Parados

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JOSÉ MANUEL GONZÁLEZ Periodista

 

Cada empleo, cada puesto de trabajo conseguido debe ser un motivo de satisfacción, de alegría si lo quieren, pues llega sustento económico a una familia y una alta dosis de sentirse realizado a la persona que cada mañana se levanta con el ánimo e ilusión de desempeñar una función, la que sea. Sin embargo, extraña sobremanera la sobreactuación del gobierno central a la hora de evaluar los datos del paro registrado en mayo, quiero decir, explicitando una euforia desmedida, al menos a mi juicio. Ni por asomo voy a entrar a valorar los datos de ámbito nacional, son complejos al tiempo que desalentadores, pero si requiere una reflexión los números hechos públicos por el Instituto Nacional de Empleo en lo referente a la provincia de Granada, donde el paro ha bajado en 3.087 personas, por lo que el número de personas desempleadas registradas en los Servicios Públicos de Empleo se eleva a los 107.668. Así, bendita sea la cifra de nuevos empleos creados en mayo, aunque se aduzca por parte de algunos que el pasado mes siempre ha sido bueno debido a las contrataciones derivadas del sector servicios, sin embargo, tampoco sería serio obviar que esto indica estacionalidad y precariedad.

Pero hasta dónde puede llegar la euforia, la alegría o la satisfacción en el conjunto de la provincia de Granada, me pregunto, pues la verdad que los términos mencionados tienen, por desgracia, un recorrido muy corto, al menos si miramos el denominado registro interanual, es decir, que en el último año en la provincia hay 3.085 parados más, lo que viene a significar porcentualmente un 2´95 más de granadinos sin trabajo, sin poder levantarse cada mañana con el ánimo y con la ilusión de desempeñar una función, la que sea.

Con todo,  los datos reflejan una disminución del paro en casi todos los sectores dentro del conjunto provincial: en la construcción, la agricultura, la industria y de manera más significativa  en los servicios debido a la aparición del buen tiempo y los preparativos que realizan los establecimientos del ramo de cara a la época estival. Aunque la gran pregunta es ¿qué empleo se está generando?, pues a parte de precario, existe un dato muy poco alentador, ha bajado casi un 30% el número de contratos de carácter indefinido, por lo que no hay que ser un lumbreras para extraer una conclusión irrefutable: los empresarios tienen tal nivel de incertidumbre, en gran parte propiciada por la política del gobierno y los mandatos de Bruselas, que no contrata de manera estable, si no puntual, y tiempo al tiempo a ver qué pasa, solo que para algunos desempleados – especialmente los de larga duración – el tiempo se traduce en una amarga desesperación. Si sumamos la precariedad de los contratos que se aplican, la estacionalidad del empleo, el aumento del paro en términos interanuales y las personas que ya no reciben ningún tipo de prestación, el resultado es mayor nivel de pobreza, mayor nivel de desilusión y mayor crispación social; es necesario recordar que hace quince meses que Rajoy puso en marcha la reforma laboral y los datos del paro en nuestro país son para echarse a llorar, aunque cause “risa” recordar las palabras de Gónzalez Pons marcando el futuro de España en la precampaña del PP con la célebre frase de “crearemos tres millones de empleos en esta legislatura”, claro que ya saben cómo son algunos políticos, dicen lo que dicen y luego ni si quiera se sonrojan, corren un “estúpido” velo que no llega, por mucho que lo intenten, a tapar sus vergüenzas en la gestión de lo público. Sea como fuere, lo que más preocupa, entre otras desgracias sociales, es que según la Encuesta de Población Activa hay más de ochenta y cinco mil granadinos que no perciben ya ningún tipo de prestación, y eso, no es más que estar al borde del abismo, en el umbral de la exclusión social. Parece más que obvio que así no podemos seguir, sinceramente, en la carrera contra el paro estamos, parados. 


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