RELATOS DE LA HISTORIA DE MOTRIL

   ✍Manuel Domínguez García

Cronista Oficial de la ciudad de Motril

LAS CALLES HISTÓRICAS DE MOTRIL DURANTE LA II REPÚBLICA Y EL FRANQUISMO

 EL INTENTO DE CREACIÓN DE UNA NUEVA MEMORIA COLECTIVA

Manolo Domínguez García -Historiador-

La ciudad se ha convertido en una mirada que recorre siglos de historia y experiencias. Sus edificios, calles y espacios urbanos son sólo un reflejo que permite reconocer la memoria de quienes ayudaron a construirlos. Sin embargo pocos son los recuerdos que han sobrevivido al entierro del olvido; pocas son las memorias alteradas por un inconsciente colectivo que le quita o agrega datos a su gusto.

Las calles y plazas de las ciudades son los sitios por los que transitamos, donde está nuestra casa, nuestro trabajo, el lugar al que vamos a comer o nuestro centro de salud. Es decir, los sitios en los que se desarrolla nuestra vida. Y sus nombres no son inocuos.

No solemos conocer la historia de nuestras calles, desde cuando existe una determinada calle, cuando se le dio en nombre, porque se le eligió uno y no otro, si se le ha cambiado en algún momento. Son datos importantes que nos ayudan a conocer la historia de Motril y su evolución en el tiempo. Los nombres de las calles nos pueden contar mucho sobre la historia y cultura y no son aleatorios, sino que representan señas culturales de Motril y su historia y, por lo tanto, conforman una parte significativa del patrimonio inmaterial de la ciudad.

Los nombre de las calles juegan un papel importante en la forma que entendemos la ciudad y tienen una importante carga histórica y política, nos informan de prácticas sociales y fortalecen identidades

A lo largo de la historia, cada régimen político imperante ha intentado construir siempre una serie de acciones con su llegada a las esferas de poder.  Es muy curioso que en muchos casos, estos nuevos regímenes políticos se dispongan en un primer momento, a suprimir del callejero de las ciudades y pueblos los nombres que no se ajustaban con la ideología política que el nuevo régimen tenía, y seguidamente, denominaban las calles con nuevos nombres, relacionados con su nueva ideología o con personajes afines a sus ideas y figuras históricas que representan valores o experiencias compartidas. Con esto se pretendía evidentemente crear una nueva memoria colectiva, contribuyendo a la formación de la identidad individual y grupal, fortaleciendo el sentido de pertenencia y la cohesión social y puede ser una oportunidad para cuestionar narrativas históricas dominantes

Calle Martínez Campos o Catalanes, Fernando de los Ríos durante la República.

Tanto en la República como en el Franquismo, llevaron a cabo el mismo proceso, es decir, el intento de la creación de una memoria colectiva, con el uso de la historia, de mitos, símbolos y mártires, para así, de este modo, crear un vínculo con la sociedad, tener una ideología a la que adherirse y sentirse identificado. Parte del callejero de Motril se convierte en una especie de lienzo en blanco, en el cual, cada elite política tiene capacidad para plasmar en él la ideología imperante del momento.

En la noche del 14 de abril se conoció en Motril, a través de una edición extra publicada por el semanario El Faro, la proclamación de la II República Española y se organizó una enorme manifestación espontánea que recorrió las principales calles de la ciudad dando vítores al nuevo sistema y que tras un discurso de los dirigentes socialistas, se disolvió pacíficamente frente a la Casa del Pueblo en la calle Chipas.

Al filo de la medianoche llegó de Granada Narciso González Cervera, secretario general local de PSOE, con poderes del Comité Republicano de Granada que le autorizaban constituir el de Motril y tomar posesión del Ayuntamiento.

Por la mañana del día 15 una gran muchedumbre aclamó en la plaza de la Constitución, actual plaza de España, al nuevo Ayuntamiento republicano al izar desde el balcón principal de la Casa Consistorial la nueva bandera roja, amarilla y morada de la naciente Segunda República.

La proclamación de la Segunda República Española supuso una breve entrada en el nomenclátor de la calles de Motril de nombres, fechas y hechos relacionados con la pasión republicana, de breve presencia temporal. El nuevo Consistorio republicano decide cambiar oficialmente el nombre de algunas de las principales calles, reestructurado simbólicamente parte del espacio público motrileño; algunas calles cambiaron sus nombres por figuras y conceptos asociados al nuevo régimen. Algunos ejemplos incluyen nombres de líderes republicanos, figuras históricas relevantes para la República, o términos relacionados con la libertad y la democracia.

Anuncio del Capítol Cinema en la Plaza de Pablo Iglesias en 1933, hoy Plaza del Tranvía.

Un primer cambio de nomenclatura fue el de la Plaza de la Constitución. Era la plaza principal de Motril donde estaba el Ayuntamiento y la Iglesia Mayor. Antiguamente se le conocía como Plaza Mayor, pero en 1876 con la aprobación de una nueva constitución por las Cortes, se decidió por la Corporación local de la época renombrar la plaza.  En los años 20, durante la dictadura del Primo de Rivera se le quiso dar a la plaza el nombre del dictador pero no se llegó a aprobar. A fines de abril de 1931 el ayuntamiento republicano le da el nombre oficial de Plaza de la República.

Otras de las calles principales que daban acceso a la Plaza Mayor era la calle Romero Civantos. Antiguamente se le conocía como calle de Francisco Chamorro, a mediados del siglo XIX se le dio el nombre de calle de José García León y Pizarro, motrileño famoso que había llegado a ser presidente de la Real Audiencia de Quito en 1778-1784. A principios del siglo XX, se cambia el nombre a la calle y se le denomina ahora calle de Isidro Romero Civantos, político liberal que ocupó cargos electos en diversas ocasiones en representación de Motril. Con la llegada de la República, a esta principal calle se le renombra con una fecha emblemática para los republicanos: Calle del 14 de Abril.

Otra de las calles a las que se le cambia el nombre es a la conocida calle de los Catalanes. Es una de las calles más antiguas de la ciudad, se llamó en el siglo XVI calle del Adarve y después oficialmente calle de la Muralla. Desde principios del siglo XIX debido a que muchos de los comerciantes catalanes que llegaron a Motril establecieron sus negocios en esta calle, comenzó a ser llamada popularmente como calle de los Catalanes. Con motivo de la visita que hizo el general Martínez Campos a la ciudad en 1894, el Ayuntamiento le quita la antigua denominación de calle de la Muralla para darle el nombre del general. En mayo de 1931 el Ayuntamiento la renombra como calle de Fernando de los Ríos, político, diplomático, jurista y catedrático de Derecho en Granada, considerado una de las figuras más relevantes del pensamiento socialista en España.

Plaza Díaz Moreu, renombrada Plaza de la Libertad en 1936.

Dos calles contiguas, la Plaza de los Jardinillos y la calle Carrera, también, son renombradas durante la II República. La plaza popularmente conocida como de los Jardinillos, es una de la más antigua de Motril, hasta el siglo XIX se llamó Plaza de Castil de Ferro. En 1875 el Ayuntamiento decide dedicarla al marqués de Larios dueño dela fábrica azucarera Nuestra Señora de la Cabeza. En 1927 durante la alcaldía de Carlos Castillo se arregla la plaza colocando unos jardines y empieza ser llamada Plaza de los Jardinillos. En 1931 se le da el nombre de Capitán Fermín Galán, héroe tras su fallido golpe de estado para instaurar la República y fusilado en Huesca en 1930.

A la calle Carrera de la Virgen o del Mar, llamada así desde el siglo XVI, se le había dado en 1914 el nombre de Joaquín López Atienza, banquero y alcalde de Motril a principios del siglo XX. Los republicanos motrileños la renombra como calle del Capitán García Hernández, otro de los héroes de la naciente República por el intento de golpe de estado en Huesca y fusilado de 1930.

A Pablo Iglesias, líder del socialismo español y fundador en 1879 del PSOE y en 1888 de la UGT, el Ayuntamiento republicano le dedica la conocida Plaza del Tranvía. Esta plaza que tiene su origen en una plaza de cañas de una antiguo ingenio azucarero, había recibido múltiples nombres desde antiguo: Plaza del Ingenio Viejo, Plaza Molina Camberos, Plaza de los Herrera, Plaza de los Aguilares, Plaza de la Compañía, Plaza de la Administración, Plaza de Cánovas y en 1928 se le dio el nombre de Carlos Castillo, alcalde de la ciudad entre 1927 y 1930.

La Calle Nueva, así llamada desde el siglo XVII, es en estos años de la II República la principal calle de Motril, entrada a la ciudad desde la carretera de Granada y que conecta con la carretera de Málaga-Almería. En 1896 el Ayuntamiento había acordado dar el título de hijo predilecto al brigadier Cándido Hernández Velazco y poner su nombre a la Calle Nueva, en reconocimiento “por su bravura en la defensa del integridad de la patria” durante la Guerra de Cuba. En 1936 el Ayuntamiento le da el nombre de Avenida de Francisco Largo Caballero, sindicalista y político  español, histórico dirigente del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y la Unión General de Trabajadores (UGT). Desempeñó la presidencia del Consejo de Ministros de la Segunda República entre septiembre de 1936 y mayo de 1937.

Los capitanes Galán y Hernández, protomártires de la República. Tuvieron dos calles en el Motril republicano.

A la antiguamente llamada Plaza de Iluminati o Plaza de la Monja, se le había dado en nombre de Plaza de Emilio Díaz Moreu en 1898, en homenaje al marino motrileño comandante del crucero “Cristóbal Colón” en la Guerra de Cuba. El Ayuntamiento de la República la denominó Plaza de la Libertad.

Por último, a la calle Chispas, que mantenía su nombre desde el siglo XVIII por el cerrajero José Gómez, apodado el “Maestro Chispas”; se le puso en nombre de Eduardo Fernández del que no tengo referencias.

Tras la victoria del ejército nacional que entra Motril el 10 de febrero de 1937, dos días después a instancias del teniente coronel Manuel Baturone Colombo, comandante militar de la ciudad, se organiza una comisión gestora para el Ayuntamiento que presidirá Adrián Caballero Jiménez de la Serna hasta el mes de abril en que es nombrado alcalde Manuel Garvayo Bermúdez de Castro y ya hasta el fin de la guerra en 1939.

Las nuevas autoridades franquistas vuelven a cambiar el nombre a las calles que tenían denominaciones republicanas y renombran otras nuevas. Bastantes calles y plazas de las principales de Motril fueron rebautizadas con nombres relacionados con la ideología franquista o figuras militares y políticas afines al régimen. Algunos ejemplos comunes incluían nombres de generales, figuras de la Guerra Civil, o referencias a la Falange y otros símbolos del régimen.  El nomenclátor callejero es de nuevo convertido en un instrumento de legitimación política. La lista, curiosamente, no es demasiado larga aunque sí muy significativa y se prolonga hasta los años 60.

Paseo del Generalísimo, años 40 del siglo XX. (Paseo de la Explanadas).

El primer cambio de nombres de calles se realiza a fines de febrero de 1937 en la plaza más importante de la ciudad, se suprime el nombre de la Plaza de la República y se le denomina ahora como Plaza de España.

En abril de ese mismo año se renombra el tradicional Paseo de las Explanadas con el nombre de Paseo del Generalísimo Francisco Franco. El nuevo nombre oficial del único paseo de la ciudad no tuvo éxito, los motrileños siguieron llamándolo por su antiguo nombre.

A la Plaza de los Jardinillos se le quita el nombre republicano de Capitán Galán para rebautizarla como Plaza del l8 de Julio, en conmemoración del día en que se inició el alzamiento militar contra el régimen democrático de la II República.

La calle Romero Civantos, nombre que los republicanos habían sustituido por el 14 de Abril, se le da ahora el nombre de calle de José Calvo Sotelo, líder del partido Renovación Española y asesinado en Madrid el 13 de julio de 1936. Honrado por los nacionales como Protomártir de la Cruzada  ​o Protomártir del Movimiento Nacional.

Al Camino de las Cañas llamado así desde el siglo XVII, el Ayuntamiento franquista, decidió cambiarle el nombre y ponerle calle de Gonzalo Queipo de Llano, general sublevado contra la Republica en Sevilla y que comandó con mano de hierro y mucha sangre la rápida victoria nacionalista en el suroeste peninsular. Tampoco este nombre oficial tuvo éxito en Motril, la calle siguió llamándose popularmente como siempre se había llamado.

Plaza del coronel Rosaleny. Actualmente Plaza del Ciprés.

A la conocida como Plaza del Tranvía, que los republicanos habían renombrado con el nombre del líder histórico del PSOE, es ahora bautizaba como Plaza de José Antonio, fundador del partido fascista Falange Española. En torno a su figura se desarrolló un auténtico culto a la personalidad, que alcanzó valores de mito en la educación popular generada por el régimen de Franco. Es normal que se le dedicara muy pronto por las autoridades franquistas motrileñas, una de las principales plazas de la ciudad. Tampoco el nuevo nombre oficial arraigó entre la población, que siguió llamado a la plaza como se le había conocido popularmente desde el siglo XIX: la del Tranvía.

A la calle de la Carrera, se le quita el nombre republicano de García Hernández y se le llama calle del Coronel González Espinosa. Fue uno de los artífices de la sublevación en Granada contra la República. El 29 de julio de 1936 fue nombrado por Queipo de Llano, gobernador militar de Granada en sustitución del coronel Basilio León Maestre, del que se consideraba que estaba siendo demasiado blando en la represión. De él escribió Joaquin Arrarás en su Historia de la Cruzada Española: “Es el hombre al que no le temblaran las manos antes de firmar las penas de muerte”.

Otra de las plazas del centro comercial de la ciudad es la Placeta del Ciprés o de Sandalio, la corporación a fines de 1937 decidió cambian el nombre de esta plaza y llamarla Plaza del Coronel Rosaleny. Francisco Rosaleny y Burguet, como comandante en 1936, había participado en el triunfo del golpe de estado en Granada. En mayo de 1937, se creó el III cuerpo de Ejército, que poco después se denominó 33 División cuyo jefe, ya como coronel de Infantería, era el citado Francisco Rosaleny, que era a la vez comandante militar de Motril en esos años de la Guerra Civil. Popularmente la plaza siguió siendo conocida como Ciprés o la Plaza del Telar, solo oficialmente se empleaba el nombre de Rosaley.

Llamada ordinariamente por los motrileños de la época como Placeta de la Iglesia, tenía como nombre oficial Plaza de Pedro Moreu, que había sido de dedicada en 1887 a uno de los alcaldes más prestigiosos que tuvo Motril en el siglo XIX precisamente en la época de los terremotos y la epidemia de cólera entre 1884-85. En 1939 se le quita el nombre de Pedro Moreu y se le sustituye oficialmente por Plaza de los Mártires como homenaje a todos aquellos que murieron a causa de la guerra en el bando nacional. En esta plaza y en la casa de la familia Moreu, estuvo la sede de la Falange motrileña durante los años de la guerra y posguerra, por eso el nombre popular de Placeta de la Falange.

Calle de Quipo de Llano (Camino de las Cañas).

A la calle de la Fundición, llamada así porque en el siglo XVIII tenía en ella su taller el maestro fundidor Francisco Blanco, se le puso el nombre de Coronel Baturone que, como ya hemos citado, fue comandante militar de Motril del Ejercito Nacional en 1937.

A la carretera del Puerto que colindaba con la Huerta de Villalba, se le puso Avenida del General Sanjurjo, general golpista que ya encabezó un fracasado intento de golpe de estado contra la República en 1932 y que hubiese liderado en alzamiento de 1936 a no ser por su muerte en accidente de avión cuando regresaba del exilio en Portugal, para ponerse al frente del el Ejercito sublevado.

Ya en los años 40 y 50, a la calle Teatro se le puso en nombre de División Azul, a la calle Chispas, Carlos Castillo y se le cambio el nombre a la calle Milanesa por el de Antonio Garvayo, nombrado alcalde y jefe local de Falange Española Tradicionalista y de las JONS en 1952.  En 1956 se construyen doscientas casas en el Llano de la Fundición, ese nuevo barrio motrileño se le nombra como del General Mola, aunque la gente lo llama el barrio de las Casas Nuevas. La plaza central este barrio recibió el nombre de Plaza de Generalísimo.

En los años 60 se pusieron algunos nombres de calles que recordaban aun a la Guerra Civil: Crucero Baleares, Cuartel de Simancas, Alcázar de Toledo, Capitán Cortés, etc.

Con la Transición la mayoría de los nombre de calles que de la época franquista se quitaron, recuperando el uso de los nombres populares e históricos de las calles:

  •  Al Paseo del Generalísimo Franco, se le repuso su nombre histórico de Paseo de la Explanadas
  • A la calle Hernández Velazco se le puso el nombre popular de Calle Nueva, aunque el general Hernández nada tuvo que ver con la Guerra Civil
  •  A la Plaza 18 de Julio, se le repuso su nombre notorio de Plaza de los Jardinillos
  • El nombre de la calle González Espinosa, es sustituido por su nombre antiguo de calle de la Carrera
  • Calle Martínez Campos, por el famoso de calle de los Catalanes, aunque el general Martínez Campos vivió en el siglo XIX.
  • Plaza del Coronel Rosaleny, se sustituyó por su antiguo nombre de Plaza del Ciprés
  •  La Plaza de los Mártires, se denominó Plaza de la Libertad
  • Avenida del General Sanjurjo, por el de Avenida de Andalucía
  •  Calle de Queipo de Llano por su hombre histórico: Camino de la Cañas
  •  A la calle Calvo Sotelo se le dio el nombre anterior a la República: Romero Civantos
  • A la Plaza de José Antonio: Plaza del Tranvía
  • A la calle División Azul, se le repuso su nombre del siglo XIX de calle del Teatro
  • A la Plaza del Generalísimo: Plaza 1 de Mayo
  • La calle  Antonio Garvayo, restituida a su nombre tradicional de la calle de la Milanesa
  • Se mantuvo el  nombre de Plaza de España
El nuevo barrio del General Mola en 19656 (Las Casas Nuevas).

Los nombres de las calles de nuestra ciudad, como el de la mayoría de las ciudades y pueblos de este país, tejen un complejo tapiz de memoria, un nomenclátor que funciona como manual que expresa y contiene unos discursos histórico-identitarios determinados, condicionados, claro está, con las condiciones políticas, económicas y sociales de cada momento.

El Motril actual ha visto transformar en gran medida, aunque no por completo, el espacio urbano, despojadas los nombre de sus calles del recuerdo republicano o franquista e imbuirlo de valores democráticos y de esa interpretación histórica que hay que ofrecer a las futuras generaciones.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor, introduce tu comentario
Por favor, introduce tu nombre aquí