Delirios del río: fotografía y poesía en homenaje al agua de Lanjarón

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EL FARO

La poesía de Jorge A. Vega Rivas y la fotografía de José A. Ramos dialogan en Delirios del Río, una doble propuesta estética en torno a los ríos de Lanjarón

Delirios del río: fotografía y poesía en homenaje al agua de Lanjarón (EL FARO)

La biblioteca pública municipal de Lanjarón ha acogido la presentación de “Delirios del Río”, una doble propuesta estética en la que las fotografías de José A. Ramos provocaron los poemas de Jorge A. Vega en un diálogo en torno a los ríos Lanjarón y Salado, que dan vida del municipio alpujarreño.

Este intercambio de imágenes y palabras es un proyecto de más de una década que llega a su culmen como libro gracias al mecenazgo del laboratorio Apinevada. Durante más de diez años Ramos ha ido mandando progresivamente imágenes capturadas que nos sumergen en la aventura de cromatismos polisémicos para que Jorge A. Vega les pusiera palabras.

Tras una cuidada selección, “Delirios del río” ofrece un doble efecto estético a través de una poesía visual que dialoga con juegos del lenguaje que interpretan la singularidad entre el “ser y el no ser”.

La bibliotecaria de Lanjarón, Mari Carmen Pereira ha mostrado su “emoción de contar con un lleno absoluto y ha animado a participar en las interesantes actividades que vienen organizando”. Además, ha subrayado la importancia del “club de lectura de Lanjarón y de la calidad literaria que hay en el pueblo con numerosas escritoras”.

A la presentación han asistido numerosos vecinos y amigos de los artistas, entre los que se encontraban el presidente de la asociación cultural Juan Gutiérrez Padial, Fernando Rubio, las escritoras locales, Nieves Díaz y Sandra Lozano, el músico internacional Algis Zaboras, o los concejales del Ayuntamiento de Lanjarón, Raúl Ruiz, Lidia Rivas y Alberto J. Gutiérrez.

Jorge A. Vega, ha explicado que “este poemario se basa en la controversia entre verdad e ilusiones, vertebrado por la verticalidad, el pansexualismo, la imposibilidad del amor y la historia”. “Cada imagen posee su reflejo especular en un delirio y evoca emociones estremecidas para conseguir una ruptura con la mirada ordinaria y adentrarnos en ámbitos no alcanzados por la mercantilización global, donde todavía cabe una esperanza para la naturaleza y el espíritu”, ha señalado.

Por su parte, José Antonio Ramos ha realizado un juego visual con el público, y ha agradecido el gerente de Apinevada, José Orantes, su confianza para “dar luz a este homenaje a nuestro río y al agua”. Asimismo, ha agradecido a la concejala de cultura, Toñi Romero, que haya cedido un espacio municipal para la presentación.

El concejal del Ayuntamiento de Lanjarón y socio de honor de la asociación cultural, Raúl Ruiz, les ha “felicitado por homenajear al agua de Lanjarón y a la naturaleza, y por invitarnos a pensar más allá de lo cotidiano e instantáneo”, y ha animado a “detenerse en cada detalle de la imagen y bucear en cada uno de los poemas dedicados a nuestros ríos”.

Asimismo, Ruiz ha reconocido el “talento que hay en Lanjarón donde contamos con verdaderos artistas y creadores en la música, la pintura, la literatura, la fotografía, la artesanía, etc., y con gentes amantes y defensoras de la cultura”. Así, ha puesto de relieve el papel de la asociación y de su presidente Fernando Rubio, así como de la bibliotecaria de Lanjarón.

Jorge A. Vega es maestro de la escuela pública jubilado. Ha prestado servicio en numerosos colegios de La Alpujarra, y en sus últimos años ha sido el director del CEIP de Lanjarón “Lucena Rivas”. Su compromiso con la cultura y con el pueblo de Lanjarón es inquebrantable, siendo el vicepresidente de la asociación cultural Poeta Juan Gutiérrez Padial de Lanjarón, habiendo coordinado el reciente certamen andaluz de poesía “Alpujarra” o compuesto el comité organizador del Centenario de Lorca en Lanjarón. Este es el primer poemario de Jorge que se publica y en palabras de su hija Ana Vega Rivas, “es muy emocionante para la familia que uno de los escritos de mi padre salga del cajón”.

En cuanto a José A. Ramos, es fotógrafo de profesión y ha sido durante muchos años profesor y director de la Escuela Arte Granada. Además, fue durante dos legislaturas alcalde de Lanjarón. Como socio de honor de la asociación cultural Poeta Juan Gutiérrez Padial de Lanjarón ha dirigido numerosos proyectos de proyección cultural y turística de Lanjarón y La Alpujarra como “Patrimonio de Lanjarón: Pilares, Molinos, Hornacinas, Castillo…”. Además, ha formado parte del grupo poético-musical Placeta Colorá con centenares de actuaciones para vecinos y visitantes. Entre los asistentes se encontraba parte de los integrantes: Marisol Ramos, Dori Elvira Rodríguez o Fernando Rubio. También en su faceta musical, ha puesto música a poemas de Federico García Lorca con motivo del Centenario de la primera presencia documentada de Lorca en Lanjarón allá por 1917, con un disco que unió a numerosos músicos de Lanjarón. Actualmente, acaba de poner música y grabar junto en el estudio del también músico local, Manolo Samos, algunos de los poemas de Delirios del Río.

Delirios del río: fotografía y poesía en homenaje al agua de Lanjarón (EL FARO)

Delirios del Río

La obra, parpadeante y fragmentaria, parte de una controversia antigua en la Grecia clásica, la establecida entre Parménides y Heráclito.  La diosa reveló al filósofo de Elea la necesidad de conocer la inconmovible entraña de la Verdad, bellamente circular. De ahí su famosa sentencia “El Ser es y el No-ser no es”, toda una revolución en la historia del pensamiento, conectada con la sabiduría oriental que aconsejaba la desconfianza del conocimiento adquirido mediante los sentidos. Su concepción apunta a que el Ser, indestructible y eterno, es indivisible y existe en un continuo presente. Su quietud inalterable sólo puede comprenderse a través de la mente porque los sentidos brindan las apariencias del No-ser, meras ilusiones.

Por tanto, únicamente el pensamiento nos muestra la auténtica realidad. De esta forma inaugura el idealismo que posteriormente desarrollaría Platón, posibilitando las disquisiciones metafísicas, sentando las bases para una lógica de la identidad y, sobre todo, estableciendo una clara diferencia entre percepción sensorial y conocimiento racional. Más de mil años tardaría la humanidad en conceder cierta credibilidad a los sentidos a través del método científico. Por otra parte, Heráclito se inclina hacia la búsqueda de una forma de belleza basada en el equilibrio del alma humana con un cosmos que niegue el caos. “Lo uno diferente en sí mismo”, aquello de que nadie se baña dos veces en el mismo río.

El autor de los versos opta por el segundo al coincidir con Gianni Vattimo, al que le parece que la principal enseñanza de Heidegger (y también de Nietzsche) consiste en que el ser no es lo que está y no puede devenir, como afirmaba Parménides, sino que es lo que deviene, nace y muere, y así adquiere una historia y una cierta “permanencia” gracias a la multiplicidad concatenada de los significados y de las interpretaciones. Apuesta por una ontología del declinar, cuyo concepto del ser no se modela sobre la objetividad inmóvil de los objetos de la ciencia, sino sobre la vida, que es juego de interpretación, crecimiento y mortalidad. Se diluye así la sustancialidad de la metafísica tradicional y se dibuja una cartografía de la conciencia sin distancias entre objeto y sujeto, aunque el precio de la negación de la identidad conduzca a la locura en la que ya no se sabe quién mira a quién. ¿Son los ojos del río los que están puestos en el pueblo o es la humanidad quien contempla en trance hipnótico su incesante transcurrir?

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