EFEMÉRIDES DE FIN DE SEMANA

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Domingo, 3 de abril de 2022

162 Aniversario del nacimiento de Ulpiano Checa: del éxito y la fama a la postergación y el olvido

Antonio Gómez Romera

Ulpiano Checa (Ulpiano Fernández-Checa y Sáez) nace en Colmenar de Oreja (Madrid), el martes, 3 de abril de 1860, hace ya 162 años. Es uno de los pintores europeos más importantes de finales del siglo XIX y principios del XX, una de las firmas universalmente más conocidas y prestigiosas de su época y el pintor español más cotizado de su tiempo, por encima de Joaquín Sorolla (1863-1923), contemporáneo suyo, estando su obra está repartida por todos los continentes, incluso en Australia. Es un artista vigoroso, con una imaginación desbordante que imprime a sus luminosos lienzos un movimiento espectacular y, además de pintor, es, asimismo, un notabilísimo escultor, un insigne grabador y litógrafo, un precursor del cartelismo moderno y un acreditado fotógrafo. Pero, sobre todo, es un maestro acuarelista y un excelso dibujante.

Ulpiano Checa es uno de los pintores españoles más aclamado, cotizado y prestigioso en el París de finales del siglo XIX. Caballero de la Legión de Honor francesa (1894), poseedor de la Orden de la Gloria tunecina (1912-“Nishan Iftikhar”) y condecorado en España con la Orden de Carlos III (1891), por lo que le corresponde el tratamiento de “Excelentísimo Señor”. Su obra está representada, entre otros, en los Museos del “Prado” y “Thyssen – Bornemisza”, de Madrid; “San Telmo”, de San Sebastián; «Jaime Morera» de Lérida, «Museo Nacional de Bellas Artes» de Buenos Aires y en los museos franceses de Amiens, Auxerre y Angers, entre otros. En palabras Ángel Benito García, director del “Museo Ulpiano Checa” de Colmenar de Oreja (Madrid) “Checa fue una máquina de producir y de vender arte, de tal manera que participó en todos los salones de París, trabajó con las más prestigiosas galerías. Pero, a la vez, modeló, grabó, fotografió, hizo vestuarios y escenografías para producciones teatrales (el ‘Quo Vadis’ de Sienkiewicz), ilustró libros (como el ‘Tabaré’, de Juan Zorrilla de San Martín), realizó carteles publicitarios (‘Andalucía en tiempos de los moros’, de la exposición Universal de 1.900, por encargo del gobierno francés) y protegió su obra con el ‘copyright’, después de haber vendido los derechos para su reproducción en tarjetas postales que circularon por todo el mundo”.

No obstante, y a pesar de todo lo que ya he afirmado sobre Ulpiano, hoy es un pintor poco conocido en España, posiblemente porque pasó la mayor parte de su vida adulta en Francia. Asimismo, porque su arte es “demasiado académico”, sobre todo en contraste con las nuevas tendencias de principios del XX, porque trabajó varias temáticas hasta la saciedad y de forma machacona: caballos, romanos y batallas. Igualmente,  porque dos de sus obras más importantes desaparecieron: “Carrera de Carros Romanos” y “La Invasión de los Bárbaros”, porque murió en plena Primera Guerra Mundial y el hecho pasó casi desapercibido ante tan grave situación histórica, y porque no le gustaba mucho representar los temas “typical spanish” como los toros, el flamenco o los tipos y trajes tradicionales. Su pintura no se puede encasillar en un tipo concreto. Con acierto se le ha calificado como el pintor de los caballos, pero sus estampas de la vida cotidiana, monumentos, paisajes, retratos y temas históricos son de una gran calidad estética y artística. En su pintura, Ulpiano transmite el movimiento con fuerza y agresividad, pero también la quietud y la serenidad, sensaciones visuales que nos hacen disfrutar de su desbordante arte al pintar. Ulpiano trabaja, prácticamente, todos los géneros pictóricos, desde la pintura costumbrista al retrato, pasando por un nuevo concepto del “orientalismo” post romántico. Es un artista integrador, con muy estrechas relaciones con los grandes maestros de las emergentes vanguardias que funde en su obra los hallazgos, innovaciones y conceptos de todos los nuevos “ismos”.

Notas biográficas

Ulpiano nace en una familia de clase media, sin excesivas comodidades, pero con suficiente dinero para que ni él ni sus hermanos, Santiago y Victoria, tengan que trabajar y dedique su juventud a los estudios y la pintura. Es hijo de Felipe Antonio Fernández- Checa Fernández (1834 – /) y de Eustaquia Victoria Sáez Martínez (1838-1913). Su padre es propietario de una cantera de piedra caliza colmenareta, empleada desde antiguo para labrar los principales monumentos y edificios de Madrid.

A poco más de 60 km de Madrid capital, se encuentra la Villa de Colmenar de Oreja, población de origen romano (“Aurelia”), con un toque medieval y manchego, que basó su prosperidad en la construcción de tinajones para vino y la extracción de piedra caliza porosa para la edificación de monumentos tales como el Palacio Real de Madrid, la Cibeles, etc… Hay que hacer notar que desde el Siglo I a.C., los romanos usaron la piedra caliza de Colmenar de Oreja en la construcción de sus calzadas, termas o teatros, en enclaves como Segóbriga o Cuenca y los mejores arquitectos, como Juan de Villanueva (1739-1811) o Francesco Sabatini (1721- 1797), diseñaron sus palacios y jardines con estas piedras. En el siglo XVII llegó a ser la ciudad número 23 en población de España.

En sus años jóvenes Ulpiano ejerce de monaguillo para poder disfrutar de la vista del Retablo del Altar Mayor de la Iglesia, una verdadera joya y maravilla que se perdió durante la Guerra Civil, y allí, pasando horas y horas contemplándolo, le nace el interés por el Arte. Los vecinos del pueblo conocen la maestría de Ulpiano para el dibujo y va a ser un rico propietario, José Ballester, quien le va a pagar los estudios superiores de Arte en Madrid en la Escuela de Artes y Oficios, y después en la Academia de Bellas Artes de San Fernando. En esta tesitura dos de sus profesores contrataran a Ulpiano para que les ayude en la pintura de los frescos del Palacio de Linares y de algunas capillas en San Francisco el Grande.

Finalizada su formación (1884), se le concede una Beca para estudiar en la Real Academia de España en Roma. La vista de los restos y ruinas de la Roma Imperial le desilusiona, y entonces recurre a la lectura de los clásicos y las grandes obras latinas de la Antigüedad, así como las novelas modernas de finales del siglo XIX para hacerse “su propia idea” de lo que fue la Antigua Roma, la Imperial, la Eterna. Y esa “visión por él imaginada” es lo que refleja y plasma en sus obras.

Durante su estancia en Roma pinta espectaculares obras por las que le visita en persona hasta el propio Rey de Italia, Humberto I de Saboya (1844-1900). Participa en numerosos concursos nacionales e internacionales, ganando la mayoría de ellos y destacando sobremanera en todos, en los que la literatura y la música son su principal fuente de inspiración. Con una imaginación desbordante, lleva al lienzo las novelas históricas más célebres del momento. Ulpiano trabaja con igual éxito en otras artes plásticas. Hace esculturas (“Don Quijote”, “El correo del Zar”,…); ilustra libros (“El Generalife” de Zacharie Astruc y “Tabaré” del uruguayo Juan Zorrilla de San Martín); realiza carteles publicitarios, alguno de ellos en colaboración con el artista decorativo checo Alfons Mucha; pinturas murales, como el declarado Monumento Nacional de “La gare de Lyon”, y participa en montajes teatrales como diseñador de escenografía y vestuario.

El martes, 1 de julio de 1890, Ulpiano contrae matrimonio con la argentina Matilde Chayé Courtez (1864-1945). El  enlace tiene lugar en París, y a él asiste Fernando León y Castillo (1842-1918), marqués de Muni y embajador de España, junto a su señora. Los padrinos de Ulpiano son: Antonio Mediano Foix, en representación de Alejandro Mora y Riera, marqués de Casa Riera, y el banquero lekeitarra José María Abaroa. Por aquel entonces la industria de la tarjeta postal genera enormes beneficios, especialmente en Francia. De manera simultánea a su extraordinario uso y difusión, el atractivo estético hace que se convierta en un objeto que la gente anhela reunir, y desde principios del siglo XX se pone de moda su coleccionismo. En Francia, por ejemplo, alrededor del año 1.910, se producen una media de 122 millones de tarjetas postales al año. Bajo esta tendencia, a partir de 1894, Ulpiano protege sus obras con el «copyright» y vende los derechos de reproducción de determinados cuadros para ser utilizados por el servicio de correos, con lo que consigue el doble objetivo de obtener un rendimiento económico y da a conocer su obra por todo el mundo.

Su Museo

En Colmenar de Oreja (Madrid), en la antigua Casa de los Siete Patios, sita en la Calle María Teresa Freire, 2, y con un coqueto jardín a su entrada se encuentra el Museo Municipal “Ulpiano Checa”, uno de los mejores museos de pintura si exceptuamos los grandes: Thyssen, Reina Sofía y Prado que hay en Madrid y sus alrededores y uno de los museos municipales más importantes de España. En los jardines del Museo hay un busto de Ulpiano, además de los símbolos característicos del municipio madrileño de Colmenar de Oreja: la piedra y la tinaja. En su configuración, la Sala 1, dedicada a “Colmenar de Oreja”, está pintada del color de la arcilla, con el que se fabricaban sus famosas tinajas.

La Sala 2, pintada en rojo pompeyano, está dedicada al “Mundo Romano”y tiene dos espacios diferenciados: el primero dedicado a sus dos grandes obras «La invasión de los bárbaros», cuya obra original fue destruida por un incendio en Valladolid y sólo nos queda una obra en pequeño formato, y «Los últimos días de Pompeya». El otro espacio, es como una sala de cine, ya que sus lienzos sobre la «Carrera de carros», basada en la novela de Lewis Wallace (1827-1905), «Ben-Hur: una historia de Cristo» (1880), sirvieron de inspiración para la película del mismo nombre rodada en Hollywood en su versión muda de 1925 que fue dirigida por Fred Niblo (1874-1948) y protagonizada por Ramón Novarro (1899-1968). Hay que hacer notar que durante su rodaje se conocieron dos extras llamados a ser estrellas que terminaron casándose, Carole Lombard (1908-1942) y Clark Gable (1901-1960). Las primeras ediciones de la novela y la partitura musical de “La marcha de Ben-Hur” reproducen en sus portadas los cuadros de Ulpiano.

Por lo que respecta a  La Sala 3, pintada en color azul pálido, está dedicada a «América»,y el color de sus paredes es en homenaje a la bandera argentina, ya que la familia de su esposa, Matilde Chayé Courtez, procedía de aquel país. La Sala 4está dedicada a «África»y sus paredes están pintadas en colores azules, añiles y naranjas. Ulpiano siempre destacó por su gran capacidad para pintar caballos y en esta sala los vemos galopar. La Sala 5 está dedicada a «España», y el color de sus paredes es el del tono maduro del trigo de los campos de Castilla. La Sala 6está dedicada a «Francia», pues París era la Capital Mundial del Arte y allí fijó su residencia Ulpiano pasando temporadas en Bagnères de Bigorre (Altos Pirineos), donde la familia Chayé tenía una residencia veraniega. Finalmente decir que las Salas 1 a 4 se encuentran en la planta baja del Museo, la Sala 5 y la de Exposiciones temporales en el sótano, y la Sala 6 en la primera planta.    

Colofón

Como colofón hay que afirmar que Ulpiano es considerado por el tratado “Spanish Master Drawing (1500-1900)”, publicado (2006) por el “Museo Boijmans van Beuningen” de Roterdam (Países Bajos), como uno de los cinco Maestros Españoles del Dibujo, junto a Goya, Murillo, Velázquez y Alonso Cano.

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