✍Opinión.-
LA FRAGILIDAD DE UN NIÑO FRENTE AL PODER DE UN IMPERIO (Lc. 2,1-14)

Hoy: experimentamos, saboreamos, celebramos y proclamamos… el misterio fundamental de nuestra fe cristiana: el Misterio de la Encarnación.
Lo cual significa que por las venas de Dios corre sangre humana… y que en nuestro corazón humano resuenan los latidos del corazón de Dios…
Y esto es algo tan sorprendente y tan inmensamente grande… es algo que nos conmueve de una manera tan peculiar, que no encontramos las palabras adecuadas para describirlo…
Por eso, lo único que está más a nuestro alcance es: contemplar, adorar y guardar un profundo silencio agradecido…
Pero también es necesaria, la fiesta, el canto, la risa, la alegría… y los villancicos… que son algunas de las formas que tenemos de expresar unas vivencias tan profundamente humanas que no podemos ni sabemos, expresar de otra manera.
En el relato, del evangelista San Lucas se desarrollan dos momentos que a continuación voy a intentar explicar:
1 – LOS DECRETOS DEL PODER
El evangelista muestra un gran interés por dejar claro que los hechos que relata forman parte de nuestra historia humana y no están fuera de nuestra geografía ni de los acontecimientos sociales y políticos de nuestro mundo.
Vivimos en un mundo donde los poderosos intentan: dominar, someter y controlar… a las personas y a los pueblos a golpe de «Decretos».
Y en el momento histórico que nos ocupa, el poder tenía un nombre propio: Cesar Augusto, que a través de las legiones romanas sometía a los pueblos implantando las leyes del Imperio y controlando a todos los súbditos de los países ocupados que debían pagar sus impuestos en moneda romana.
Y uno de estos decretos que obligaba a los pobres a desplazarse para regularizar su situación administrativa y poner su documentación y sus papeles en regla, provocó que la joven pareja de los padres de Jesús, a pesar del avanzado embarazo de María, tuvieran que «ponerse en camino» (que es una constante en todo el evangelio de San Lucas).
Con lo cual, Jesús antes de nacer ya aparece caminando en el vientre de su madre.
2 – LOS CANTOS DE LIBERACION DE DIOS
Pero en el relato hay un segundo momento donde se nos presenta al Dios liberador que no viene a dominar, ni a someter, ni a controlar, como el Cesar, sino a proclamar en la noche de Belén, cantos de fiesta y gritos de liberación.
Por eso, en lugar de un decreto autoritario, se anuncia, por medio de legiones de ángeles, y no de soldados romanos, una Buena Noticia para todo el pueblo: «Hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador». No olvidemos que este anuncio va dirigido, en primer lugar, a los pastores, que era gente despreciada y marginada por su oficio… lo cual nos produce desconcierto.
Además, nadie esperaba: un Dios mendigo, un Dios emigrante, un Dios que se manifestara en la fragilidad y en la dependencia absoluta de un niño hijo de una familia pobre… lo cual nos aumenta aún más el desconcierto…
Y nos hace preguntarnos con los pastores:
Y ¿como podremos saber que esto es cierto? ¿dónde están las señales?
Y no hay ni una sola señal extraordinaria… Ni el poder de un Imperio, ni la estrategia de un ejército… Solo: un «pesebre» y unos «pañales».
Estas son las dos únicas señas de identidad de quien «siendo rico, se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza»
Y estas son las señas de identidad de quien, a lo largo de la historia, se ha querido identificar con todos aquellos que no tienen ni sitio para nacer, ni espacio para vivir…
Por eso, el proyecto evangélico nos invita hoy a entrar en esta misma dinámica liberadora de Jesús picapedrero que consiste en tener menos, para ser más.
Lo cual, aunque rompa todos nuestros esquemas y los razonamientos de nuestras pobres cabezas calculadoras… aunque sea, para nosotros, una propuesta desconcertante, es el único camino de la fraternidad… el verdadero camino que nos dignifica y nos puede salvar a todos de la vorágine del egoísmo y la ambición de poder.
Y esta es la razón por la que pido a Dios: Que esta Navidad nos encuentre del lado de los hombres y mujeres que andan buscando refugio, esperanza y dignidad para ellos y para sus hijos… Que esta Navidad nos encuentre comprometidos con todas las personas y con todos los pueblos que padecen hambre, violencia, genocidio o desplazamientos forzados…
Que esta Navidad nos encuentre asumiendo, sin miedo, la causa de todas las personas y colectivos a los que se les niega la vida digna, sosegada y en paz, a la que tienen derecho.





