No somos más que nadie… pero tampoco menos

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José Manuel González Arquero. Periodista

El 19 de octubre de 2011 no fue un día cualquiera. Podía parecer, de principio, que dicha jornada sería una hoja más en el calendario de nuestras vidas: con su rutina, su cotidianeidad, su sol y su luna… con la palpitación propia que otorga el universo en cada alborada. Pero no fue un día cualquiera, marcó un antes y después por enésima vez «gracias» a la maldita «mano negra» que vuelve a condenar a la Costa Tropical a no catapultarse definitivamente hacia el futuro con la legitimidad que nos pertenece por derecho para crecer y salir del ostracismo endémico de una zona rica a la que nadie le hace caso real, desde hace décadas.

El Corredor Ferroviario del Mediterráneo, gracias a la decisión de los políticos que se sientan en los cómodos sillones de la capital Europea, pasará por Granada, pero no pasará por la Costa, no por Motril y su amplía comarca. Conocida pues la noticia, comprendí que a todos los que somos de aquí, nos llegaría, nos embargaría un sentimiento de frustración, de desigualdad, aún sabiendo que la empresa era difícil.

Esta vez, ni si quiera la Costa de Granada se ha visto relegada al vagón de cola, esta vez, nos han relegado al retraso, al sufrimiento, a la desidia, al no crecimiento que pedía el tejido empresarial y la ciudadanía del sur de la provincia.

Meses de palabras vanas en boca de políticos, esfuerzos empresariales que no han tenido el fruto deseado, y todo, porque Europa ha dicho no a las expectativas de la Comarca de la Costa.

Es la enésima vez, ya les digo, que nadie piensa en el futuro de la Costa Tropical, y con permiso, y por ser finos, diré que la frase más discreta que me sale de las entrañas es la de: somos el trasero de Europa.

Recordemos brevemente: hubo que echarse a la calle para conseguir un Hospital de ámbito comarcal; la Autovía con la capital de la provincia llegó con más de 30 años de retraso, Motril y Granada se unieron a través de la A-44 más tarde que pronto, y aún así, sigue habiendo colas y retenciones vergonzosas en verano porque se queda pequeña; la Autovía A-7 está al completo desde Algeciras hasta a Barcelona, menos en la Costa de Granada, donde llegará mal, tarde y a destiempo, y si no al tiempo; y la presa de Rules sigue embalsando y no sabremos cuando llegará el agua a la zona de la Contraviesa (el oriente de la comarca) porque no tenemos conducciones.

Y ahora, el 19 de octubre, llegó la última «bacalá»: no al ferrocarril, y eso que tenemos un Puerto de interés del Estado que es el único, por lo visto, que no interesa a nadie (prioridad para Barcelona, Valencia, Almería, Málaga a través de Antequera, Algeciras, pero el de Motril, como si no estuviera, como si no existiera; el Puerto de Motril puede seguir trabajando sin ferrocarril, sí, nadie lo duda, pero tengan por cuenta que no seremos igual de competitivos).

Tras esta puñalada trapera (que dicen por Extremadura) todos se benefician, todos: Almería, porque el ferrocarril llegará hasta el levante almeriense; la Granada central, porque por allí pasa el eje interior que Europa aprobó; Málaga por su cercanía con el ferrocarril que pasa por Antequera; Sevilla porque está en el camino hacia el eje, Algeciras, la gran beneficiada: tendrá el eje central: Algeciras – Madrid, y el eje Murcia – Almería – Granada – Antequera – Sevilla – Algeciras. Ahí es nada.

A más de un político, que se ha paseado por la Costa en las últimas semanas predicando bondades, habrá que decirle que ya está bien del «mucho te quiero perrito pero pan poquito».

La Costa de nuevo aislada, el resto, tendrán financiación a partir del 2014 (80% del Gobierno Español y el 20% de fondos Europeos), y así la ejecución estará para el 2020. A la Costa, por muy bien que se nos dé en el año y medio de alegaciones que nos espera, y si finalmente nos incluyen, el ferrocarril llegaría en 2030; es decir, nos esperan décadas de retraso con respecto al resto de la provincia y con respecto a la mal llamada Andalucía vertebrada.

A más de un político, ya les cuento, debería caérsele la cara de vergüenza por tanta falsa ilusión creada en esta zona: porque un político que en verdad se viste por los pies no se muestra feliz y contento en Granada, y apesadumbrado y tristón cuando está en Motril.

Ya no valen milongas, ni mentiras, ni ilusiones falsas, va a llevar razón el tejido socioeconómico y empresarial sureño cuando dice que la Costa debe de estar en permanente reivindicación.

Se nos queda corto eso de que somos el trasero de Europa, ¿a perro flaco todo pulgas? no sé, ¿sálvese quien pueda?, pues no, esto va de mal en peor. Pero ojo, tenemos y debemos que levantar cabeza hasta que nuestras potencialidades pasen a ser auténticas realidades. Ya sabemos a ciencia cierta que las fuerzas vivas de Granada capital –de toda índole– siguen viviendo de espaldas a la Costa (y no es una frase hecha), y sí no, que de una puñetera vez demuestren lo contrario, porque es una palpable realidad que en las decisiones importantes les importamos un «pimiento». Y como algunos estarán pensando que el coste del eje ferroviario Almería-Algeciras por la Costa es muy caro por su orografía y bla, bla, bla…, pues venga, puestos a pedir: que nos oferten un estudio viable geográfica y económicamente de la conexión Motril-Granada por ferrocarril, así, cuando nuestras mercancías lleguen a la Capital estaremos conectados directamente hacia el Este, el Oeste y el Norte del España, que será estar conectados con Europa, con los mismos que ahora nos han dicho «que no, que no estáis en nuestros planes». Pero vamos a ver, que somos ¿somos el Sur de Europa o el Norte de África?, pues mire usted, puestos a analizar, deberíamos ser las dos cosas, porque en este mundo globalizado todas las conexiones y relaciones son buenas a todos los niveles. Se dan cuenta cómo el 19 de octubre no fue un día cualquiera en el calendario vital de nuestro futuro, nos ha marcado otro retraso más en nuestras legítimas ansias de ser más de lo que somos, de soltar de un golpe certero el lastre de la «mano negra» del pasado para pasar a ser la Costa Tropical próspera que todos deseamos, y que además, nos merecemos; porque ¡no somos más que nadie, pero tampoco menos!

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