✍Antonio Gómez Romera
Domingo, 30 de noviembre de 2025
En el CCVIII aniversario del nacimiento del historiador Theodor Mommsen, testigo excepcional del silgo XIX y Premio Nobel de Literatura en 1902
Hoy, domingo, 30 de noviembre, festividad de San Andrés, Apóstol, Hermano de San Pedro y Patrono de la Iglesia Ortodoxa, de los pescadores y fabricantes de cuerda, en la cuadragésimo octava semana de 2025, se cumplen 208 años (domingo, 1817), del nacimiento en la pequeña localidad de Garding (Schleswig, ducado del Reino de Dinamarca), del historiador, escritor y político alemán Theodor Mommsen (1817 – 1903), testigo excepcional del siglo XIX y de todo el proceso de reunificación alemán.
Theodor Mommsen es una figura fundamental para el estudio del Derecho Romano: sistematiza y cataloga numerosas fuentes legales y su obra sienta las bases para la comprensión moderna del Derecho Civil Romano. Cuando yo estudié Derecho Romano en la Universidad de Granada (cursos 1975 – 1977), una de las fuentes, eran los escritos de Theodor Mommsen.

Breves Notas Biográficas
Hijo del modesto pastor luterano Jens Mommsen (1783 – 1851), aficionado a la filología, y de Sophie Elisabeth Krumbhaar (1792 – 1855). Hermano, asimismo, de Karl Johannes Tycho (1819 – 1900), August (1821 – 1913), que se dedicaron con marcado éxito al campo de la filología, y de Maríe (1828 – 1893). Y amigo en su juventud del poeta y novelista Theodor Storm (1817 – 1888), se aventura en la literatura pura escribiendo poesía.
De 1834 a 1838 estudia el bachillerato en Altona hoy un populoso barrio hamburgués.
El joven Theodor completa brillantemente su carrera de Derecho en Kiel, con un doctorado que gana entre 1838 y el miércoles, 8 de noviembre de 1843.
El Derecho que se estudia en aquella época es principalmente una versión modernizada de las Pandectas, la gran compilación jurídica que el Emperador Justiniano (482 – 565) promulga en el siglo VI, y que sigue aplicándose en Europa. Era, Derecho Romano, y Mommsen sucumbe al atractivo de este estudio, mitad jurídico mitad histórico, haciendo de la Historia del Derecho la profesión de su vida. La Universidad le beca para viajar a Italia en el otoño de 1844 y allí pasa 3 años fascinado por las ruinas del antiguo imperio y por las enseñanzas de un famoso especialista en epigrafía romana, Bartolomeo Borghesi (1781 – 1860), anticuario y numismático, que lo inicia en el arte de descifrar las inscripciones latinas que cubren tumbas, dinteles, baños y lugares de culto en Roma y en toda Italia.

Bajo el amparo del jurista Federico Carlos de Savigny (1779 – 1861) y de la Real Academia de Ciencias de Berlín, crea su célebre obra sobre las inscripciones latinas del Reino de Nápoles, estampada en Leipzig en 1852. Dedica este libro monumental a Bartolomeo Borghesi, a quien denomina maestro, protector y amigo, recordándole en un latín tan elegante como castizo y ameno que en 1845 fue por primera vez a visitarlo a San Marino. Era entonces un joven poco ilustrado en el arte lapidario, habiendo aprendido en su morada con el ejemplo de tan gran profesor a conocer toda la importancia de tales investigaciones para la más acabada depuración de los verdaderos cánones históricos.
A la vuelta de su viaje, consigue una cátedra en la Universidad de Leipzig, aunque tiene que mudarse con cierta frecuencia inquietado por su activismo político en las “Revoluciones de 1848”, pues era partidario de la unidad alemana y de la incorporación del ducado de Schleswig-Holstein a Alemania. Theodor Mommsen se exilia en Zurich y acaba enseñando Derecho en la Universidad de Breslau (Polonia). El jurista y epigrafista ceutí Manuel Rodríguez Berlanga Rosado (1825 – 1909), dice en su “Estudio sobre los dos bronces encontrados en Málaga” que se descubren casualmente, a finales de octubre de 1851, en el lugar llamado los Tejares, en el sitio de Olletas, en las afueras de Málaga por la parte del Norte, casi lindando con sus últimas casas, entre la alameda de Capuchinos y la de la Victoria, dos grandes Tablas de Bronce, escritas por su anverso, que fueron salvadas de la destrucción por el ilustrado desprendimiento de Jorge Loring James (1771 – 1843). Contenían varias rúbricas del código civil de dos municipios de derecho latino creados por Domiciano hacia el año 83, uno en Malaca y en Salpensa, cerca de Utrera. “Quiso el azar que lograse leerlas y darlas a conocer en Italia, donde apenas hubo llegado la noticia, cuando el profesor Mommsen me interesó la remisión de los calcos de ambas leyendas, que me apresuré a mandarle, dando por resultado su examen el conocido libro, impreso en Leipzig, en 1855 con el título de “Die Stadtrechte der latinischen Gemainden Salpensa und Malaca in der Provinz Baetica”. Esta importantísima monografía encierra en su conjunto un trascendente tratado de derecho municipal romano, que enmienda, aclara y amplía sobremanera el libro “De re municipali romanorum” de Federico Roth, impreso en Stuttgart en 1801, poco más de medio siglo antes.

En 1854 se casa con Marie Reimer (1832 – 1907), la hija del prestigioso editor de Weimar, Karl August Reimer (1801 – 1858). Van a ser padres de 16 hijos y tienen como yerno -casado con su hija Marie- a Ulrich von Wilamowitz-Moellendorf (1848 – 1931), el más notable filólogo y helenista de su tiempo. Su suegro, sabedor de su talento, le hace caer en la tentación de escribir una obra para el gran público, una historia de Roma de carácter narrativo, ajena a la alta erudición de sus estudios filológicos, que se van ampliando ya a la numismática, la paleontología y a las demás disciplinas del historicismo científico en boga en aquellos tiempos. El joven y fogoso Theodor deja de momento estas preocupaciones y aplica su enorme capacidad de trabajo en escribir su obra más popular, la conocida “Historia de Roma”, publicada en Leipzig entre los años 1854 y 1856 en 3 tomos, que se completaron con uno adicional en 1885. Su “Historia de Roma” inaugura una nueva forma de historiar, una visión holística que incluye, además de la historia política, también el derecho, la filosofía y la arqueología. Sobre todo, no es una historia de personajes ilustres ni está únicamente basada en las fuentes literarias al uso, sino que sigue las directrices del historiador danés Barthold Niebhbur (1776 – 1831) sobre el estricto control crítico de la documentación. Todo ello con una gran pasión y aliento narrativo, una prosa exuberante y un ritmo majestuoso, incluso en la descripción de los temas más áridos, con continuas referencias a las circunstancias contemporáneas.

En 1858, financiado por la Academia de Berlín, comienza una ardua y colosal tarea: la edición del “Corpus Inscriptionum Latinarum”. Se trata del intento de recopilación de todos los epígrafes romanos, obra que cuenta en la época con más de 120.000 epígrafes, de los que él mismo recopiló y estudió, 5 de los 15 volúmenes que aparecieron antes de su muerte, obra que aún hoy sigue siendo imprescindible para todos los investigadores de la Historia de Roma.
En 1864, después de la llamada “Guerra de los Ducados”, Schlewig–Holstein, su tierra natal, queda incorporada a Prusia. Hacia 1873 es nombrado Secretario vitalicio de la Academia de Ciencias de Berlín, de la que es miembro desde 1858. Es diputado en el Reichstag desde 1881, y sus posiciones lo llevan a enfrentarse con Otto von Bismark (1815 – 1898). Deja escrito en 1885, en pleno apogeo de la Alemania bismarckiana del Segundo Reich que “en mi tumba no quiero ni imagen, ni palabra, ni mi nombre siquiera, pues personalmente ansío ser olvidado lo antes posible por esta nación sin espina dorsal, y no considero un honor perdurar en su memoria”.

En 1892, el norteamericano Mark Twain (1835 – 1910), un literato plenamente consagrado, asiste a una recepción que da en su honor la Universidad de Berlín y relata, con su característica acidez, el revuelo que causa la llegada del famoso profesor: “yo hubiera viajado muchas millas simplemente para verlo de lejos y aquí estaba…con una engañosa modestia titánica que le hacía aparecer como si fuera una persona normal”.
En 1899 se desahoga con amargura en un codicilo que añade a su testamento. En él pide a su familia que evite que se le hagan homenajes y biografías: “yo en mi vida, a pesar de los éxitos externos, no he llegado a ser aquél que debí ser…he sido siempre “animal politicum” y quise ser un ciudadano, lo cual no es posible en esta nación…”.

En una carta, Mommsen le escribe desde su residencia en Berlín-Charlottenburg, el 19 de diciembre de 1899, a su colega y amigo Francesco Buonamici (1832 – 1921), profesor de Derecho romano de la Universidad de Pisa para comunicarle que continúa estudiando y preparando una nueva edición crítica y científica del “Codex Theodosianus”. Mommsen tiene 83 años y persiste con sus investigaciones. El otorgamiento del Premio Nobel de Literatura en 1902 es, en parte, un reconocimiento y tributo a su productividad, pero, sobre todo, a ese incesante estudio de la República Romana. Su “Historia de Roma” es un sutil y hábil juego de la política romana entre el siglo VIII y el I a. de C. Cuando se publicó la obra en 1856 tenía 39 años y eran los tiempos de fecunda actividad juvenil. Escrito sin gran aparataje crítico y científico de notas y citas, descriptivo y analítico, de tendencia historicista-positivista, es considerado un texto que estudia profundamente el período republicano. Según la Fundación Nobel: “Se le concede por su habilidad en convertir hechos cuidadosamente investigados en un cuadro vivo… por ser el más grande maestro contemporáneo en el arte de la escritura histórica… (cuya) intuición y poder creativo reduce la distancia entre el historiador y el poeta”. Mommsen no estuvo presente en la entrega del Premio.

Colofón
El domingo, 1 de noviembre de 1903, a los 86 años de edad, un derrame cerebral termina con su vida en su casa de Marchstrasse, Charlottenburg, en las inmediaciones de Berlín. Es sepultado en el Cementerio de la Santísima Trinidad II, calle Bergmannstraße en Berlín – Kreuzberg. Sólo 5 días después del deceso de Theodor, el Padre Fidel Fita Colomé (1835 – 1918) da noticia de ello en un discurso necrológico pronunciado durante una sesión de nuestra Real Academia de la Historia. En el Boletín de esa Academia se publica el discurso que en la reunión ordinaria del 26 de junio de 1904 le dedica el Historiador del Derecho Eduardo de Hinojosa y Naveros (Alhama de Granada, 1852 – Madrid, 1919), quien por haber ampliado estudios en Alemania y visitado en dos ocasiones los principales centros de investigación histórica de ese país, conocía bien, sobre todo en lo que se refería a su principal campo de estudio que era la Edad Media, la labor de la escuela alemana de Historia del Derecho y, en concreto, la de Mommsen.

Mommsen es un humanista prolífico y su producción científica es realmente impresionante. A los 2 años de su muerte su bibliografía completa abarca 1513 títulos, con cerca de 40.000 páginas. Mommsen tuvo un profundo espíritu europeísta y ello se ve reflejado en sus trabajos sobre las Provincias del Imperio Romano. Cada una de ellas posee una realidad y fisonomía propias, otorgándoles especial relevancia a las occidentales y europeas. Las cerca de 45 Provincias Romanas en la época de los emperadores Antoninos (siglo II d. de C.), corresponderán más tarde y, en cierta medida, en el caso europeo a los futuros países del continente. Mommsen postulaba y creía en una amistad sólida entre Alemania y Francia y en dos cartas, una a los italianos en 1870, los exhortaba a una alianza con Alemania y, en otra, a los ingleses, preveía y auspiciaba una mayor armonía entre su país e Inglaterra. Estaba convencido del papel rector que les correspondía a los cuatro grandes de Europa: Alemania, Francia, Inglaterra e Italia, y escribía sobre la Santa Alianza de los Pueblos. Sin embargo, el sueño de Mommsen se derrumbó con las dos Guerras Mundiales (1914 – 1918 y 1939 – 1945). Pero, también, el espíritu visionario de Mommsen se concreta a partir de la segunda mitad del siglo XX con la gestación de la Comunidad Económica Europea, con el Tratado de Roma en 1957 y, más aún, con la creación en Maastricht (Holanda) de la Unión Europea en 1992 con 15 países miembros y, a partir de mayo de 2004, con otros 10. El historiador alemán fue profético, de profundo espíritu y conciencia europeos y se adelantó en una centuria a la aspiración y realidad que hoy tiene la Unión Europea con sus 25 miembros.
Mommsen consideró que Roma y el imperio, con la difusión y masificación de la “civitas Romana” o la nacionalidad romana, crearon una especie de ciudadanía mediterránea o imperial, entendida como la matriz de los Estados Modernos. Aún más, creía y argumentaba que Roma era la capital de un nuevo estado mundial, capital de muchas naciones.





