EL ÚLTIMO VIAJERO ROMÁNTICO

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LO QUE FUE, LO QUE ES Y LO QUE LE HUBIERA GUSTADO SER

Iñaki Rodríguez -escritor-


Mis pies no van a ningún lado. No pueden andar.

No caminan montes, ni senderos en el arrabal.

No hay huellas ni caminos.

Sólo recuerdos de olas que rompían

en quejidos (y morían donde nacía el mar)

Aquí, donde empiezan estas aguas cristalinas

y acaba el suelo de arenisca,

encontré principio y fin

(sin que me regalara el descanso eterno la vida)

Soy hija de la fertilidad,

en esta desértica inmisericorde geología.

Vivo entre dos océanos, uno de pena y otro de coral.

Mis raíces yacen desde hace un siglo,

en la más triste oscuridad.

Pero aún veo el cielo. Casi lo puedo tocar.

Las palmas de mis manos solo sueñan con volar.

¡Volar, volar, volar!

Aunque a veces pienso, si es sinónimo de libertad

o es mejor elevarse sin despegar los pies del suelo.

Libre sueño con lo que me hubiera gustado ser

(aunque esté semienterrada)

Hoja que cae del árbol, hoja que viene y va…

Encarcelada para siempre, en la cala inaccesible,

de esta prisión que es mi hogar.

Busco ayuda y no la encuentro.

La luz calienta el tronco, que es hoy mi cuerpo.

Cuando el sol se va, la luna muestra su sonrisa de cristal.

Recuerdo aquellos años, cuando viví en una mansión colonial.

Araucarias Australianas y cedros del Líbano.

Kentias de la Isla de Lord Howe en el Pacifico.

Butias, papiros y rosas chinas… amantes abrazados al amor

junto a aquellas fuentes, bajo la luz de las estrellas.

Generalifes y cascadas. Jardines secretos

protegidos por cipreses y una gran muralla.

Balcones mirando al mar

y en medio, un manto de caña

(único ejercito que nos salvaguardaba)

Allí aprendí sobre la vida y, por qué no,

también sobre el amor.  

Cuando me hice mayor de edad

perdí la vida, por culpa de un desamor.

Ahora pienso en lo que soy, lo que fui

y lo que me hubiera gustado ser

y, a veces también, en lo que ineludiblemente seré.

No me dé usted comprensión si no la tiene,

pero, al menos, respéteme.

Pues si el viento es olvido o recuerdo

de lo que fui o hubiera querido ser,

el mar es murmullo constante de lo que soy:

Una palmera en una playa.

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