Sobre las actuaciones policiales en el 25-S

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GASPAR ESTEVA RODRÍGUEZ
Lo peor de un dirigente es el desprecio hacia los gobernados sobre todo a aquellos que ponen en cuestión su quehacer político.

A pesar de considerar que existen innumerables personas de uniforme que utilizan sus propios delirios para actuar de forma extravagante, por emplear un eufemismo, no pretendo atizar el fuego con más descalificaciones sobre la actuación de determinados energúmenos, mal llamados defensores del orden.

Lo verdaderamente preocupante, aunque no sorprendente, es la actitud de los que MANDAN a aquellos para que ejercen la legítima fuerza coactiva. Cuando se contempla la actuación de personajes uniformados que golpean a personas caídas en el suelo, mayormente mujeres, completamente indefensas, que portan armas tan violentas como máquinas de fotos, libros o mochilas, o a otros saltando con posturas de karate o similares, para poder golpear con más contundencia sobre manifestantes o simplemente sobre transeúntes que se mezclan a veces como simples observadores, solo puede y debe provocarnos rechazo y vergüenza.

En su consecuencia, si el gobernante aplaude TODA la actuación policial, la califica de altamente profesional y además, trata de forma desconsiderada cuando no vejatoria a los manifestantes, aunque sea mediante la felicitación a todos los que no han secundado la actuación de dichos manifestantes, está abriendo el camino para la utilización indiscriminada y altamente violenta de esas mismas fuerzas policiales ante cualquier conato de oposición callejera a las políticas de los gobernantes.

El que admite y vitorea, dándole carta de naturaleza, un comportamiento a todas luces excesivo por parte de las «fuerzas de seguridad», está legitimando, animando, aceptando y justificando, cualquier actuación de futuro donde las consecuencias de dichas intervenciones sean aún más graves que las actuales.

Este es un camino que acaba de recorrer la derecha gobernante y que, después de las declaraciones de sus diferentes responsables, desde el Presidente del Gobierno, Ministro de Interior y Delegada del Gobierno, entre otros, abre una senda de violencia institucional que mañana justificará hasta la limitación -¡más recortes!- de determinados derechos y libertades fundamentales. Probablemente sea un camino perfectamente orquestado y organizado, con sus más que sospechosos «provocadores infiltrados», para transmitir un mensaje, ya no velado, sino directo, sin tapujos, similar a aquel de Fraga: «LA CALLE ES MIA».

Todo aquel que pretenda defender sus aspiraciones de mejora de su situación actual, debe permanecer quieto en su casa, frente al televisor, a ser posible la 1ª cadena, a la espera que el Gobierno resuelva todos sus problemas. Si por decisión propia o convocado por antipatriotas, se concentra en lugares públicos o se manifiesta de forma ordenada o no, aparte de su descalificación moral, tendrá el trato policial que se merezca, quedando claro que tal merecimiento será juzgado e interpretado por los mandos sucesivos, los cuales rinden obediencia «ciega» a sus dirigentes políticos de derechas.

No os va recordando esto a algo….

 

 

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