RELATOS DE LA HISTORIA DE MOTRIL

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1977

JAIME MORENO Y EL PRIMER PASEO PÚBLICO DE MOTRIL EN EL BORDE DE LA ACEQUIA EN 1802

MANOLO DOMÍNGUE -Historiador y Cronista Oficial de la Ciudad de Motril-

El brigadier de los Reales Ejércitos D. Jaime Moreno de la Corte Dávila fue nombrado gobernador político-militar de la ciudad de Motril en octubre de 1798, encontrándose una población casi en ruinas y en una total crisis económica de la que los motrileños de la época creían casi imposible salir y pensaban que era el final de la existencia de nuestra ciudad.

El cultivo tradicional de esta zona, la caña de azúcar pasaba por un ciclo de crisis que hacía de la economía cañero-azucarera una especulación demasiado poco productiva y que no podía sostener ya una verdadera economía agraria y estaba provocando la total desaparición de la caña de azúcar en nuestra vega y de la industria azucarera, pero sin encontrarse, por el momento, una vía de solución que permitiese reorganizar el sistema económico y nos sacase de la profunda crisis en que se vivía.

Jaime Moreno se puso inmediatamente a estudiar las causas de la crisis y buscar los remedios necesarios para lograr la recuperación económica, elaborando proyectos e informes al gobierno de la Nación para que este ayudara a Motril.

En 1802 presenta al pleno del Ayuntamiento un proyecto consistente en la sustitución de la caña de azúcar por el algodón, que podría sacar de la ruina a los labradores y dar trabajo a miles de personas que permanecían en paro, estableciendo, ya en este año, 300 tornos de despepitado y algunos de hilados en los que se pudieron ocupar muchas familias que pasaban verdaderas necesidades por la falta de trabajo. El algodón en pocos años se convirtió en la producción principal de Motril, consiguiéndose así la recuperación económica y dar trabajo a miles de jornaleros, proyectándose la construcción de fábricas de tejidos

Igual hizo con el cultivo de la seda, convirtiendo a Motril en una de las ciudades más importantes en la producción sedera española de estos años.

Para poder mejorar la economía motrileña era también necesario, a juicio de Moreno, realizar importantes obras de infraestructuras de las que la ciudad carecía.

Plantea en primer lugar la absoluta necesidad de hacer una buena carrera de Motril a Granada y salvar el río construyendo un puente en Vélez de Benaudalla. Se lograría así, que los productos del interior se comercializaran por el puerto de Calahonda, que se pudiesen vender bien las producciones motrileñas y atraer a nuestra ciudad a muchas de las familias granadinas, jienenses y hasta de Madrid, que vendrían a Motril a veranear por nuestro buen clima.


Restos del Paseo del Borde de la Acequia tras el antiguo hospital de Santa Ana en la plaza de la Tenería. 1929.

Otro de sus proyectos fue el de prologar la acequia hasta Calahonda, poniendo en cultivo los Llanos de Carchuna que estaban incultos y hacerla navegable de manera que las producciones motrileñas se pudiesen llevar con más facilidad y mejor precio hasta el puerto de Calahonda que se ampliaría con nuevos muelles, siendo partidario, también, de construir un nuevo puerto más grande en el Varadero.

En el tema de la ampliación de cultivos, proyectó construir una nueva acequia que, tomando aguas de la Fuente del Muerto, regase la parte norte de Motril hasta la cota 150, poniendo en cultivo unos nuevos 10.000 marjales hasta ahora improductivos por ser de secano.

Proyectaba, además, el encauzamiento del río Guadalfeo que tenía inutilizados más de 15.000 marjales con sus constantes avenidas.

Aparte de estos proyectos, Jaime Moreno construyó una carretera entre Motril y Calahonda, realizó el primer paseo público denominado “La Glorieta”, que recorría el borde de la acequia por el sur de la ciudad hasta las actuales Explanadas. Hizo otro paseo marítimo en Calahonda. Estableció un Montepío de Labradores para ayudar a los campesinos pobres para mejorar sus cultivos. Arreglo numerosas calles de la ciudad, llevó fuentes públicas a barrios que carecían de agua potable y consiguió que por la Corona se no cobrase a Motril por15 años los impuestos que recaían sobre el azúcar, el algodón y el vino y destinar su producto a la recuperación de la ciudad.

Realmente D. Jaime Moreno fue un adelantado a su tiempo. Su empeño por sacar a Motril de la enorme crisis en que se vivía hubiese dado sus frutos si la coyuntura política y económica del país lo hubiese permitido y nunca se consideró más que un funcionario, cuyo deber era la de proporcionar la regeneración y la felicidad de los motrileños como servicio al Rey e a su Patria.

En 1804, fue nombrado para igual cargo en Málaga, no sin que el Ayuntamiento, el pueblo de Motril y el propio D. Jaime solicitasen, sin éxito, al rey la revocación de nombramiento para el gobierno malagueño.

Aún en 1813, cuando la ciudad vivía una completa ruina tras la ocupación francesa, el Ayuntamiento solicitó a la Regencia del Reino que se nombrase a Jaime Moreno comisionado en Motril para llevar a cabo los proyectos que había planteado.

En marzo de 1814, el brigadier volvería a Motril, aunque enfermo y agravándose su estado, en pocos días falleció.

Las autoridades y todo el pueblo de Motril lo acompañaron en su entierro, siendo sepultado, como había sido su último deseo, en la ermita del Carmen situada en la popular calle del Camino de la Cañas.

Con su muerte, sus proyectos para Motril fueron olvidados y algunos de ellos se hicieron realidad muchos años después: carretera de Granada, regadíos de Carchuna, ampliación de regadíos a la cota 200, construcción del puerto del Varadero, puente de Vélez, encauzamiento del Guadalfeo, agua potable en los barrios, etc.

Fue un personaje que intentó buscar soluciones a un Motril en crisis y que luchó por la prosperidad de sus habitantes.

Le debemos, más de 200 años después, como ciudad, un reconocimiento a su labor y algún homenaje que recuerde a los motrileños actuales y a la generaciones venideras como hubo hombres que sin ningún interés político o económico batallaron por la felicidad y el bienestar de nuestra ciudad y sus habitantes y a los que no le hemos puesto, ni siquiera, un nombre en las calles ni les hemos erigido monumentos, mereciéndoselos, con toda seguridad, mucho más que algunos a los que sí hemos dedicado nuestra memoria colectiva.

En 2014 solicitába al Pleno del Ayuntamiento que, en su recuerdo, se le dedicase una de las calles de Motril y que mejor que la llamada “Borde de la Acequia”, ya que en ella con la ilusión de engrandecer Motril y mejorar la ciudad, Moreno, ordenó edificar el primer paseo público que tuvimos para uso y disfrute de todos los motrileños, mucho antes de las actuales Explanadas. Aquel primer paseo motrileño se perdió con el paso del tiempo, pero no debemos perder la memoria de quien lo construyó buscando un Motril mejor.

Creo que se lo merecía más que nadie.

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