Domingo A. López Fernández
Fotos: Daniel López Rodríguez
Se ha conseguido hacer realidad un proyecto largamente ansiado por todos los salobreñeros con el fin de dedicar a su sagrada imagen un lugar de oración acorde a la trascendencia y significación de su patronazgo
Acontecimiento de gran relieve en la villa de Salobreña ha sido, sin duda, la bendición del retablo que se ha ofrendado a su Patrona, Nuestra Señora del Rosario, hecho que tenía lugar en la mañana del domingo, 18 de mayo, en la iglesia parroquial. Tras años de arduo trabajo por parte de la hermandad que le da culto y el amplio beneplácito de la feligresía de la villa, se ha conseguido hacer realidad un proyecto largamente ansiado por todos los salobreñeros con el fin de dedicar a su sagrada imagen un lugar de oración acorde a la trascendencia y significación de su patronazgo. Desde hace muchos años y, hasta hace unos meses, la efigie de Nuestra Señora del Rosario ha permanecido expuesta a la devoción de los fieles en el centro del altar mayor, estando flanqueada en su derecha por la imagen de San José y, a su izquierda, con la de San Onofre, el patrón, figurando en alto y en la hornacina central la imagen del Sagrado Corazón de Jesús.
Desde el punto de vista histórico, a comienzos del siglo XIX la parroquia salobreñera se hallaba instituida bajo el título de Nuestra Señora del Buen Suceso, tal y como pone de manifiesto el investigador motrileño Pablo Castilla Domínguez. Será a finales de este mismo siglo, concretamente en 1896, cuando el arzobispo de Granada, D. José Moreno Mazón, declare subsistente el curato de la villa bajo la advocación de Nuestra Señora del Rosario, aunque prueba el citado investigador que ya lo venía ejerciendo desde mediados del siglo, pues existen documentos, concretamente de 1861, en el que figura la parroquia con el estampado de la imagen de Nuestra Señora del Rosario.
Desde el punto de vista descriptivo, la efigie de la Patrona es una talla original de 0,80 cts. de altura que pudo ser salvada de su destrucción en la pasada guerra civil, aunque con graves deterioros, entre ellos, la pérdida de la cabeza del Niño Jesús. Iconográficamente se presenta ante los fieles sosteniendo a su Hijo en su brazo izquierdo, a la vez que sujeta su cuerpo con su mano derecha de forma que parece estrecharlo a la altura de su corazón. En verdad, a lo largo de la historia, la imagen ha sufrido diversas intervenciones que han podido distorsionar su estado original, entre ellas la que le procura la incorporación de ojos de cristal o las variadas que ha sufrido a lo largo del siglo XX. La Virgen se muestra ante los fieles con una leve inclinación de su torso hacia el lado derecho para permitir una mejor contemplación del Niño Dios. De boca diminuta y esbozada sonrisa, presenta túnica de rico estofado y manto que cubre su cabeza y rodea sus brazos para caer a sus pies con envolventes pliegues que dejan ver el pie derecho ligeramente adelantado para crear un ligero contraposto y dar sensación de movimiento. Según el reputado profesor D. Antonio Gallego y Burín, se desconoce la autoría de la imagen y puede encuadrarse en la segunda mitad del siglo XVI. Hasta el desencadenamiento de la guerra civil, Nuestra Señora del Rosario recibía culto público en la parte central de la nave del evangelio, quedando expuesta a la devoción a través de un templete semiesférico orlado en su exterior con cuatro pilastras de orden toscano, fuste liso y éntasis. En su centro, una pequeña hornacina acristalada dejaba ver a la Patrona del lugar en orden a que los fieles les pudiesen dedicar sus plegarias y oraciones. Precisamente, para recuperar esta antigua tradición, el nuevo retablo ocupa este mismo lugar y se encuentra flanqueado por los actuales retablos de Nuestra Señora de los Dolores y el de Nuestro Padre Jesús Nazareno.
Por lo que respecta al acto de bendición del nuevo retablo, se verificaba éste en la mañana del domingo a la conclusión de la misa matinal, momento en el que el párroco y gestor de la hermandad, D. J. Jorge Nieto García, ejercitaba el rito que marcan los sagrados cánones rodeado de infinidad de fieles, vecinos y hermanos del resto de cofradías y hermandades de la villa. La celebración eucarística se constituyó en una auténtica acción de gracias para el pueblo llano, ceremonia que estuvo amenizada por el coro parroquial, que en su entrada verificó el sentido cántico que refiere: “Venimos a ti oh señor con el alma llena de gozo y juntos queremos darte gracias”. Tras la homilía y la posterior distribución de la sagrada comunión se entonó el canto del Ave María, pasando finalmente al acto de la bendición en sí. En ese momento el párroco pronunció las oraciones propias del bendicional aspergiendo el agua bendita sobre la bella composición retablística en la que resaltan sobre madera los exornos dorados y marmoleados que ahora engrandecen la imagen de Nuestra Señora del Rosario. Concluido el acto, el consiliario dio las gracias a todos los fieles presentes por el trabajo realizado que ha motivado que el nuevo retablo sea toda una realidad. Finalizadas sus palabras, los fieles presentes entonaron con alegría una salve cantada a la Virgen y prorrumpieron numerosos vítores a la Patrona a la vez que intensos aplausos se hacían escuchar dentro del recinto eclesial.
El proyecto retablístico finalmente consumado ha sido una labor conjunta de la propia parroquia y la hermandad de Nuestra Señora del Rosario, habiéndose llevado a cabo numerosos actos para allegar fondos con los que costear su obra, entre ellos, comidas solidarias, rifas, venta de lotería y las propias cuotas de los hermanos de la hermandad. Independientemente de ello, han sido muy numerosos los donativos de particulares y devotos salobreñeros que han querido demostrar así el amor que procesan a la que es Madre y Patrona de todos.
En cuanto a la composición artística del retablo, hay que precisar que los trabajos de tallado, dorado y policromado han sido realizados en el reputado taller de arte religioso “Arte Martínez SL” ubicado en la localidad alcarreña de Horche (Guadalajara). El retablo puede definirse como una bella muestra de altar devocional en el que predomina visualmente el dorado como símbolo de divinidad y al que se le añaden bellas policromías marmoleas en tonos verdes, rojizos y color crema. En su cuerpo central se encuentran unas columnas doradas que flanquean la hornacina principal en la que recibe culto la imagen de la Patrona y, a sus pies, una llamativa cartela que recuerda la advocación de la Virgen. Justamente, encima de la hornacina, se deja ver una nube de plata sobre aureola con una talla policromada de una paloma como símbolo del Espíritu Santo. El altar se completa en su base con una mesa de altar marmoleada de similares características al retablo, figurando en su centro otra nueva cartela. Finalmente, la mesa se encuentra revestida con mantel de color blanco con encaje de guipur y un antiquísimo juego de seis candeleros y cruz de altar de bronce.
Muy buena iniciativa, pues de la hermandad parroquial, que ha conseguido enriquecer el patrimonio mueble de la iglesia con una obra de envergadura que ensalza con sinigual belleza y arte a la imagen de Nuestra Señora del Rosario. En su correspondencia, han sido muchas las felicitaciones recibidas por parte de particulares, colectivos, asociaciones, cofradías y la propia Agrupación de Hermandades de la villa, que han sabido valorar el esfuerzo y la constancia de los hombres y mujeres que componen la hermandad para ofrecer este tributo de fe a la que es Patrona de todos los salobreñeros.