIA NAZARENA CLAUSURA EL ANIVERSARIO DE SUS 75 AÑOS DE VIDA COFRADE

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               Domingo A. López Fernández

Fotos: EL FARO

José Santiago imparte un sentido pregón que rememora la vida activa de la corporación

José Santiago en pleno pregón.

En la noche del sábado, y en su propia sede canónica, la iglesia de la Encarnación, la Real y Muy Ilustre Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno y María Santísima de la Esperanza ha dado por clausurada la conmemoración de los 75 años de vida corporativa en el ámbito pasionista de la ciudad. Ha sido, desde luego, un año bastante pródigo en actos con el fin de recordar a aquellos 46 hermanos que en el año de 1947 decidieron refundar una institución cofrade que, siguiendo la tradición, ha dado culto y veneración a una imagen de Cristo cargado con la cruz de su martirio. La casa hermandad ha sido el centro neurálgico de los actos programados por su junta de gobierno, al margen de los que propiamente han tenido lugar de forma pública, tal y como ha podido ser el rosario vespertino en honor a su titular mariana, María Santísima de la Esperanza, o la propia salida extraordinaria de Nuestros Padre Jesús Nazareno, actos que convocaban a todo Motril para hacerle parte activa del hecho que se rememora.

El hermano mayor, Adrián Martín.

El sábado, pues tenía lugar la misa en acción de gracias por la celebración del 75 aniversario, que ha celebrado el consiliario, D. José Albaladejo, en cuya homilía tuvo un vivo recuerdo a la trayectoria de corporación nazarena en la ciudad. Finalizada ésta, tenía lugar el pregón extraordinario de la clausura de este año especial, que ha quedado a cargo del conocido cofrade José Santiago Martín, exaltación que ha colmado con creces las expectativas planteadas por la corporación nazarena. El pregonero, curtido ya en estas lides, ha puesto toda su intención y todo su sentimiento en desgranar la historia de la cofradía, la de los personajes claves en la refundación, la de las personas que se han sucedido con el único afán de engrandecer el culto y la devoción a sus titulares y, como no, a esas personas que ya no se encuentran en el mundo terrenal, cofrades de pro, que siempre tuvieron en el horizonte la figura de Cristo Nazareno y su Madre bajo la advocación de María Santísima de la Esperanza.

Juan Carlos Medina, presentador del pregonero.

El pregón de cierre del año nazareno tenía fijado su inicio a las 21:00 hrs de la noche en el espacio habilitado por la organización junto a la propia capilla de su titular, especialmente ornamentada para la ocasión con el guion corporativo y el cartel  conmemorativo del 75 aniversario. Tras ambos, la egregia figura del Nazareno, extraordinaria obra salida de la gubia del escultor Antonio Martínez Olalla y, junto a él, la de su Madre, María Santísima de la Esperanza, también del mismo escultor, que ha sido trasladada desde su altar para este solemne acto de clausura. El color morado y el propio del verde esperanza han brillado, pues en la noche con la solemnidad que imprimen las palabras que brotan desde el mismo corazón del pregonero que siente en lo más hondo de su ser la fe y la particular devoción a su Cristo Nazareno.

Comenzaba puntualmente el acto con la presencia del hermano mayor de la corporación, Adrián Martín, quien recordó al público presente que la principal motivación del aniversario ha sido la reafirmación de la fe en sus titulares y su implicación en fieles y devotos de la ciudad. Refirió así que esos 75 años de vida cofrade no entrañan simplemente la historia de dos imágenes de pasión, sino más bien, la reafirmación de la fe de un pueblo en sus sagradas efigies.  Con el aniversario, han querido, pues concienciar a los hermanos y fieles en general en los valores religiosos, históricos y culturales de la corporación nazarena para vincularlos a la vida activa de la hermandad y potenciar su unión. En su conclusión afirmó, igualmente, que las imágenes de Nuestro Padre Jesús Nazareno y María Santísima de la Esperanza son un referente espiritual que ya forma parte del patrimonio de la ciudad, además de extender sus lazos al plano devocional, cultural y social que anida en su ámbito de influencia. Adrián Martín finalizaba su intervención con un conciso detalle de los actos celebrados desde el mes de mayo para, a continuación, ceder la palabra al presentador del pregonero, Juan Carlos Medina Martín, coordinador del programa radiofónico “A golpe de llamador”, y persona a la que unen fuertes lazos de amistad con el protagonista del día, José Santiago Martín.

José Santiago, ofreciendo su pregón en la iglesia Mayor.

Juan Carlos Medina Martín iniciaba su discurso con lo que el definió con un guiño al destino, ya que hace poco más de un mes pregonaba a la Divina Pastora de Capuchinos y José Santiago Martín se convertía en su presentador. Ahora se cambiaban las tornas y directamente se dirigía al pregonero para atribuirle la condición de ser profeta en su tierra en ese ámbito que tan bien conoce. De José Santiago dijo que es “Pastoreño hasta las trancas”, amén de otras devociones particulares. Reconoció públicamente la amistad que le une a él, porque “amistad como la nuestra, no se valora según empieza, sino más bien cómo transcurre. Transcurre y no acaba, porque una auténtica, nunca acabará y si acabara, es que nunca lo fue”. Como bien expuso, la amistad no se forja en los excesos, ni en los abrazos, ni en las barras de bar, sino en la escasez, pues cuando falta un hombro en el que apoyarse, ahí se ha de encontrar siempre a un amigo. Y ahí siempre ha estado José Santiago Martín, “ejemplo y baluarte del verdadero sentido de la amistad como yo la entiendo y como la siento”.

De la trayectoria cofrade del pregonero no quiso extenderse, pues es de sobra conocida, como la propiamente radiofónica, la devocional y la colaborativa con las distintas cofradías y hermandades de la ciudad, amén de otros méritos. Pero si dijo de él que “desde su juventud ha sido un actor necesario en nuestra Semana Santa” y reconocía per sé su “valía, su sabiduría y su experiencia”. Igualmente afirmó que José Santiago “es historia viva de Nuestra Semana Santa y testigo predilecto de su evolución”. Con un sentido poema de producción propia que tiene como protagonista al pregonero y en el que se confiere el valor real al hermano al que tiene considerado, le cedía el atril, porque “tuya es la palabra”.

El hermano mayor entrega un cuadro de reconocimiento al pregonero, José Santiago.

El pregonero es poeta del alma. Así se dejaba ver en su preámbulo, donde una sentida composición recogía la trayectoria cofrade de la ciudad ligada a su Nazareno, ese Nazareno “que Alfaro nos trajo/ a un nazareno rendido/por el peso de los pecados/ que con cruz en el hombro “prendío”/hizo la devoción y la tuvo durante siglos”. Recordaba el pregonero, asimismo, en esos inspirado versos que la guerra truncó la devoción, pero “volviste a renacer más fuerte/de las plegarias motrileñas/ y en tu madera impregnada, /dejaste el amor suficiente, /para volverte a tallar/Martínez Olalla”. Tuvo asimismo en su parte final del preámbulo un recuerdo emocionado a los hombres que tuvieron el arrojo de fundar la cofradía que en el día de hoy se homenajeaba, hombres que “pusieron amor y empeño para devolver a Motril a Nuestro Padre Jesús Nazareno”.

José Santiago entraba de lleno en su discurso reconociendo la responsabilidad que le confería ser pregonero de una cofradía de la que no es hermano, pero que siente desde pequeño en su corazón. Es, como bien dijo, “la cofradía decana del Jueves Santo”. Recogiendo la llama de la historia afirmó que la advocación nazarena viene de siglos, y “por siglos será mantenida”, tal y como lo inculcaron personalidades ligadas a la corporación tales como Laureano Rodríguez Barbero, Juan Antonio Escribano Castilla, José Gómez y otros muchos más.

El público presente aplaude el final del pregón de José Santiago.

El presentador, Juan Carlos Medina, tuvo también dedicado su pequeño espacio al aludir a su primer encuentro virtual, instante que ha fraguado una amistad que ha pasado a ser fraternal. Afirmó también que las palabras hacia su persona han sido desde luego exageradas, y aprovechó el momento para conferirle sus gracias más infinitas.

De seguida, el pregonero quiso ahondar en las circunstancias del renacer cofrade que hunde sus raíces en una imagen que desprende pasión y que hizo el milagro de devolver la Semana Santa a Motril. Y de su mano vino también la Virgen de la Esperanza, “luz eterna con la que el cristiano, cuando ve vencidas sus fuerzas, se aferra a su verde manto y corona cincelada de estrellas para hacer en la noche del Jueves Santo, “La Esperanza motrileña”.

Su intervención continuaba ahora con el sentimiento que anida en su corazón ligado a su infancia como “nazarenito motrileño”. Recordó, que fue nazareno gracias a la devoción que le inculcó su abuela en aquellas lejanas tardes de un jueves santo cualquiera cuando acudía a la procesión asido a su mano. Reconoció que “de niño yo esperaba la Semana santa con una ilusión grandísima, pero esa ilusión era contagiada por mi abuela Paquita, una fiel devota y cristiana”. Era una semana santa con olor a canela y limón, a arroz con leche y a claras con tenedor en mano que “constituyen una costumbre de casta”. José Santiago cumplía todos los años su manda en compañía de su abuela: “Que no daría yo por volver de nuevo a mi infancia y caminar tras tu verde manto, pues el verde va por mis venas”. Un pequeño inciso en su narración trajo a su mente a aquellos nazarenos de pro que llevaron siempre en su alma a sus titulares. Así renombró al vestidor Olvera, a la familia Escribano, “cofrades de buena madera”, a Paco Gómez, a Paco Barrera, a las hermanas Del Valle, y a otros muchos más, “por estar a la cabeza del mayor proyecto de amor que pudiese ver en esta tierra”.

Tras su reconocimiento cobra ahora valor la devoción al Nazareno. Ensimismado frente a la imagen, levanta los ojos y no puede fijar por más tiempo su mirada, algo que les pasa también a otros hermanos de la hermandad. Sus manos, su cara, su bendito y sufrido rostro le hace desgarrar su alma. El Nazareno, dijo, es “el rostro bendito del Hijo de Dios que en la tierra manda y Motril te hace padre de sus campos, de sus calles y sus plazas”.

Foto de familia del pregonero, presentador, miembros de la Cofradía y el párroco José Albadalejo.

El giro en su narración le hace ahora virar su discurso hacia el 75 aniversario fundacional para recordar a los hermanos cofrades que ya no están y que fueron “piezas claves para el desarrollo de la cofradía y la Semana Santa motrileña”. Comenzó por el arcipreste, D. Salvador Huertas Baena, que fue quien se encargó de fundar la cofradía en la etapa de posguerra. Seguidamente, los soldados del Escuadrón de Vigilancia nº 9, que fueron quienes portaron la sagrada imagen nazarena sobre sus hombros. Como bien dijo, “aquella salida marcó un antes y un después en las relaciones del cuartel Eva nº 9, no solo con la cofradía sino también con la ciudad, de modo que hoy ostentan el cargo de “Hermanos Honorarios”. Asimismo, las “Camareras de la Virgen”, entre ellas Fátima y María Victoria del Valle, Nati Rodríguez o Mari Tere Bustos, “mujeres que a pesar de los tiempos supieron estar a la altura de sus cargos dejando con su esfuerzo y trabajo la integración de la mujer en la Semana Santa motrileña”. También tuvo palabras de reconocimiento para Bernabé Pagés, artífice de que hoy la cofradía nazarena goce de su casa hermandad. Y qué decir del cuerpo de costaleros y sus capataces, “que llevan al Nazareno entre calles, plazas y estrechas callejuelas, dejando marcado en el andar más sereno para llevarlo a la tragedia, que no es otra que morir en el monte Calavera”. Así lo han hecho el hermano cofrade Aguilera, Poli con su Madre Esperanza, y Fali, capataz de capataces. Y así pudo espetar: “A ti hermano, esto es confraternidad, que palabra más grande, si tú la sabes llevar”.

La labor social de la cofradía tampoco pasó desapercibida para el pregonero, ya que como bien dijo, una cofradía no es cofradía si al prójimo no sabe ayudarle… Y esta cofradía, “esta cofradía nazarena, siempre está dispuesta a ayudar”.

La parte final de su pregón va dirigía a la “recogía”, y los cambios experimentados en los tronos procesionales ya que donde antes había costaleros, ahora se hacen acompañar de un cuerpo de mujeres. También en el recuerdo quedan personas entrañables que dieron lo mejor de sí para la cofradía, entre ellos Diego, barítono sin par, o el ángel Pablo Funes.

Ya llega a su fin su discurso y para ello hace destacar a la que es cofradía decana y a la que induce a mirar hacia el futuro, “aunque cien años vengan. Sois nazarenos… para seguir enseñando a Motril que vengan años por décadas, que aquí hay buena semilla nazarena de aquellos que se fueron”.

José Santiago, pregonero y Juan Carlos Medina, su presentador.

Finalizado su discurso, el aplauso de todos los presentes se hizo sentir con fuerza en el recinto eclesial con un público entregado y puesto en pie durante breves minutos. De seguida, Adrián Martín, hacía entrega al pregonero del cuadro conmemorativo del 75 aniversario, momento que todos los hermanos de hermandad aprovecharon para felicitar personalmente al actor principal del pregón. Todavía quedaba un paso más de la mano del hermano mayor, que accedió al atril para agradecer públicamente a los cuarenta y seis hermanos fundadores de la cofradía, cuyos nombres fueron recitados uno a uno, para finalmente recibir el generosos aplauso de los hermanos cofrades que les han sucedido.

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