El largo verano del 2012

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MIGUEL AGUADO HERNÁNDEZ

Desde que comenzó este caluroso verano las noticias económicas en España han supuesto un continuo sobresalto: la escalada de la prima de riesgo, la caída de la bolsa, las presiones de Europa y, sobre todo, el duro programa de recortes anunciado en el Congreso por el presidente Rajoy el 11 de Julio.

He estado dudando a la hora de encabezar este escrito entre los títulos de dos películas: «El largo y cálido verano» y «Las largas vacaciones del 36» (en este caso del 2012). Los dos me servían para resaltar el motivo que lo inspira, que no es otro que el largo (por pesaroso) periodo estival que nos espera a los españoles. Al final me he decidido por una fusión de ambos.

Siempre se ha dicho que cada español lleva dentro un seleccionador nacional de fútbol. Hace pocas semanas hemos podido comprobarlo siendo testigos o protagonistas de acalorados debates sobre las alineaciones de España en el último Campeonato Europeo. Y desde que empezó la crisis hemos descubierto también que cada español lleva un economista dentro. Cada vez que sale la crisis en una conversación con conocidos -o desconocidos- somos capaces de exponer, en dos palabras, las más brillantes tesis sobre su diagnóstico y tratamiento.

Confrontamos las más diversas -a veces exóticas- teorías sobre las causas de la enfermedad y las vacunas y medidas preventivas que podían haber evitado la infección que nos hacer delirar de fiebre. A continuación proponemos nuestras recetas mágicas, a sabiendas que son inútiles pues nuestro país está intervenido en la práctica y las prescripciones importantes vienen impuestas desde fuera. Y algún temerario se atreve admitir que durante muchos años hemos estado paseando alegremente con chanclas playeras por ocho miles económicos, que la consecuencia lógica de nuestro imprudente proceder ha sido la gangrena de uno o varios dedos de los pies y que no hay más remedio que amputar sin más dilaciones para salvar la pierna y la vida

Por último empezamos a cuestionar al equipo sanitario que debe aplicar el tratamiento. Lógicamente debería ser el que está legalmente facultado para hacerlo que es el Gobierno actual. Pero se alzan ya voces que ofrecen otros terapeutas. Hay quienes están convencidos que el ejemplo es Italia: los tecnócratas al poder. Loable proposición que, en mi modesta opinión (ya salió el economista que todos llevamos dentro), no es extrapolable a España. Los italianos por su peculiar cultura política están acostumbrados a insospechadas formas de gobierno, y tienen experiencia hasta para gobernarse sin Gobierno.

Otros amplían el modelo. Verbigracia: Fernández- Villaverde, Garicano y Santos, españoles ellos y catedráticos de Economía en las Universidades de Pennsylvania, London y Columbia respectivamente, que proponen en un artículo publicado en la Cuarta de El País (1/VI/2012) que «necesitamos urgentemente un nuevo gobierno, con apoyo de todos los partidos mayoritarios y de nuestros expresidentes, compuesto por políticos competentes y técnicos intachables con amplios conocimientos de su cartera». No está mal, pero ¿cómo se sabe a priori qué político es competente? ¿Es que para Zapatero-y muchos españoles- Solbes y Salgado no eran los más competentes para dirigir la economía y mira la que han liado? Y respecto a los técnicos intachables hay que recordar, entre otros, a la prestigiada empresaria Cristina Garmendia al frente del Ministerio de Ciencia, Innovación y Tecnología. ¿se sabe algo de sus éxitos?

Interesante también la opinión vertida en la Tercera de ABC de hace pocos días, por Antonio Garrigues Walker (un afectuoso recuerdo para Antonio Arcas y Pepe Montero, Presidente y Secretario del Club Liberal de Motril en los años ochenta, artífices de su presencia en Motril en una inolvidable cena en el Hotel Costa Nevada). Lo más reseñable es que rechaza el modelo de italiano y nos ofrece otra vía que difiere de la de los catedráticos: «solo nos queda una solución. Un acuerdo general entre los poderes clave». ¿Cómo se llega a este acuerdo general? El jurista liberal nos ofrece dos ejemplos: «Además de los pactos de la Moncloa, que sigue siendo una referencia válida, tenemos un ejemplo europeo que merece analizarse con interés». A continuación nos ofrece algunos puntos de interés de la ‘Grosse Koalition’ que bajo el mando de Ángela Merkel establecieron en el 2005 los partidos alemanes CDU/CSU y el SPD y se lamenta el señor Garrigues que «nuestra estructura política y nuestra joven y aún pobre cultura democrática dificultan mucho la idea de una gran coalición que sin duda sería la solución mejor y la más eficaz». Acto seguido nos ofrece la suya: «Solo podrá alcanzarse una solución válida y positiva si todos, o para no ser utópicos, casi todos los partidos asumen conjuntamente el coste político de los recortes y eso es ni más ni menos, lo que exige, de forma concreta y urgente, una ciudadanía que cada vez se distancia más de sus representantes políticos y del estamento político en su conjunto». No se puede negar que esta propuesta se acerca bastante al sentir mayoritario. Pero, hay que reconocer, se aleja de la realidad. Es como pedir al bombero y al pirómano que se olviden de quienes son y se agarren a la misma manguera para sofocar los fuegos de este «Largo verano del 2012».

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