RELATOS DE LA HISTORIA DE MOTRIL

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UN PROYECTO PARA LA CONSTRUCCIÓN DE UNA CARRETERA DE MOTRIL A GRANADA A PRINCIPIOS DEL SIGLO XIX

Manolo Domínguez -Historiador y Cronista Oficial de la Ciudad de Motril…

La cuestión de las comunicaciones terrestres siempre ha preocupado históricamente a los motrileños prácticamente desde el siglo XVI y en especial la comunicación con la capital de la provincia.

La realidad fue que Motril nunca estuvo a lo largo de su historia, hasta casi nuestros días, bien comunicado con ninguna de la ciudades importantes de su entorno, ya que su situación geográfica en una hoya costera formada por el río Guadalfeo y rodeada de importantes montañas, impidió el desarrollo de unas vías de comunicación por tierra, adecuadas a la situación económica de la comarca de la costa.

Fue por esta razón, que la apertura y conservación de los caminos y carreteras, ha sido una constante siempre presente en nuestra historia local y aún en la actualidad sigue siéndolo.

En el caso particular que nos ocupa en este articulo, la unión terrestre con Granada, presentó tradicionalmente en los siglos pasados numerosas dificultades. En primer lugar la posibilidad de construir un camino carretero por la margen derecha del río en sentido Granada, era prácticamente imposible de realizar ya que el carácter torrencial del Guadalfeo y sus constantes avenidas harían impracticable el camino  durante gran parte del año y los costos para efectuar obras que sujetasen el río eran exorbitantes y durante siglos fueron imposibles de abordar; incluso poder atravesarlo en dirección Málaga supuso serios obstáculos hasta fines del siglo XIX, por lo ancho e irregular de su cauce desde el tajo de los Vados hasta su desembocadura, lo que  impidió la construcción de puentes.

Por otro lado, el camino ancestral a Granada que se iniciaba, ya desde época musulmana desde la calle Curucho hasta la Posta y desde ahí hacia Vélez Benaudalla, tenía que salvar varias ramblas, la subida hasta el puerto de la Gorgoracha y después franquear un pronunciado descenso hasta Vélez, donde habría que atravesar el río con un puente, que la mayoría de las veces estaba en ruinas por la fuerza de las aguas del río. Después habría que proseguir por una abrupta zona montañosa hasta llegar el valle de Lecrín, muchas veces a través del camino de los Guájares y Pinos del Valle. Todo esto hizo muy complicado, con los medios  antiguos, abrir un camino de ruedas, cuando no únicamente de herradura, en las condiciones optimas para facilitar una comunicación adecuada de la costa con Granada.

Fue, por lo tanto, una preocupación sempiterna que se reitera muy frecuentemente en las documentos históricos que se conservan de épocas pasadas y numerosos los proyectos, todos infructuosos hasta la segunda mitad del siglo XIX, que pretendían la construcción de una nueva carretera que solventase el enraizado problema viario hacia la capital.

Uno de estos irrealizados proyectos, fue el planteado por el brigadier Jaime Moreno, gobernador político y militar de Motril desde fines del siglo XVIII hasta 1813, un burócrata ilustrado de una gran capacidad de trabajo y de inventiva, que pretendió resolver durante su etapa de gobierno, los considerables problemas que presentaba el Motril de su época y al que debemos, entre otras cosas, la implantación del cultivo del algodón en nuestra vega que salvó a la ciudad de la gran crisis económica producida por la decadencia de la caña de azúcar a fines del XVIII. Personaje al que Motril aún le debe el reconocimiento que le corresponde.

Litografía de François Pannemaker en “Viajes Andaluces” de Pedro Antonio de Alarcón…

Jaime Moreno comprendió, desde su llegada a nuestra ciudad, que era absolutamente necesario tener unas buenas comunicaciones terrestres para lograr el restablecimiento económico motrileño y entre sus diversos planes para Motril fechados en 1804, estuvo la construcción de una buena carretera con el fin de facilitar la salida de todas las producciones granadinas hacia el puerto de Calahonda que distaba 12 leguas desde Granada, en vez de tener que llevarlas, como se hacía habitualmente, al puerto de Málaga que estaba ubicado a 18 leguas de la capital granadina. Precisaba, también, que como Motril estaba distanciado 18 leguas menos que Málaga desde Barcelona, los catalanes, principales factores del comercio marítimo granadino en este período histórico, preferirían desembarcar y embarcar todas sus mercancías con destino a Granada en Calahonda, antes de hacerlo por el puerto de malagueño, ya que los costes del transporte disminuirían sensiblemente..

Todo esto, en su opinión, fomentaría el comercio de Motril y su agricultura, con lo que se enriquecería esta población y los demás pueblos y lugares de la comarca de la costa.

La carretera hacia Granada, proponía Jaime Moreno, debería abrirse por los vados del río Guadalfeo, levantando un puente de piedra muy sólido en Vélez y para cuando el río fuese muy crecido, se abriría un camino alternativo por la Gorgoracha hasta el citado puente. A partir de aquí y hasta el valle de Lecrín, la Corona sería la encargada de construir una carretera apropiada que salvase escollos geográficos tan importantes como los barrancos de Izbor, Tablate o Dúrcal.

La forma que el brigadier Moreno proponía para costear la obra sin gravar al Erario Público, era la de imponer a Motril, Granada y a todos los pueblos por donde pasase la carretera, una contribución especial correspondiente al jornal de doce peonadas, 70 reales, por vecino residente en estas poblaciones. Así calculaba que entre todas las ciudades y pueblos habría unos 30.000 vecinos, con lo que se recaudaría 2.100.000 reales, cantidad que estimaba más que suficiente para hacer frente a los gastos necesarios para realizar la construcción.  El gobernador tenía, además, en cuenta los bienes y rentas económicas de los mencionados vecinos y hacía una división de la contribución de acuerdo a las posibilidades de ingresos de cada uno de ellos:

  • Ricos: Pagarían una contribución equivalente a 16 peonadas.
  • Clases medias: Contribuirían con lo equivalente a 12 peonadas.
  • Pobres: Su contribución equivaldría a 8 peonadas, que podrían ser pagadas con trabajo en las obras.

El proyecto nunca llegó a ponerse en marcha, se quedó solo en el papel, seguramente por el traslado del gobernador a Málaga, por los acontecimientos de años posteriores que desembocaron en la Guerra de Independencia y la poca aceptación de la contribución por las clases pudientes. Pronto, el proyecto, cayó en el olvido y aunque Jaime Moreno intentó retomarlo cuando después de la guerra fue nombrado de nuevo gobernador de Motril, la muerte pronto le sorprendió en nuestra ciudad y fue enterrado con grandes manifestaciones de luto en la iglesia de Nuestra Señora del Carmen, donde seguramente aún reposan sus restos.

Casi 50 años habría que esperar para que se iniciasen las obras de una nueva carretera de Motril a Granada, ya en el reinado de Isabel II.

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