En la tarde-noche del pasado domingo se celebraba en Motril la tradicional procesión a Nuestra Señora de las Angustias, acto religioso con el que se da colofón a las fiestas del barrio que han sido programadas en su honor. En los días previos, concretamente del 4 al 12 de octubre, ha tenido lugar la novena a la Virgen que ha redundado en su temática de fe con temas tales como ¿Qué significa creer hoy?, «la fe como confianza en Dios», «si tuviéramos fe realizaríamos grandes cosas» o «la fe nos lleva a la caridad», entre otros.

Por la tarde, como es tradicional, tuvo lugar la procesión de alabanza a Nuestra Señora de las Angustias, acto que fue anunciado a los fieles con una monumental traca en las proximidades del templo. La procesión aparecía abierta por la cruz parroquial y ciriales seguida de dos interminables filas de devotos portando las velas con las que cumplen sus mandas. Llamativo resultaba, sin duda, el gran número de personas que marchaban descalzas y, entre ellas, algunas con vendas cubriéndoles los ojos. Tras las filas, la representación oficial de las cofradías y hermandades de penitencia de Motril, seguidas de las de Gloria y la cruz de la sección de la hermandad de Nuestra Señora de las Angustias. Antecede ésta al monumental trono de la Virgen que marcha portado en estilo malagueño por su cuerpo de costaleros y sobre el que luce la impresionante imagen titular, obra del insigne escultor Domingo Sánchez Mesa. Tras la Virgen, la representación de la parroquia con su titular, D. Manuel Jiménez a la cabeza, una comisión de representantes municipales adscritos a los grupos del Partido Popular y PSOE y el cuerpo de camareras en traje de mantilla.
El itinerario marcado por la hermandad para este año partía desde la ermita de la Virgen y ha continuado por la calle Virgen del Pilar, Ricardo Molina, Mª Antonia Fernández la Caramba, Almil, Alifa, Barranco de las Monjas, la Romanilla, San Roque, Camino de las Cañas y calle Monjas, donde se verificó el encierro cercanas las 00:15 hrs. de la noche. Espectacular resultó, sin duda, la quema de un castillo de fuegos artificiales que fue ofrecido por el pirotécnico Esteban Martín, teniendo la particularidad de que una de las ruedas dejó entrever la silueta de la ermita sobre la que se desplegó una imagen de la Virgen de las Angustias.
