EL FARO, CON SALOBREÑA Y SU SEMANA SANTA: LA VILLA RECIBE CON ENORME SENTIMIENTO EL PASO DEL SANTÍSIMO CRISTO DEL PERDON

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Domingo A. López Fernández

            La procesión del Silencio cautiva la fe del pueblo en una escena de la Pasión que es única para el jueves santo

Salobreña vive con solemnidad el día del jueves santo. Es día festivo, pero, igualmente, una jornada muy señalada desde el punto de vista religioso. Hay en él dos momentos muy señalados para el pueblo en su particular forma de rememorar los hechos históricos que tienen como protagonista a Cristo Redentor. El primero se centra en los templos de la localidad, donde se imparten los santos oficios en la tarde, concretamente en las iglesias de Nuestra Señora del Rosario y la Caleta tienen fijada su hora para las 18:00 hrs de la tarde y, a las 19:00 hrs, en la iglesia de San Juan. La liturgia del jueves santo es muy peculiar en esta jornada, pues dentro del rito de la misa se dan numerosos símbolos cristianos. Así, por ejemplo, es el último día en el que se canta el “Gloria”, normalmente no se reza el credo, y el sagrario se queda vacío, trasladándose el santísimo al monumento que se le ha erigido. También se celebra la Hora Santa en la noche, concretamente a las 22 hrs, en las tres mencionadas iglesias. Tiene también lugar el lavatorio de los pies por parte del sacerdote a doce personas en recuerdo del acto que practicó por Jesús a sus discípulos.

El segundo de los momentos más señalados del jueves santo tiene lugar en la calle, donde a las 21:45 hrs sale la procesión de María Santísima de las Penas y el Apóstol San Juan. Y, en escasamente una hora, lo hace la procesión del Santísimo Cristo del Perdón, tiempo en el que se inicia la mencionada Hora Santa, en la que se acompaña a Jesús en la soledad del Huerto de los Olivos, que es el tema central de las reflexiones que se leen en la noche, así como la adoración del “Monumento”, que en el caso de la iglesia de Nuestra Señora del Rosario se ha erigido en el retablo de Nuestro Padre Jesús Nazareno.

Como cada jueves santo, la cofradía del Santísimo Cristo del Perdón inicia el día a temprana hora. A las ocho de la mañana, sus hermanos han sido convocados en la iglesia parroquial para entronizar al venerado crucificado en su paso procesional y proceder a su exorno floral. Como si de un obligado ritual se tratara, el traslado de la imagen dispone a los hermanos a entonar el poema anónimo “No me mueve, mi Dios para quererte”, que adquiere aquí y al momento el significado de sentido rezo en su espiritualidad. Tras ello, y fiel a la tradición, los hermanos comienzan a pinchar los claveles de color rojo sobre la canastilla hasta configurar un florido tapiz al que se añaden dos centros de rosas e iris y “statis” de color morado, uno al frente, y otro detrás, para hacer significar la muerte del Salvador en la cruz. Con todo prevenido, los hermanos asisten en la tarde a los oficios en la parroquial para preparar su alma y espíritu al acto penitencial con el que han de reverenciar en la noche a su sagrado titular.

Como todos los años, la salida procesional del cortejo sacro está fijada para las 22:30 hrs de la noche. Media hora antes comienzan sus preparativos, disponiendo la junta de gobierno a los hermanos de luz en dos filas que componen cuarenta y dos penitentes en cada una de ellas. Abre su frente la cruz guía, emblema pasionista que fue ultimado en el año de 1952 por el escultor granadino Antonio Díaz Fernández. Está realizada en madera de cedro con bellas filigranas de color dorado y el escudo de la cofradía también dorado en su cruceta. Dispuestas las filas penitenciales, se ubica en su centro el primitivo estandarte que está confeccionado en seda de color negro y que exhibe en su centro el escudo corporativo. Tras él, otro más reciente que presenta en su ovalo central la imagen del crucificado titular pintada por el artista malagueño Manuel Hijano Conde y que muestra en todo su contorno bellos motivos vegetales que han sido bordados en oro en el taller malagueño de las hermanas Cabello.

Marchan los hermanos de luz ataviados con los característicos farolillos de la corporación penitencial y el atuendo que le es propio, túnica de color negro, capa y cíngulo de color rojo y capillo de color morado. Momento de especial significación es la salida del trono a la calle por la puerta lateral de la iglesia parroquial, que se verifica por sus hermanos portando el mismo a pulso y casi a ras de suelo para evitar que la cruz roce con el dintel del templo. En ese instante, la capilla musical “Ministriles de Aixa” interpreta musicalmente el responsorio de Tinieblas “Seniores Pópulis”, del compositor Tomás Luis de Victoria. Impresionante resulta, sin duda, la apostura enmudecida del público presente que se apresta en la calle y que se adhiere en su proceder al sobrenombre con que es conocida la procesión,  “El Silencio”. Sobre la canastilla del trono, la imagen del Santísimo Cristo del Perdón, impresionante talla del siglo XVII que sufrió grandes desperfectos en la guerra civil y que pudo ser restaurada con el añadido de los brazos que le clavan a la cruz. La imagen, de grandes proporciones, muestra al Redentor instante después de haber expirado, con su cabeza ya inerte caída sobre su pecho, con su cuerpo ligeramente vencido por su propio peso y provisto de paño de pureza de ampulosos pliegues. El Santísimo Cristo del Perdón aparece iluminado por cuatro hachones de parafina que han sido dispuestos sobre las esquinas del paso, si bien, un foco de luz central hace resplandecer con fruición la imagen titular. Marcha el paso en estilo de varal malagueño portado por treinta y cuatro hermanos que portan camisa de color morado para reivindicar la muerte del Salvador y que van comandados por su capataz, Antonio Rufino Mira, asistido en labores de contraguía por Antonio Rufino Fajardo y Julio Espín Gómez. Como todos los años, el trono que representa el calvario de Cristo muestra un lazo de color negro en memoria de los hermanos fallecidos, muy especialmente a Mari Cruz González, recientemente fallecida, cuya familia se encuentra integrada como hermanos activos en la cofradía del Perdón.

Iniciada la procesión, la cruz guía, escoltada por dos faroles, dirige su marcha hacia la calle Torre, lugar en el que se encuentra instalada la tribuna oficial. Tal como ha quedado estipulado, la entrada en carrera oficial se verifica a las 22:50 hrs de la noche, momento en el que el hermano mayor, Francisco Villaescusa, acompañado de una niña ataviada con habito penitencial sin capillo, se acerca a la tribuna de autoridades portando el libro de reglas corporativo. Y allí, ante el presidente de la Agrupación de Cofradías de Salobreña, Antonio Espín, estampa su firma en el libro de venias, que es refrendado por todos los representantes de las cofradías penitenciales de la villa. La escena es seguida con enorme atención por parte del público que abarrota las aceras y, lo que es más, con un silencio en toda la extensión de la calle, en la que solo se dejan escuchar los sones lúgubres de la música que interpreta la capilla musical. En el lugar, el paso del Santísimo Cristo del Perdón camina con porte majestuoso y señorial, el propio que le da el caminar a remanso del varal malagueño que sostiene su propio cuerpo de hermanos portadores.

Pasada la tribuna oficial, el cortejo sigue por calle Gloria, Agrela, Postigo, Antequera, Carmen, Cochera, Puerta de la Villa y calle Real. Es aquí donde el paso de Cristo es bajado a ras del suelo y con ayuda de unas correas es sostenido a pulso por el cuerpo de hermanos portadores para poder transitar a lo largo de la calle sin provocar daño alguno entre sus componentes. Por momentos, la cruz del Santísimo Cristo del Perdón pasa casi rozando las puertas de las casas y son muchos los vecinos que gratifican su fe tocando el extremo de este símbolo cristiano. Sigue la procesión a continuación por Plaza del Museo y calle Bóveda, donde de nuevo el paso del Cristo del Perdón es sostenido a pulso y a ras del suelo para salvar la altura de este antiguo enclave y pasaje cristiano. Desde aquí se accede a la calle Martin Recuerda y sigue por Estación, para enfilar la plaza de la Iglesia y proceder a su encierro, momento que se verifica a las 1:30 hrs de la madrugada. Se hace preciso destacar el momento emotivo en el que en su transcurrir por la Plaza del Museo, el cortejo fue recibido por la junta de gobierno de la cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno y Nuestra Señora de la Esperanza, con su hermano mayor, Ángel Rufino a la cabeza, y en presencia de sus estandartes corporativos para ofrecer un ramo de flores al sagrado titular. La escena, tierna y entrañable por donde se mire, se hace en agradecimiento a la ofrenda del Paño de la Verónica que ha pintado su hermano mayor, Francisco Villaescusa, y que este año ha incorporado a modo de paso de pasión la señera cofradía del miércoles santo.

Tras tres horas de recorrido procesional, el paso del Santísimo Cristo del Perdón ha verificado su encierro en el templo con las dificultades propias en el manejo del trono por parte de sus hermanos, que casi a rastras han de sostener el mismo para  salvar el dintel de la puerta. En todo su alrededor se muestra un público entregado en su fe, muchos con lágrimas en los ojos, que con su mirada fija en el sagrado crucificado saben ya que se conmemora el momento de su muerte, y todo ello con un expectante silencio que solo es roto por el sonido triste y melancólico de la capilla musical. Finalmente, el rezo de un padre nuestro pone el colofón a la procesión para dar gracias a la buena marcha de la estación penitencial y en recuerdo a los hermanos fallecidos.  

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