✍Domingo A. López Fernández
Cronista Oficial de la Ciudad de Motril
📸Paulino Martínez Moré
Cronista Gráfico de la Ciudad de Motril
VERA CRUZ IMPONE PENITENCIA DEBIDA AL PASO DEL CALVARIO DE CRISTO

El jueves y el viernes santo son los dos días grandes de nuestra semana mayor. Suponen, entre otras cosas, dos jornadas de fiesta que marcan el camino de regreso a los motrileños que se encuentran fuera de la ciudad por razones laborales o propiamente de estudios. En estos días, todos vuelven a su lugar de cuna para el reencuentro con la familia y con los amigos de siempre, tras meses de intenso trabajo en lugares dispares de la España peninsular y el extranjero. Es ley de vida; Motril tira y, en la mayor parte de los casos, tira la fe y la devoción a las sagradas imágenes que tienen guardadas en su retina y que procesionan cada año por sus calles. La realidad es que muchos de estos motrileños se suelen integrar en los cortejos, ya sea de nazareno, de acólito, de costalero o de presidencias, que también las hay. Es más, también como simples espectadores del drama de la pasión sobre un paso de misterio que confiere a la ciudad un gran renombre en la celebración de la Semana Santa. Curiosamente, el jueves santo no es fiesta nacional en toda España, pues Cataluña y la Comunidad Valenciana van por libre. Pero, el viernes santo, sí que lo es para significar la arraigada tradición de un país católico que recuerda la muerte de Cristo en la cruz. Sí, efectivamente, jueves y viernes santos son dos días grandes para la celebración de la Semana Santa, pero no hay que olvidar que se ha de añadir el domingo de resurrección, que es el que da respuesta al drama de la pasión, ya que Jesús ha resucitado y ha vencido a la muerte.

En la religiosidad del momento, la grandeza del viernes santo también se deja ver en los ejercicios penitenciales de la ciudad, pues son dos corporaciones las que salen a la calle para hacer cumplir sus constituciones y recordar con fe cristiana la muerte del Hijo de Dios. Concretamente lo hace la Real Hermandad de la Santa Vera Cruz y María Santísima del Valle, que efectúa su salida a las 19:30 hrs desde su sede canónica, la iglesia Mayor. Se trata de una procesión de las llamadas silentes, es decir, de gran austeridad y con signos palpables de penitencia pública que se dejan ver en las cruces de madera que portan sus hermanos al hombro. Además, como procesión de Silencio, no incorpora banda de música. Con escasa diferencia de tiempo, concretamente a las 21:00 hrs, tiene fijada su salida la cofradía del Santo Sepulcro y Nuestra Señora de los Dolores desde el mismo lugar. Ambas manifestaciones públicas de fe le confieren esa suprema solemnidad al día del viernes santo.
A nivel de la liturgia, en la mañana del viernes santo no se celebra misa, pues se recuerda el luto por la muerte del Redentor. La iglesia abre, no obstante, sus puertas y son muchos los cofrades y curiosos que acceden al templo para contemplar los tres pasos procesionales del día, así como los que también ya han cumplido con su estación de penitencia.

A temprana hora de la tarde, la hermandad de la Santa Vera Cruz organiza con atención su desfile procesional. Desde dos horas antes de su salida penitencial los hermanos se hacen presentes en el templo revestidos con el hábito penitencial, al igual fiscales de filas, acólitos y el cuerpo de costaleros que prepara con tiempo las “morcillas” que van a proteger su cérvix del peso del paso de misterio. Asimismo, al templo Mayor, acude la alcaldesa de la ciudad, Luisa María García Chamorro, en unión de Gerardo Romano Ortega, concejal de Juventud, Fiestas y Eventos, para desear a la hermandad una buena estación de penitencia, dado que tras su salida no podrán contemplarles en la calle al figurar la municipalidad como representación oficial en la procesión del Santo Sepulcro.
A las 19:30 hrs de la tarde hay gran expectación en Motril para ver el primer desfile procesional del día. La plaza de España se encuentra atestada de personas de todas las edades y las bocacalles cortadas en toda su extensión debido a la aglomeración de gentes. Puntualmente, desde la puerta lateral del crucero, sale ya formado el cortejo encabezado por su muñidor, personaje de gran relevancia en las procesiones de penitencia de siglos pasados, aunque hoy son de extrema rareza. Desempeña este cargo el hermano Francisco Javier García Prieto, revestido con ropón de terciopelo de color negro, un pañuelo de encaje blanco al cuello que se hace destacar, igualmente, en las bocamangas, pantalón estilo corsario hasta las rodillas y medias también de color negro para mostrar, en su conjunto, el luto por la muerte del Redentor. Lleva en su mano enguantada en negro dos pequeñas esquilas para anunciar la presencia de la procesión y marcar, asimismo, su paso con el peculiar tintineo de las campanillas. Sigue, a continuación, la cruz guía confeccionada en madera y escoltada por dos faroles que realzan la importancia y trascendencia del emblema cristiano como luz del mundo. Tras ella, se sitúan cinco jóvenes hermanos revestidos con sobrepelliz de color blanco que portan pequeñas cestas para repartir recordatorios de sus titulares. A partir de aquí se disponen las dos largas filas de nazarenos con pequeñas cruces al hombro para mostrar el sentimiento cristiano siguiendo fielmente las palabras del evangelista San Mateo: “Si alguien quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y que me siga” (Mt 16:24). Visten todos los hermanos hábito de color negro y cíngulo de esparto para significar el duelo por la muerte del Salvador. Este año la hermandad ha confeccionado nuevos hábitos, completando en el cortejo el número de algo más de sesenta nazarenos. En el centro de la sección figura un hermano descalzo que porta el libro de reglas y que va escoltado por dos varas presidenciales. También se deja ver la “bacalá”, insignia en la que figura el escudo de la corporación pintado y que va flanqueado por cuatro hermanos portando báculo. Tras ella se dispone el trio de la capilla musical “Santo Ángel Custodio” de Granada, que compuesto por dos clarinetes y fagot, han interpretado sentidas composiciones de corte fúnebre pertenecientes al periodo renacentista y barroco. Inmediatamente detrás se ha dispuesto el cuerpo de acólitos ceroferarios y turiferarios con su pertiguero al frente, que previenen la inmediatez del paso de misterio.

El paso del Santísimo Cristo de la Expiración sorprende por la escena veraz del Calvario erigido, tal y como se menciona en los evangelios. Sobre su canastilla se yergue el crucificado titular, la primera obra a tamaño natural que realiza el escultor malagueño Raúl Trillo Díaz. La realiza en el año de 1999 y mide 1,82 ms. de altura. Sigue el escultor en su traza los cánones que marca la tradición imaginera de la escuela sevillana del Barroco, sobretodo en la expresividad y patetismo de su rostro, a la que hay que añadir el tratamiento ampuloso y plegado de su paño de pureza. A su lado, la Virgen del Valle, obra del imaginero Miguel Ángel González Jurado. Sigue la imagen las características de la profusa obra mariana del escultor. Es imagen de vestir y según sus propias palabras, presenta “rostro silente y afligido, manos carnosas e impronta antigua heredera de las grandes piezas del barroco andaluz”. Viste para la ocasión saya de color burdeos que ha sido bordada en oro a realce, junto a sardineta sobre terciopelo de color negro, también bordada en oro. Y, sobre su espalda, el tradicional manto de salida, también confeccionado en terciopelo de color negro para reflejar el luto en la Madre afligida por la muerte del Salvador. Esta tocada con la corona de reina gloriosa a la que se ha añadido un antiguo collar de perlas que se estrena para la ocasión. En su pecho, igualmente en estreno, figura el broche pectoral que muestra la imagen de la Virgen del Valle que recibe culto en la hornacina que luce en la calle de su nombre. Junto a él, se exhiben numerosas preseas, entre ellas un brazalete de filigrana en plata, un rosario en su brazo derecho, una medalla de oro de la Virgen de las Angustias y la plaquita en dorado que la titula como “Valle”, entre otras joyas más. Junto a la Virgen se halla la imagen de San Juan, también obra de González Jurado, que realiza en el año 2021 para indicar, plásticamente, donde se encuentra el cuerpo de su Hijo en la cruz. Le confiere juventud, con incipiente barba y cabello largo y tocado con nimbo indicador de su santidad. En cuanto a su vestimenta, estrena túnica confeccionada en terciopelo de color verde que está rematada por galón dorado de estilo envejecido, ciñendo a la cintura un cordón dorado rematado en dos borlas a modo de cíngulo. Cubre, finalmente la imagen, un mantolín realizado en terciopelo de color burdeos. Ambas imágenes han sido ataviadas por su tradicional vestidor, Antonio Ruiz Blanco. El cortejo aparece cerrado por la representación eclesiástica que ostenta su consiliario, D. José Albaladejo Hernández, junto a varios acólitos que se encargan de encender las tulipas del paso y numerosos fieles devotos.

Todo el calvario se erige sobre una canastilla de impresionante talla neobarroca en color caoba. Se muestra, además, el avance en la talla de la segunda fase de los respiraderos, que son obra del tallista sevillano José María Higuera. Se encuentra prácticamente ultimada la talla del baquetón y se muestra la traza del respiradero trasero, que deja ver ya su diseño y grandeza exterior. Respecto al exorno floral, como en anteriores años, ha sido llevado a cabo por “El Olivo-Atelier Floral”, en el que ha hecho resaltar un espectacular friso de rosas de color rojo que ha ido aderezado por otros conjuntos florales del mismo color junto a una base de helechos que le imprime un fondo frondoso en color verde. Como es tradición, el paso va dirigido en labores de capataz por Javier Salgado Díaz, asistido en labores auxiliares por Juan Miguel Benavides Medina, Miguel Caparrós Pavón, José Molina Pérez y Javier Salgado Castro.

La junta de gobierno de la Real Hermandad de la Santa Vera Cruz ha mantenido para este año el mismo recorrido del año anterior, que tuvo que ser acortado por causa de la lluvia. Y, como novedad, en el regreso a la iglesia de la Encarnación, se ha procedido al apagado de la iluminación externa para hacer todavía más recogida e intimista la clausura en el templo. Además, el interior siempre se encuentra apagado hasta que todos los hermanos cofrades finalizan sus rezos.
Pasadas las 23:00 hrs de la noche se daba por concluida la estación de penitencia de la Real Hermandad de la Santa Vera Cruz, que fiel a lo que nos tiene acostumbrados, ha destacado por su austeridad, por su solemnidad y por su seriedad, como corresponde a una procesión silente. Dentro de esa sobriedad hay que hacer constar el orden y el tránsito del cortejo por la calle Ruiz y la del Señor de Junes, finas estampas donde el lucimiento de todas las cofradías que transitan por ellas se hace notar con espectacularidad. Solo resta decir que la hermandad de la Santa Vera Cruz ha sido ennoblecida con el galardón de “cofradía del año 2025”, distinción que ha sido otorgada en los primeros “Premios Cofrades” que entrega la cadena Cope de Motril en reconocimiento al esfuerzo y disposición de sus hermanos para engrandecer la corporación y la propia semana santa de la ciudad.

Autoridad Portuaria de Motril: “20 años de travesía”: https://www.apmotril.com/