✍Antonio Gómez Romera
Domingo, 28 de septiembre de 2025
EN EL LXXXIV ANIVERSARIO DEL NACIMIENTO DEL PERIODISTA, ESCRITOR Y REPORTERO DE GUERRA “MANU LEGUINECHE”

Hoy voy a dedicar mi espacio de “Efemérides de fin de semana” a Manu Leguineche, Manuel Ángel Leguineche Bollar, pionero en España del reporterismo de guerra. Manu es el “Jefe de la Tribu” para quienes le conocieron y trataron, y un símbolo de la verdad en el periodismo. Su “consejo profesional” es: “contrastad, confirmad, dudad” (…) “No siempre se acierta y no siempre se puede ser objetivo, pero lo que sí debe hacer el periodista es jugar limpio con el lector”.
Considerado el “padre” de los corresponsales de guerra en España, cimenta su carrera profesional en los principios que rigen el periodismo de calidad: rigor, preparación, documentación, honestidad y una búsqueda permanente de los valores humanos. Es fundador de las agencias de noticias “Colpisa” (1972) y “Fax Press” (1982), así como corresponsal de guerra, enviado especial y reportero en los conflictos políticos y sociales del momento. Cubre hasta su finalización (1975) la guerra de Vietnam, la guerra del Líbano (1982 – 85), la de las Malvinas (1982), la del Golfo Pérsico (1990 – 91) y la guerra civil de la antigua Yugoslavia (1991 – 1995), así como la caída del Sha de Irán, Mohamed Reza Pahlevi (1979); del dictador Anastasio Somoza en Nicaragua (1979), y la del dictador comunista rumano Nicolae Ceausescu (1989), entre otros muchos sucesos. Realiza sus crónicas tanto para la prensa escrita, como para Televisión Española (TVE), y llega a entrevistar a personalidades como Indira Gandhi (1917 – 1984), Juan Domingo Perón (1895 – 1974) o Ryszard Kapuściński (1932 – 2007). Entre los muchísimos galardones que ha recibido están el Premio Nacional de Periodismo (1980), el Cirilo Rodríguez (1984), el Premio Ramón Godó Lallana de Periodismo, el Pluma de Oro de la Asociación de Libreros de Vizcaya (1990), el Julio Camba (1991), el Ortega y Gasset (1991), Premio Espasa de Ensayo (1996), Medalla de la Orden del Mérito Constitucional (1997), Premio FAPE de Periodismo (2007), Premio Ilustre de Vizcaya (2008), Premio Reporteros (2008, de El Mundo), el XVIII Premio “Agustín Merello” de Comunicación, de la Asociación de Prensa de Cádiz ((2009) y el Premio Luca de Tena (2010).

Manu viaja por el mundo en una época en la que no viajan ni los diplomáticos y se traslada, “tierra adentro”, para huir del “ruido” de Madrid, convirtiéndose en un nómada tranquilo y feliz en la ribera del Tajuña, en Brihuega (Guadalajara), en su “Casa de Gramáticos”, hasta su fallecimiento en enero de 2014.
La “Casa de Gramáticos” de Brihuega, construida en 1612 junto a la muralla medieval, fue propiedad de la escritora, periodista y mecenas Margarita de Pedroso y Sturdza (1911 – 1989), y lo es ahora de Rosa María, la hermana de Manu, que ha firmado, el pasado día 17 de junio de 2025, un protocolo de venta con el Ayuntamiento y el apoyo de la Diputación de Guadalajara para dedicarla a Casa Museo, sede física de la Cátedra Manu Leguineche, de sala de prensa y conferencias.
En el año 2010 se crea el Premio Internacional de Periodismo Cátedra Manu Leguineche, convocado por la Diputación provincial de Guadalajara, la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE), la Universidad de Alcalá de Henares y su Fundación, el Ayuntamiento de Brihuega y la Asociación de la Prensa de Guadalajara. Se otorga anualmente en la temporada de la floración de la lavanda, en Brihuega, y está cuantificado en 8.000 euros. Según expone Agustín Rivera en “Manu Leguineche y las antípodas”, publicado en 30 de junio de 2023: “Manu Leguineche fue el prototipo de toda una generación de reporteros. Su escritura era muy entretenida, también profunda, y estaba repleta de detalles; escribía muy rápido y contaba con un ejército de lectores”.

Breves Notas Biográficas
Tal día como hoy, domingo, 28 de septiembre, hace 84 años (domingo, 1941), nace el periodista y escritor “Manu” Leguineche (Manuel Ángel Leguineche Bollar), Manuel en honor a su abuelo paterno y Ángel a su abuelo materno, y lo hace en Belendiz, a pocos kilómetros de Guernica (Vizcaya), aldea perteneciente al barrio de Arrazua, en el seno de una familia acomodada y franquista.
Hijo de Manuel Leguineche Derteano (1916 – /), apuesto mozo de Belendiz, de genio vivo y temperamental, y de Rosa Bollar Odiaga (1919 – / , “Rosita”), estudiante de las teresianas de Bilbao que disfruta de las vacaciones navideñas en su pueblo. La casona de los Leguineche, de estilo indiano y construida en 1925 por su abuelo, es el lugar de convivencia de tres núcleos familiares. En la planta baja residen sus abuelos paternos: Martina y Manuel; en la primera planta, su tía paterna María, su marido Santi y sus primos Santos, Manolo y Mila; y en la segunda, sus padres y su abuela materna (María), que ha regentado una panadería – repostería en Lequeitio, con la que ha conseguido ofrecer a su hija una existencia desahogada.

Sus primeros años de vida corren en la fase inicial de la Segunda Guerra Mundial y a la sombra de la Guerra Civil Española. Una infancia marcada por las tensiones sociales y el enfrentamiento. En la familia Leguineche escasea la comunicación y sobra la disciplina. Recuerda los añorados veranos de su infancia: el sonido del hacha en el bosque; la pelota golpeada en el frontis de la iglesia por los jóvenes pelotaris; la sidra y el txakoli; los gritos afilados de la txarriboda, la matanza del cerdo; los sones del acordeón que tocaba un acordeonista ciego en las campas de Belendiz y el cuco cantando en la ermita de San Lorenzo, empañado todo por la incipiente grieta que empieza a padecer el matrimonio de sus padres. Según expone, “hubo muchas broncas porque mis padres, a pesar de que se querían mucho, no se llevaban bien […] Entonces tú sufres un poco la repercusión de eso. Luego, con los años, solo queda lo bueno”.
De su padre, hombre clásico y bañado siempre en agua de colonia, al que va a llegar a definir como “franquista patológico” y “un rara avis en aquel paisaje humano de gudaris silenciosos y silenciados”, guarda buenos recuerdos, como el de su iniciación a la lectura:introduciendo en casa los primeros libros y revistas que hablan de la recién estallada GuerraMundial. Además, la suscripción al “semanario Mundo” alimenta la pasión de Manu por lahistoria. Unas primeras lecturas que impulsan su vocación por vivir y contar las guerras, yque alientan las festivas visitas a la ópera de la Asociación Bilbaína de Amigos de la Ópera(ABAO) empiezan a forjar el carácter introvertido y reservado.

Su madre intenta acercarse a él. Siempre viva y alegre, hace que el pequeño se ruborice al verla bromear con la gente, algo que influye en la timidez que va a ir acumulando en la aldea y que le va a acompañar a lo largo de toda su vida. Rosita apenas se separa de su hijo Manuel Ángel, como ella lo llama, aquel niño gordito y con rizos que años atrás, durante un paseo por Bilbao, llama la atención de una publicista que pretende realizar un anuncio de galletas. Según afirma, “Mi madre le pedía al jefe de la estación que me dejara el silbato y yo, muy marcial, acompañaba con un pitido el adiós del convoy”.
Además de su afición por la lectura y la música, pronto va a desarrollar una nueva: la pintura. Manu “invierte” largas horas frente al papel retocando los trazos de las tejas de la iglesia y los ladrillos húmedos que vestían las casas. Como bien expone el escritor Javier Reverte (1944 – 2020), amigo y compañero de Manu, “Crecimos en una España dura y miserable y sobre todo en una España que nos negaba lo que necesita cualquier ser humano y sobre todo un niño que es el hecho de moverse libremente, de respirar libertad”.
Estudia Derecho en la Universidad de Deusto (Vizcaya) y Filosofía y Letras en las de Valladolid y Madrid, y se licencia en Periodismo en la Escuela Oficial de Periodismo de Madrid. Inicia su trayectoria profesional de la mano de Luciano Rincón Vega (1933 – 1993) en el semanario “Gran Vía” de Bilbao en 1958, y dos años más tarde se traslada a Valladolid, donde ingresa en la redacción del prestigioso diario “El Norte de Castilla”, cuyo director es Miguel Delibes Setién (1920 – 2010). El propio Manu definía a Delibes como el “Von Karajan del periodismo”. Según Manu: “En el periodismo todo lo que hagas te enriquece. Miguel Delibes, en el Norte de Castilla, a Paco Umbral y a mí nos decía que el periodismo es una cosa y la literatura otra. Nos lo decía para ponernos en guardia ante la tentación de escribir demasiado bien y demasiado largo. Tuve que castigarme mucho para no caer en el defecto, y me sirvieron bastante ciertas entrevistas y los viajes que hice con el gobernador de Valladolid de entonces, por aquellos pueblos, inaugurando fuentes. Comenzaba sus discursos con la frase: “Cuando el sol cubre de rosa dorado estas lomas…”, siempre decía lo mismo y teníamos que echarle imaginación para no hacer las crónicas iguales. Aquella fue una experiencia necesaria, como las entrevistas a los futbolistas que hice en mi juventud, preguntas breves, respuestas breves. Me gustaba mucho el fútbol, de hecho jugaba en un equipo de regional e hice muchas entrevistas deportivas. Me ha gustado mucho el periodismo, el acordeón y las mujeres, pero lo que más me ha gustado siempre ha sido jugar al fútbol”.

Tras ampliar estudios en Francia, Reino Unido y Alemania y realizar sus primeros viajes por todo el mundo, en 1969 comienza a dirigir la agencia de prensa “Colpisa”. Posteriormente desempeña las mismas funciones en las agencias “LID”, “Línea Independiente para Diarios”, en cuya fundación participa, y “Fax Press”. Tenía, igualmente, consejos para los viajeros: “Hay algunos aspectos que me parecen determinantes. Sentido del humor, el número uno. No comparar, ser comprensivo con las culturas y no ridiculizarlas. Buscar en las ciudades eso que no figura en las guías de sitios que se deben visitar. A mí me gusta conocer las ciudades de noche, de madrugada. Busco los mercados, el cine, el fútbol, para ver cómo reacciona la gente. Y sobre todo buscar culturas vitivinícolas y si tienen pan, para qué más. Yo era feliz en Indochina porque había unas hogazas francesas deliciosas en medio de un territorio exótico. Es broma. Es muy importante el contacto humano, es esencial conocer gente. Todo aquello que te puede ofrecer una idea distinta de lo que se te ofrece a través de un viaje organizado”.
En 1988 dirige y presenta para “Euskal Telebista” (ETB) el programa “Memorias”, en el que dialoga con algunos vascos ilustres como José Miguel de Barandiarán Ayerbe (1889 – 1991), José María de Areilza Martínez de Rodas (1909 – 1998), Gabriel Celaya (1911 – 1991), Ramón Rubial Cavia (1906 – 1999) o Jesús María Leizaola Sánchez (1896 – 1989). Entre mediados de 1989 y julio de 1990 dirige, para Televisión Española, el programa “En portada”, con reportajes y documentales de investigación. Y, en 1995, la serie documental “Memoria de la Guerra”, sobre la Segunda Guerra Mundial.
De su obra literaria y ensayista destacan las crónicas y libros de testimonio “Los topos” (1977), “El estado del golpe” (1981), “La destrucción de Gandhi” (1983) y “La guerra de todos nosotros” (1986). En narrativa, “La tribu” (1980) y, a modo de libro de viajes, “El camino más corto” (1978), que relata una vuelta al mundo en un todoterreno, y “Sobre el volcán” (1985), crónica de un estremecedor periplo por Centroamérica. Según afirma, “estuve escribiendo durante mucho tiempo con una máquina a pilas que compré en Canadá, pero a raíz de que un verano se me quemó el papel térmico, al final me decidí a cambiar al ordenador. Y no me arrepiento, aunque todo el mundo dice que con la velocidad del ordenador la prosa se resiente. Pero como yo no pienso ganar el Premio Nobel, tampoco me importa”.
Aunque nunca se casó, durante años había sido pareja de la periodista Rosa María Mateo Isasi (1942), y es célebre ésta anécdota: muchos años después de la ruptura, Rosa María le entrevistó en un programa de televisión y le preguntó por su vida de periodista aventurero y en qué momento se produjo la experiencia más excitante, Manu respondió, en directo ante la cámara: «Cuando te conocí».
En el año 2010 la Asociación de Periodistas Vascos y la FAPE proponen a Manu

Leguineche para el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades y ese mismo año se crea el Premio Internacional de Periodismo que lleva su nombre (sobre trabajos de periodismo de viajes) y recibe el Premio Luca de Tena en reconocimiento a toda una vida dedicada al periodismo.
En la mañana del miércoles, 22 de enero de 2014, Manu fallece de una insuficiencia respiratoria en el Hospital Universitario de la Fundación Jiménez Díaz de Madrid cuando cuenta 72 años de edad y su capilla ardiente queda instalada en la Sacramental de San Isidro de Madrid. Llevaba tiempo apartado del periodismo pero su trayectoria ha sido todo un ejemplo para profesionales de varias generaciones y lo seguirá siendo.
Colofón
En palabras del propio Manu: “Éste es un oficio de perros, una subcultura, una mierda pinchada en un palo de golf, siempre con insomnios, con la tortura de escribir entre el humo del tabaco, con el temor al pisotón, o a que te pongan en la calle, o a que el periódico se cierre. Y yo he sufrido lo mío desde abajo, desde las necrológicas y desde los sucesos, la mesa y el teletipo (…) somos de uso tópico y de amplio espectro, como los antibióticos. No hay vuelta de hoja. En 1963 había en Nueva York doce diarios. Ahora quedan tres, como en Oviedo”.
Miguel Delibes escribió sobre el que fue su discípulo: “No he conocido un periodista que convirtiera sus viajes alrededor del mundo y alrededor de todas las guerras en lecturas obligadas para el gremio de cabezas cultas y el de los apenas iniciados (…) “Este es tu secreto, querido Legui: enseñar que, en el fondo de sí mismos, los combatientes querrían ser amigos de sus enemigos”.

Nota Final
Manu Leguineche escribió hace ya 44 años (1981, “La tribu”): “¿Y hacia dónde vamos, en definitiva? Hacia la crisis total, hacia la extinción del periodismo escrito y la robotización de los periodistas. Las redacciones se han convertido en bancos de datos, en centros de electrónica. El periodista es un burócrata, un cibernético, un apéndice del computador, con sus videodatos y sus pantallas que te dejan ciego poco a poco (…) La profesión está como muerta, fosilizada, ha perdido la curiosidad y la pasión por la historia. Hay una crisis de fe, esta es la hora del abandono de la vocación. Somos los primeros en saberlo y los primeros en contarlo, pero casi todos prefieren Madrid de agosto, cómodo… escaso currelo, piscina, puntear teletipo… en fin la puta galbana”.
YOUTUBE:
Manu Leguineche, un alma libre – Universidad de Alcalá.
Documental “Manu Leguineche, reportero en La Alcarria” – Raúl Conde – “La Garlopa”
Manu Leguineche. El jefe de la tribu – Manuel Tapia
Fallece el periodista vizcaíno Manu Leguineche – eitb





