✍Antonio Gómez Romera
Domingo, 13 de julio de 2025
En el LXXI aniversario del fallecimiento de la pintora mexicana Frida Kahlo

Hoy domingo, 13 de julio, festividad de San Enrique, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico (1014 – 1024), en la vigésimo octava semana de 2025, se cumplen 71 años (martes, 1954) del fallecimiento de la pintora mexicana Frida Kahlo (Magdalena Carmen Frida Kahlo, 1907 – 1954). Acontece su muerte en el nº 247 de la calle Londres, la “Casa Azul”, hoy, “Museo Frida Kahlo” del barrio de Coyoacán en la Ciudad de México, a la edad de 47 años. Sin duda, todo un referente social y cultural y símbolo nacional asociada al feminismo, la auto superación y al genio artístico. Frida Kahlo amaneció en su cama como si estuviera dormida; había muerto sin darse cuenta. No se le practicó ninguna autopsia y fue vestida con la ropa que le enorgullecía e identificaba, el traje regional de tehuana con un huipil, su falda y sus enaguas, un collar de Tehuantepec y otros accesorios indígenas y su mano derecha fue colocada sobre su pecho.

El Palacio de Bellas Artes en la Ciudad de México se engalanó de flores para recibir su cuerpo sin vida. Se le rindió un gran homenaje durante todo el día, con la presencia de su marido, el pintor muralista Diego Rivera (1886 – 1957), el expresidente Lázaro Cárdenas (1895 – 1970), el ensayista y académico Andrés Iduarte (1907 – 1984), el pintor y arquitecto Juan O’Gorman (1905 – 1982), el pintor, escritor, diplomático y activista David Alfaro Siqueiros (1896 – 1974), la fotógrafa Lola Álvarez Bravo (1903 – 1993), el escritor, poeta, museógrafo y político Carlos Pellicer (1897 – 1977), la cantante Concha Michel (1895 – 1991), la maestra y periodista Adelina Zendejas Gómez (1909 – 1993), así como familiares, intelectuales, artistas, miembros del antiguo Partido Comunista Mexicano y algunos de sus alumnos en “La Esmeralda”, Escuela de Pintura y Escultura de la Secretaría de Educación Pública que eran conocidos como “Los Fridos”: Guillermo Monroy Becerril (1924), Arturo García Bustos (1926 – 2017), Arturo Estrada Hernández (1925) y Fanny Rabel (1922 – 2008).
El acta de defunción de Frida indica que murió por una embolia pulmonar, pero las causas pudieron ser múltiples: un deterioro inevitable del cuerpo y un suicidio involuntario por sobredosis de demerol. Poco antes de su muerte Frida afirmó: «Cuando muera quemen mi cuerpo. No quiero ser enterrada. He pasado mucho tiempo acostada ¡Simplemente quémenlo!». El cuerpo de Frida fue incinerado el 14 de julio en el Crematorio Civil de Dolores y sus cenizas fueron depositadas en una vasija de barro de estilo precolombino con forma de sapo y se guardan en la “Casa Azul” de Coyoacán, sobre un tocador de la “Recámara de Noche”, habitación donde dormía Frida.

El accidente que marcó su vida
Ciudad de México, jueves 17 de septiembre de 1925. A las 19:30 horas, en la esquina que forman las calles de Cuauhtemotzín y Calzada de San Antonio Abad, el autobús de la línea de Coyoacán con matrícula 17.885 y conducido por el chófer Jesús Belmont, es arrollado por el tranvía nº 829 de la línea Tlalpan que maneja J. Gómez. El autobús queda aplastado contra un muro. Frida resulta gravemente herida: el hueso pélvico se ha fracturado y el pasamano le ha perforado el abdomen y el útero. Tiene la columna rota por tres sitios, la pierna derecha por once, el hombro dislocado, la clavícula rota y los médicos descubren más tarde que también se ha roto tres vértebras. Su novio, Alejandro (“Alex”) Gómez Arias (1903 – 1990), sólo ha sufrido fuertes golpes en la cadera. Los testigos del accidente relatan que cuando un hombre le puso una rodilla encima a Frida y tiró de la barra de metal que tenía incrustada, ésta gritó tan fuerte que sus alaridos taparon el sonido de las ambulancias que se acercaban.
El diario “El Demócrata” publica el viernes 18 de septiembre que “Al llegar a la esquina de las calles de Cuauhtemotzín y San Antonio Abad, con esa deplorable costumbre de los choferes de detenerse en cada esquina a cargar más pasajeros, el camión se estacionó precisamente sobre la vía de los eléctricos, habiendo aparecido de pronto el tranvía de Tlalpan, número 829, que según expresó el superintendente de la segunda división, señor Manuel Maena, era manejado por el motorista Gómez, placa número 3845, y sin que tratara de detener la marcha del motor, el eléctrico se proyectó como una catapulta sobre el camión. Pedazos del vehículo saltaron por los aires. Un grito de espanto se escapó de todas las gargantas y el motorista puso “contracorriente”, sólo que ya de manera tardía, pues que el camión quedó hecho pedazos. Todos los pasajeros del camión fueron heridos. La escena fue inenarrable. Los pasajeros del camión, lesionados todos ellos, se encontraban unos debajo del tren, materialmente, y otros sangrando entre los restos del camión, habiéndose aglomerado la muchedumbre, que con esa morbosa curiosidad incapaz de dar auxilio a nadie, se reducían a ver. Alguien dio aviso a la benemérita Cruz Roja, que envió a varias ambulancias, en tanto que el señor doctor José Morales, activísimo comisario de la cuarta demarcación, se presentaba con la sección médica, encabezada por el doctor Muldoon, atendiendo en el acto a los lesionados. La señorita Calo [sic] había sufrido heridas gravísimas, así como la señora Meneses, tanto así que fue indispensable el violento traslado de ellas dos al sanatorio de la Cruz Roja, en la calle de San Jerónimo, en tanto que el señor Arenas era llevado al hospital Juárez, y los otros tres lesionados eran conducidos a sus respectivos domicilios, bajo responsiva médica. El chofer y el motorista, comprendiendo cada uno la responsabilidad que les tocaba, se dieron a la fuga, no habiendo sido posible saber siquiera el camino que siguieron, por más esfuerzos que realizó la policía; pero se cree que los agentes de las Comisiones de Seguridad lograrán su captura, ya que este accidente, que tuvo relieves de catástrofe, fue sencillamente espantoso”.

Frida, en su día también escribió sobre el accidente: “Ocurrió en una esquina, frente al mercado de San Lucas, exactamente enfrente. El tranvía marchaba con lentitud, pero nuestro camionero era un joven muy nervioso. El tranvía, al dar la vuelta, arrastró al camión contra la pared. Yo era una muchachita inteligente pero poco práctica, pese a la libertad que había conquistado. Quizás por eso no medí la situación ni intuí la clase de heridas que tenía. En lo primero que pensé fue en un balero de bonitos colores que había comprado ese día y que llevaba conmigo. Intenté buscarlo, creyendo que todo aquello no tendría mayores consecuencias. Mentiras que uno no se da cuenta del choque, mentiras que llora. En mí no hubo lágrimas. El choque nos brincó hacia adelante y a mí el pasamano me atravesó como la espada al toro. Un hombre me vio con una tremenda hemorragia, me cargó y me puso en una mesa de billar hasta que me recogió la Cruz Roja (…) Perdí la virginidad, se me reblandeció el riñón, no podía orinar, y de lo que yo más me quejaba era de la columna vertebral. Nadie me hizo caso. Además, no había radiografías. Me senté como pude y les dije a los de la Cruz Roja que llamaran a mi familia. Matilde leyó la noticia en los periódicos y fue la primera en llegar y no me abandonó por tres meses; de día y de noche a mi lado. Mi madre se quedó muda durante un mes por la impresión y no fue a verme. Mi hermana Adriana al saberlo se desmayó. A mi padre le causó tanta tristeza que se enfermó y sólo pude verlo después de veinte días. Estuve tres meses en la Cruz Roja”.

Mientras, su novio “Alex”, recuerda en una entrevista a la prensa años después del accidente que “El tren eléctrico, de dos vagones, se acercó lentamente al camión y le pegó a la mitad, empujándolo despacio. El camión poseía una extraña elasticidad. Se curvó más y más, pero por el momento no se deshizo. Era un camión con largas bancas a ambos lados. Recuerdo que por un instante mis rodillas tocaron las de la persona sentada enfrente de mí; yo estaba junto a Frida cuando el camión alcanzó su punto de máxima flexibilidad, reventó en miles de pedazos y el tranvía siguió adelante. Atropelló a mucha gente. Yo me quedé debajo del tren. Frida no. Sin embargo, una de las barras de hierro del tren, el pasamanos, se rompió (y) atravesó a Frida de un lado a otro a la altura de la pelvis. En cuanto fui capaz de levantarme, salí de abajo del tren. No sufrí lesión alguna, sólo contusiones. Naturalmente, lo primero que hice fue buscar a Frida. Algo extraño pasó, Frida estaba completamente desnuda. El choque desató su ropa. Alguien del camión, probablemente un pintor, llevaba un paquete de oro en polvo que se rompió, cubriendo el cuerpo ensangrentado de Frida. En cuanto la vio la gente, gritó: “la bailarina, la bailarina”. Por el oro sobre su cuerpo sangriento, pensaba que era una bailarina”. Un mes después del accidente, Frida deja el Hospital de la Cruz Roja, sito en la calle de San Jerónimo y regresa a casa.

Colofón
Frida murió un martes 13 de hace 71 años, a pocos días de haber cumplido los 47 años. No parece casual el día. Martes hace referencia al planeta rojo, a la destrucción y al dios romano de la guerra. Y, martes 13, en el imaginario popular, suele ser presagio de mala suerte. Frida Kahlo nos dejó su increíble obra, más de 200 trabajos, y su bella “Casa Azul”. En la última línea de su diario había escrito: “Espero alegre la salida y espero no volver jamás”. Su último cuadro se exhibe en el “Museo Frida Kahlo”. Es un óleo titulado “Sandías. Viva la vida”. En una de las coloridas rodajas de la sandía y junto a su firma se puede leer: «Viva la vida. Coyoacán, 1954, México».
Toda su obra, por “su incuestionable valor estético y por el reconocimiento unánime que ha alcanzado dentro de la comunidad artística nacional” es declarada “Monumento Artístico” por un Decreto de la Secretaría de Educación Pública. Está firmado el decreto por el titular de la Secretaría, Jesús Reyes Heroles (1921 – 1985) y por el Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, Miguel de la Madrid Hurtado (1934 – 2912), en fecha de 11 de julio de 1984, y publicado en el Diario Oficial de la Federación del miércoles, el 18 de julio, por lo que está protegida por la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicas, Artísticos e Históricos.

El jueves, 21 de junio de 2001, el Servicio de Correos de EE.UU. pone a la venta en Phoenix, Arizona, un sello postal diseñado por Richard Sheaff sobre un autorretrato de Frida Kahlo de 1933, con un valor de 34 céntimos: “Su obra ha tenido una influencia significativa sobre las artistas chicanas de Estados Unidos y, desde mediados de la década del 70, ella ha servido de modelo a las mujeres de las comunidades mexicano – estadounidenses y feministas”. Frida es la primera mujer hispana en recibir tal honor.
El lunes, 30 de agosto de 2010, el Banco de México pone en circulación, como parte de la serie de billetes que conmemoran el bicentenario de la independencia y centenario de la revolución, el billete de 500 pesos (Familia “F” – medidas 148 x 66 mm – de papel de algodón). En el anverso consta “un autorretrato del muralista Diego Rivera, complementado con una viñeta compuesta por su obra de caballete titulada “Desnudo con Alcatraces”, tres pinceles y una paleta, en representación de los instrumentos que utilizaba al crear sus obras de arte”. Y, en el reverso: “un autorretrato de la pintora Frida Kahlo, acompañado por una de sus obras titulada “El abrazo de Amor del Universo, La Tierra (México), Yo, Diego y el Señor Xólotl”.

En la película “Coco”, estrenada en España el 1 de diciembre de 2017, se aprecia “un prodigio -visual, emocional, imaginativo- en su retrato de las tradiciones mexicanas”. Es producida por Pixar Animation Studios, distribuida por Walt Disney Studios Motion Pictures y ganadora del Premio Oscar, el Globo de Oro y el Premio Annie. En ella, el personaje de Catrina está inspirado en Frida, como homenaje a su legado artístico y a su importancia cultural en México.
En cercanas fechas, concretamente del 11 de marzo al 29 de junio de 2025, en el madrileño Paseo del Pintor Rosales, 30 (Planta Baja) se ha podido disfrutar de “Frida Kahlo: Experiencia Live Art y Muestra Gastronómica”, un recorrido inversivo con instalaciones sensoriales, proyecciones y una exposición fotográfica, completado todo con un menú degustación mexicano basado en la cena de la boda de Frida Kahlo y Diego Rivera. Se confecciona a base de Esquites, Pozole rojo, Sope de manitas de cerdo y pollo, Sope de pato con mole, Chile poblano relleno de carne molida y Pastel Tres Leches de Las Bodas de Frida, e incluye la bebida de agua de hierbabuena y limón, mezcal (400 Conejos), tequila (Dobel diamante y 1800 Añejo) y Cocktail Viva la Vida. Contando con la colaboración de ONU Mujeres y autorizado por Banco de México, esta experiencia invita a explorar la vida, el arte y las emociones de Frida a través de tres salas que revelan facetas desconocidas de su personalidad y su legado en un recorrido con una duración de 45 minutos.
Hoy en día, las obras de Frida Kahlo se pueden ver en instituciones tan importantes como el Museo Dolores Olmedo (Xochimilco, Ciudad de México), el Museo de Arte Moderno de México, el MoMa de Nueva York o el Centro Georges Pompidou de París.





