ANTONIO ESCÁMEZ: LA GENTE BUENA NO SE ENTIERRA, SE SIEMBRA

✍Editorial/José Manuel González/EL FARO

Su ADN reunía motrileñismo, buena persona, sabio y entendedor, dándole semántica a las palabras cercanía y proximidad al servicio público de toda una ciudad

José Manuel González -Director El FARO-

Nunca creí en la frase de ahora que se ha muerto “qué bueno era”, además de ser una expresión al uso y muy común, prefiero hablar desde la perspectiva vital, coger a la persona y su legado y dejarme llevar por su existencia.

Me prometí y prometí delante de dos amigos, a quienes aprecio, aquello de: “¿Quiero saber qué pasa cuando “el ruido” se va? Y la familia «queda sola», lo demás, me sobra… por eso esta editorial es publicada a 7 junio, en el sábado de la misa de Réquiem por su muerte, o misa de difuntos.

En estos días he escuchado, leído, hablado sobre Antonio Escámez decenas de cosas, todas respetables, pero tras su fallecimiento, con ese lógico bullicio ‘donde todo pasa muy deprisa y hay ruido’ (comprensible y con todo respeto, insisto) que acompaña a los sepelios, nos dijimos o nos dimos pausa. Amor y consideración a la familia, a toda.

EL FARO quería hacer una editorial y nos planteamos. ¡Habrá tiempo!, al margen de las debidas informaciones publicadas que ustedes ya conocen, tras su fallecimiento.

Nos dijimos, sinceramente: “No llega más lejos el que más corre y va solo, sino el que va acompañado, porque además llega más lejos”. Y esa, justamente esa, fue la virtud de Antonio, nunca ir solo, acompañarse y dejarse acompañar, sembrando caminos más largos y fructíferos, no dejando a nadie atrás, a pesar de los errores cometidos como todo mortal.

Y, en su tránsito de vida, su familia personal y política, a los que este diario manda cariño, fraternidad y amparo; sabiendo y siendo consciente que su ser querido les ha dejado con una última lágrima de la UCI de un hospital, ante la exclamación de: ¡Antonio, vuelve, despierta, estamos….! Debíamos, de corazón, volcar palabras de reconocimiento, verdad y gratitud, por tanto y por todo.

Sé que muchos no estarán de acuerdo, y otros, por los motivos que sean, se aferrarán a esos términos “improvisados” de cuando alguien se nos va, en el ámbito que sea, todo parece bueno, pero eso no oculta la verdad. Con todo, es de ley soltar nuestra mejor versión sobre el difunto, sí, cada uno lo hará suya en su justa medida, así debe ser. Todos tenemos una pérdida, pero eso no ha de cuartarnos esa frase exacta, o aproximada, que enmarque una verdad vital, una hemeroteca de vida en nuestras vidas.

Antonio Escámez, Motril (Archivo)

Antonio Escámez, y de madre, Rodríguez, tenía una máxima -creo heredada- en la que se apoyó y amparó toda su vida: “donde el corazón manda hay que seguir, ponerse de pie, seguir viviendo y, en lo posible, dar vida para seguir creyendo, para seguir creciendo…”. Para mí: poesía de alma de barrio. Sabía…. la misma que mostraba y enseñaba sin pudor ante cualquier situación!

Tan complejo y real el argumento de vida, tal como suena, pues Antonio era capaz de ceñir a una mañana de “churros, y no porras”, o una conversación de fútbol, trabajo o necesidad de vida ajena, en el ámbito local, su verdad. Sin tapujos. Y así, dejarse llevar por un día o mediodía donde vivía y daba vida con productos de la tierra: dando personalidad al instante (los porqués lo saben los suyos).

Es, era, la persona que entrañaba la virtud de narrar con su voz ronca -pero llena de vida pergeñada en mil batallas, de manera aparentemente imposible-, pero él lo hacía, diciendo y dosificando impulsos y presencias suyas (a veces sin agenda), donde soltaba sus ‘quereres’ brindado el momento a todos con un solo matiz: su ADN de socarronería motrileña, de buena persona, sabio y entendedor del problema ajeno, dándole semántica a las palabras cercanía, proximidad y motrileñismo… (una forma única de ser).

A él, en el fondo, le daba igual su final inesperado, en segunda o en primera fila, porque al mismo tiempo que hacía vida, iba haciendo vida en cada estación, en cada páramo, y en su encuentro muchos ponían su sonrisa y esperanza en él, y Escámez seguía en la suya: «aquí no pasa nada, seguimos…». ¡Bendita esperanza!

Gran parte de su vida, miren si tenemos fotografías y vídeos en este diario, -como podrán entender-, mostró durante su tránsito público básicamente su autenticidad, para, ahora, poder compartir y entender cada momento de nuestras vidas en tan largo periplo junto a su vida pública y personal. Pues al final, todo es es compartido, si se quiere, y él siempre estuvo dispuesto a escucharnos.

Y ojo, él lo hizo, con acierto y errores, teniendo muchas veces tremendas dificultades para sacar adelante ciertas situaciones. Sé, que si no las sacó -otras sí en beneficio de la ciudadanía-, había un compromiso previo, sellado ante un apretón de manos y, en algunas vicisitudes, ante un vaso de vino, en inmejorable compañía, donde luego con total formalidad daba cauce con legitimidad permanente a la petición.

Antonio, era un hombre de calle, su gestión, pasando sus preceptivos tramos, se basaba en escuchar, cuerpo a cuerpo, cual «cancha vibrante» defensor ante el atacante» con buenas herramientas y juego autodidacta. No en la “poltrona de un despacho,….. le sobraban mesa… y sillas”.

Antonio, flanqueado por Mª Ángeles Escámez y Miguel A. Muñoz, fundando MAS COSTA TROPICAL-MOTRL (Archivo EL FARO)

Haber compartido casi tres décadas de servicio público con Antonio, él en política y yo el periodismo, dejan momentos irrepetibles. Luces y sombras hay, por supuesto ¡que levante la mano aquél que no!, pero lo noblemente escrito, es por haber asistido a una simbiosis que deja huella imborrable con la que estarán de acuerdo conmigo. O no. Y todo, desde hace 26 años, siendo líder del Partido Andalucista hasta llegar a reinventarse y fundar MAS COSTA TROPICAL – MAS MOTRIL.

Y concluyendo: se preguntarán ¿Cómo Antonio forja su relación con la ciudad?

Yo creo que Antonio, en su forma de hacer política municipal, aplicaba una máxima: la gestión y las ayudas dependerán de quién pueda llevarlas a cabo “pero yo voy a apoyar en lo posible a todos”.

Sabía manejar los tiempos “pero hay que saber cuándo se puede, no obstante, yo lo voy a intentar”, porque en el fondo, «a veces hay un quiero y no puedo, y no te quiero engañar”. Se lo he escuchado decir desde la nobleza, sin desvaríos, sin vocabularios vanos. Sabiendo que “todo”, no estaba en sus manos. Y él, tras todo, no se quedaba con nada -quizá con la satisfacción del deber cumplido-, pero sabía el “papel” con el que sabía comprometido. Su familia política habrá aprendido de todo esto, y sus socios de gobierno también, y en general todos.

Este diario ha contado con su ayer, su hoy y su ahora. Tristemente nos toca contar una despedida en forma de agradecimiento por su prestancia con el que suscribe y los momentos profesionales vividos en: SER, LOCALIA TV., EL FARO MOTRIL, Y EL FARO DIGITAL, etc….. También uno tiene su recorrido profesional y atesora una hemeroteca, donde Antonio siempre estuvo en decenas de entrevistas y debates, dispuesto a contar su verdad y dar la cara.

Vivir la vida así, como Antonio Escámez la entendía, solo es para privilegiados: seres que nacen, uno, cada 50 años. Entendió el antes, el ahora y el después como nadie. Supo leer la vida de principio y a fin: en sociedad -quién le acompañaba en el camino y quien no-, en política, deporte, solidiariamente -que no caridad-, religiosidad y servicio público… hasta el fin sus 68 años.

Lo vivido, Antonio, -quien suscribe- después de lo experimentado desde hace más de 30 años observando tu recorrido, tú como político y un servidor en su parcela, da para muchas más publicaciones. Ya se contarán…

Descansa en paz, Antonio Escámez Rodríguez…

Lo dicho: «La gente buena no se entierra, se siembra!

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