Antonio Gómez Romera
Domingo, 1 de junio de 2025
EN EL CLXXIV ANIVERSARIO DEL NACIMIENTO DE ISAAC PERAL CABALLERO, INVENTOR DEL SUBMARINO DE PROPULSIÓN ELECTRICA
Tal día como hoy, domingo, 1 de junio, festividad de Nuestra Señora de la Luz, Patrona de los empleados del gas y la electricidad y Patrona de Tarifa, en su vigésima segunda semana de 2025, se cumplen 174 años (domingo, 1851), del nacimiento en la ciudad de Cartagena (Murcia), de Isaac Peral Caballero, pionero de la navegación subacuática y genial inventor del submarino propulsado por baterías eléctricas.
Breves notas biográficas
Es el tercer hijo de una familia humilde de tradición marinera formada por Juan Manuel Peral Torres (1821 – 1872), suboficial de la Armada, e Isabel Caballero Díaz (1821 – 1871), y nace en el 2º piso de la casa nº 3 del cartagenero callejón de Zorrilla. En el acta de bautismo (martes, 3 de junio de 1851) del párroco del templo castrense de San Fernando, se le imponen los nombres de Isaac Tomás José María Segundo. Isaac cursa sus primeros estudios en la escuela situada en la calle de Balcones Azules, posteriormente llamada Marqués de Valmar, en honor a otro cartagenero ilustre: el escritor, diplomático, investigador y crítico, Leopoldo Augusto de Cueto López de Ortega (1815 – 1901), y dirigida por un profesor de gran prestigio en la ciudad, Luis Briz Bartolomé, maestro superior de instrucción primaria, donde ya se inicia en la tradición marinera familiar.
Destinado su padre al Departamento Marítimo de Cádiz (1858), la familia se traslada a San Fernando. Allí, Isaac, con 8 años de edad, persiste en su vocación por los trabajos relativos al mar. Su padre le propone ingresar en el Cuerpo de Contaduría de la Armada, cuya Academia está en San Fernando, pero Isaac supera brillantemente las pruebas de acceso a la Escuela Naval. Orgulloso de su comportamiento, y con la intención de poder costear su carrera, su padre solicita destino voluntario a Cuba en 1860 como Condestable de Artillería. Y su madre, solicita para Isaac la Gracia Real de ingreso en el Colegio Naval, concediéndosele el uso de uniforme desde 1861, aunque no ingresa hasta 1865, cuando cumple la edad mínima reglamentaria.
Cursa estudios hasta el viernes, 7 de diciembre de 1866, y por Real Orden de miércoles, 26 del mismo mes, es nombrado guardiamarina de 2ª. Con este cargo, parte rumbo a Italia a bordo de la fragata “Vitoria» en la expedición que conduce a don Amadeo de Saboya (1845 – 1890) a España (1871) para hacerse cargo del trono. Durante su juventud viaja alrededor del mundo a bordo de la corbeta “Villa de Bilbao”, la urca “Santa María” y la fragata “Almansa”.
En Cádiz, el día 20 de abril de 1876, Isaac contrae matrimonio con Carmen Cencio Rodríguez (1855 – 1945), hija de un médico de la Armada. Van a tener 9 hijos, aunque 4 de ellos fallecen en la infancia. Peral solicita y obtiene plaza para la Escuela de Ampliación de Estudios en el Observatorio de Marina de San Fernando, donde ingresa el lunes, 1 de enero de 1877. Se le destina a la Comisión Hidrográfica de Filipinas, con la misión de levantar nuevos planos que faciliten la navegación en este archipiélago. Asimismo, recibe la Cruz de Primera Clase de la Orden del Mérito Naval por su obra “Tratado teórico-práctico sobre los huracanes” (1877).
Al cumplir los 29 años de edad, y cuando cuenta con 15 años de servicios a la Marina, es ascendido (miércoles 21 de julio de 1880) a teniente de navío. Se le destina a Cavite (Filipinas, viernes 1 de julio de 1881), donde se hace cargo de las obras y reparaciones de buques; toma el mando del cañonero “Caviteño” de la Comisión Hidrográfica y desempeña varias comisiones y levantamientos de planos.
Durante el verano de ese año se extiende por la zona una epidemia de cólera, y su salud se ve quebrantada por fiebres, exceso de trabajo y una pequeña lesión, ya que un barbero le corta por accidente una verruga que tiene en la sien. A pesar de que la herida parece insignificante, al final se complica tanto y es tan difícil de curar que se ve obligado a llevar constantemente una venda que le cubra la cabeza. La herida dará lugar a un tumor maligno que finalmente le producirá su prematura muerte.
La Jefatura del Apostadero ordena su traslado a la Península (viernes 8 de diciembre de 1882), pero, todavía no repuesto de sus dolencias, es propuesto como profesor de la nueva Academia de Ampliación de Estudios de la Armada de San Fernando, haciéndose cargo de las Cátedras de Física, Química y Alemán, idioma que habla y escribe con pleno dominio. En la soledad de su sala de estudio, Isaac medita. Le preocupa profundamente la indefensión de las costas españolas y piensa que la solución está en un pequeño buque de flotabilidad negativa que les haga invisible a los adversarios. Nace en su mente la idea del “torpedero submarino” y debe encontrar un medio propulsor que reúna las siguientes condiciones: no consumir oxígeno, no cambiar de peso durante su funcionamiento y no producir gases irrespirables.
Transcurridos más de 2 años de la vuelta de su último destino en Filipinas, resume las líneas maestras de su idea en un escueto y magistral documento, el “Proyecto de torpedero – submarino” en el que se ha de basar su obra.
La crisis existente entre el imperio alemán y España con motivo de la ocupación temporal de las Carolinas (martes 25 de agosto de 1885, Océano Pacífico), motiva que Isaac decida someter su proyecto a la Dirección de la Academia y profesores, mereciendo la plena conformidad de todos ellos, lo que le decide elevarlo a la superioridad. Lo hace, de forma directa, al ministro de Marina, vicealmirante Manuel de la Pezuela y Lobo-Cabrilla (1817 – 1899), el miércoles, 9 de septiembre de 1885, tratando de no difundir prematuramente el invento. El apoyo es unánime, y ese mismo año Isaac comienza a trabajar en las bases del gran invento. El Gobierno aprueba su desarrollo por Real Decreto de miércoles, 20 de abril de 1887, ordenando que se proceda a su construcción y prueba. Isaac recibe un primer presupuesto de 5.000 pesetas y se ocupa personalmente de viajar al extranjero para adquirir los materiales necesarios para su fabricación: aparatos ópticos en París, accesorios y torpedos en Berlín, acumuladores en Bruselas y aceros, motores eléctricos, hélices y tubos lanzatorpedos en Londres. El proyecto es clasificado como de “Alto Secreto” por parte del ministro de Marina, pero de forma inverosímil es descubierto por otros países que, en defensa de sus propios intereses, logran retrasar e incluso boicotear hasta en cuatro ocasiones.

El sábado, 8 de septiembre de 1888, a las 14:35, el submarino es botado en el dique del Arsenal de La Carraca (Cádiz) con gran expectación. Las pruebas oficiales del submarino comienzan en febrero de 1889 y como consecuencia del éxito obtenido, se le concede la Cruz del Mérito Naval de 2ª Clase con distintivo rojo por Real Orden de 12 de junio de 1890, siendole impuesta por el capitán general del departamento marítimo de Cádiz, contralmirante Florencio Montojo y Trillo (1824 – 1896). Y su majestad, la reina María Cristina (1858 – 1929) le regala un sable de honor que ha pertenecido a su augusto esposo, el rey Alfonso XII (1857 – 1885). Tal vez oscuros intereses que no se llegan a conocer motivan que se deniegue el permiso para la construcción de submarinos a gran escala. A partir de entonces empieza una campaña de desprestigio contra Isaac Peral, al cual no le queda más remedio que solicitar la baja en la Marina e intentar aclarar ante la opinión pública la verdad de lo sucedido.
Paralelamente, su enfermedad sigue adelante, y tras haber pasado por tres intervenciones quirúrgicas, el sábado, 4 de mayo de 1895, se traslada a Alemania para ser operado en Berlín por el doctor Ernst Gustav Benjamín von Bergmann (1836 – 1907). La operación sale bien, pero aparece una infección y Peral fallece el miércoles, 22 de mayo de 1895, 3 años antes del desastre de Cuba y Filipinas, y a punto de cumplir los 44 años de edad.
Colofón
El granadino Melchor Fernández Almagro (1893 – 1966), en su obra “Historia política de la España contemporánea” (1956), refiere que: “No estaba el pueblo español muy sobrado, en verdad, de motivos para abrigar ilusiones de ningún género, y todo el caudal de que pudiese disponer lo invirtió en la empresa, patriótica y científica… “El Imparcial”, tomó decididamente partido a favor de Peral. Así, no es de extrañar la clamorosa acogida de que fue objeto el inventor por los madrileños a su llegada (14 de diciembre de 1888) a la Villa y Corte, para acelerar la celebración de las pruebas oficiales. El favorable estado de la cuestión ya era de dominio público, y “El Imparcial” saludó al inventor del submarino en su artículo de fondo, reflejando la ilusión popular: “España espera con impaciencia el resultado de los experimentos. Si el triunfo es definitivo, España habrá ganado en el concierto universal y en la conciencia europea más que en diez siglos de trámites diplomáticos. Media docena de submarinos defenderán las costas de la península, y las de nuestras colonias, y las prestigiosas máquinas hundidas en el mar serán luminosas constelaciones en nuestra gloria”.
En un punto sin retorno, un escrito del Ministro de Marina, José María Beránger y Ruiz de Apodaca (1824 – 1907) de fecha 11 de noviembre de 1890, ordena a Isaac entregar el torpedero submarino y todos sus cargos en el Arsenal de La Carraca, así como toda la documentación, memorias y planos, dándose carpetazo al proyecto. Tristemente, aquello ocurre 5 meses después del júbilo despertado por las navegaciones en inmersión del submarino y, a partir de entonces, el caso queda cerrado. Por desgracia, la postura negativa de muchas autoridades, las discusiones entre la Junta y Peral, las intransigencias de Peral, las opiniones encontradas, presiones y envidias, que de todo hubo, y la falta de visión de futuro, llevaron a la suspensión y después al olvido del proyecto.
La historia, desde luego, hizo juzgar su figura, y a tal fin son muy reveladoras las palabras del almirante George Dewey (1837 – 1917), jefe de la escuadra estadounidense que puso cerco a Santiago de Cuba y que aniquiló a la armada española en la bahía de Manila (Filipinas) durante la guerra entre España y los Estados Unidos en 1898, pues afirmó que “Si España hubiese tenido un solo submarino de los inventados por Isaac Peral, yo no hubiese podido sostener el bloqueo ni 24 horas”.