«Donde dije digo,… digo Diego»

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JOSÉ MANUEL GONZÁLEZ ARQUERO. Periodista

Nada nuevo bajo el sol en la Costa Tropical, salvo que estamos sumergidos en una debacle económica de dimensiones incalculables, de tiempos insospechados y dificultades de todo tipo, principalmente, para ciertas capas sociales -las de siempre, las pequeñas y medianas-.

Aquí en el Sur, ya digo, sin novedad en el frente, que se diría a la jerarquía militar. Seguimos con los mismos parámetros de parálisis en lo concerniente a los grandes temas, a los asuntos de «Estado» -que se dice- que a todos nos afectan para el desarrollo, crecimiento y avance de esta tierra del sureña, tropical, maravillosa… pero olvidada. Pero parece ser que para algunos es mejor no «meneallo» -que diría un gallego-, vayamos a enfadar al político y no cuente con nosotros para el próximo proyecto ¿verdad?, así que el objetivo es claro: hay que estar en la foto, ser bueno, decir «si guana» y eso garantiza estar sentando siempre en el sitio idóneo, en el momento justo y con la influencia exacta para acceder a mi trozo del «pastel PUBLICO». Así funciona, y si no, los que manejan «hilos» colectivos en la sociedad de la Costa que alcen la voz, porque llevo tiempo sin escucharlos, ¿duermen tranquilos?, ¿no se les pasa por la cabeza que seguirle permanentemente el juego al político es perder credibilidad ante el colectivo que representan? Algunos ya hablan de rebelión, y ojo, hablar de rebelión no es hablar de agresividad ni conflictividad, es hablar alto y claro del país que queremos, de la Comarca que nos merecemos, y todo, desde el diálogo compartido, no desde el monólogo impuesto por algunos. Por ello, el día en el que alguien le diga a uno de estos personajes -que creen descender de la pata del Cid, que diría un castizo-, el día, decía que les digan a la cara las «verdades del barquero», algunos no tendrán más remedio que bajar la cabeza, ponerse coloraos, y si sus cuerpos y sus almas aún mantienen el Don de la dignidad, tendrán que pedir perdón por tragar tanta «gallinacea». ¡¡¡Vamos a dejar la pantomima y el escaparate y pongámonos a trabajar en beneficio de TODOS!!!

En fin, la machacona crisis, a la que deberíamos obviar de vez en cuando, por lo menos para hablar de otros temas más relajantes y aliviar nuestras penas y pesares, nos lleva y arrastra a desayunar cada mañana con los dichosos recortes drásticos y directos practicados por el gobierno del Sr. Rajoy. Ha arremetido contra todo y contra todos, de menos a más, haciendo diametralmente lo contrario de lo que fueron las bases con las que su partido, el PP, se presentó a las elecciones generales. Nos hemos acostumbrado con demasiada facilidad al «donde dije digo, …digo Diego». Asumiendo que hay que recortar porque es evidente que no se puede gastar más de lo que se tiene, no es menos cierto que los recortes se podían haber hecho con mayor nivel de consenso -no todas las formas de hacer política son iguales- ¿con quién?, pues con el resto de grupos políticos del arco parlamentario, con los representantes legales de los trabajadores (los sindicatos), con colectivos de profesionales en diferentes ramas (educación, cultura, investigación, deporte, sanidad, etc…), pero no ha sido así, primero fuimos al centro de Europa, la Sra. Merkel nos mando deberes, los trajimos a España y los aplicamos de la noche a la mañana para evitar la maldita palabra el «rescate»; y así, cada viernes, en cada Consejo de Ministros una reforma, un tijeretazo, un «vamos a hacer lo que tenemos que hacer, porque tenemos claro lo que debemos hacer y lo vamos a hacer, porque tenemos que hacerlo, y por tanto lo vamos a hacer»; claro que luego leyendo la letra pequeña nos damos cuenta quienes son los que más pagamos el pato, los ciudadanos llanos, sencillos y de rentas medias o bajas. Es curiosa la frase que la clase política gobernante por mayoría absoluta -por decisión democráticamente popular- nos ha ido metiendo, primero con calzador, y después, sin rubor alguno, mirando al tendido, la frase es: «hemos gastado más de la cuenta en este país, al margen del gasto público, los ciudadanos han gastado su sueldo, grande o pequeño, viviendo por encima de sus posibilidades»; pues bien, a fuerza de repetirlo hemos entrado en una espiral en la que los ciudadanos nos hemos creído que somos los únicos culpables de esta situación, y alguna culpa tendremos o tenemos, pero no tenemos la gran culpa. La clase política no quiere, se enroca en sí misma, no entrará nunca a valorar lo que nos cuesta el sostenimiento vergonzosamente desmedido del sistema: políticos en sus diferentes variedades -según la administración- , cargos de confianza a destajo, dietas nacionales e internacionales al viajar, comisiones por asistencias a plenos o comisiones, sueldos por las nubes, regalos, privilegios varios, coches de lujo, silencio vergonzante ante los desmanes de la banca, y así un largo pero muy largo etc… Si contabilizáramos todo este gasto público veríamos como no somos los ciudadanos los que hemos de hacer en solitario el «esfuerzo» que se nos pide, porque la pregunta es obvia ¿qué esfuerzo real van a hacer ustedes?, sí, ustedes, los que perciben emolumentos por varios frentes mes a mes. En fin, que así esta el patio social mientras el astro rey nos pega de lleno en estos meses de vacaciones para algunos, y de paro obligado para más de cinco millones seiscientos noventa y tres mil paisanos.

Seguiremos pensando en que esto tiene remedio, con el «esfuerzo» de todos, sin excepción. Ya saben que no hay mal que cien años dure, ni cuerpo que lo resista; aún así, que nadie se equivoque ¡¡¡resistiremos, no te jode…!!!

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