ECOS DE LA SEMANA SANTA MOTRILEÑA: EN “LA TUMBA MAS CERCANA, PUSIERON EL CUERPO DE JESÚS” (Jn. 19, 38-42)

                                                                       ✍Domingo A. López Fernández

                                                                       Cronista Oficial de la ciudad de Motril

                                                                       📸Paulino Martínez Moré

                                                                       Cronista Gráfico de la ciudad de Motril

Motril entero acompaña a Nuestra Señora de la Soledad en su dolor por la muerte de su Hijo en la cruz

Llegado el sábado, la semana santa está tocando ya a su fin. Se han vivido con intensidad unos días en los que la religiosidad de los fieles siempre ha estado presente, pues hemos asistido a una secuencia temporal en la que se ha podido contemplar desde la última Cena del Señor a su Oración en el Huerto, su detención, su trágico camino en el Monte Calvario, su crucifixión y el traslado al sepulcro del cuerpo de Cristo, primeramente en el día del viernes santo y, ahora, en el sábado santo, el pasaje bíblico que recuerda la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad y Santísimo Cristo Yacente. En verdad hay luto y dolor por la muerte del Salvador, que se hace muy palpable en su Madre en esa luctuosa escena que recuerda su Soledad ante la cruz desnuda. Las distintas representaciones de la Soledad de María revelan un rostro pleno de desconsuelo, de angustia, de consternación y de amargura. En realidad, su iconografía revela el dolor de una Madre ante la pérdida de su Hijo, hecho verdaderamente trágico que va a aparecer cargado de todo dramatismo, y así ha de ser plasmada en las distintas modalidades artísticas.

Con el sábado santo llega también el fin del Triduo Pascual. Es un día para la reflexión, en el que el cristiano acompaña a la Virgen a la espera de la resurrección del Señor. Esa reflexión nos lleva a pensar que el sábado recuerda el pasaje de Jesús en el sepulcro y su descenso a los infiernos para llevar con Él a todos los que han creído en su palabra.

Desde el punto de vista histórico, tras la posguerra, las cofradías penitenciales quedan organizadas en Motril a finales de los años cuarenta. Concretamente, el día 18 de abril de 1947, se funda la cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno y, en el mes de junio, lo hace la cofradía del Santo Sepulcro. Ambas inauguran los desfiles procesionales en la ciudad en los dos días grandes de la semana mayor, el jueves y viernes santo de 1948. Y, en  el mes de abril de ese mismo año, queda establecida la cofradía de Nuestra Señora de la Soledad, que sale a la calle por primera vez el día 15 de abril, viernes santo del año 1949. Lo hace tras la clausura de la procesión del Santo Sepulcro y con la innovación de apagar la iluminación de las calles y casas al paso de la imagen de la Virgen. La coincidencia de dos procesiones en el día viernes santo y las dificultades para el uso de la misma banda de música promueven que su junta de gobierno decida mudar su estación de penitencia al sábado santo, hecho que va a acontecer en el año de 1956. Desde entonces, el sábado tiene un único nombre, el de la Soledad y Santísimo Cristo Yacente, imagen ésta última que se incorpora a su cortejo en el año 1952. Este, y no otro, es el origen de que hoy en día podamos dar relevancia espiritual a esa jornada en la que concluye el Tríduo Pascual y, por ende, que Motril pueda disfrutar a lo grande de una procesión que no es nada habitual de ver en grandes ciudades durante la tarde del sábado.

Fiel a la tradición, la cofradía de Nuestra Señora de la Soledad y Santísimo Cristo Yacente ejercita su salida desde su casa hermandad, sita en la calle Santa Ana. La disposición de la nueva carrera oficial y el paso por la plaza de España ha dispuesto un itinerario de mayor recorrido con respecto a ejercicios anteriores, por lo que su junta de gobierno ha acordado adelantar su hora de partida y reducir, igualmente, su tránsito por las calles del barrio para poder proceder a su clausura antes de las 0:00 hrs del ya Domingo de Resurrección, que es la costumbre instituida con los años.

Desde las 16:00 hrs de la tarde, la expectación es grande en el entorno de la casa hermandad, pues comienzan a llegar los hermanos que integran el cortejo en sus diversos tramos. Conforme avanzan los minutos, el ajetreo es todavía mayor y, como viene siendo habitual, allí se hace presente la alcaldesa de la ciudad, Luisa Mª García Chamorro, junto a miembros de su equipo de gobierno, en este caso como parte integrante del cortejo. La llegada de las dos bandas de música también constituye un auténtico espectáculo en el entorno de la calle Santa Ana, dada la calidad y buenos sones que ofrecen sus integrantes. Fuera, en la calle, el público se apresta en las aceras para contemplar la salida de los dos pasos con que cuenta la corporación, siendo muy comentado el hecho de la salida penitencial del año anterior, donde tras sucesivos retrasos, la procesión tuvo que ser suspendida.

Con puntualidad, a las 18:30 hrs, se ha acercado hasta la puerta de la casa hermandad quien fuera su anterior hermano mayor, Reinaldo Tarragona Gómez, acompañado del actual, Daniel Cruces Gómez, que lo hace en traje penitencial para dar los tres consabidos toques que llaman a salir a la calle a la procesión. La junta de gobierno de la cofradía ha tenido a bien designarle para este cometido tras los tristes momentos vividos el año anterior, pues como cabeza visible de la corporación, tuvo que tomar la firme decisión de hacer suspender la estación de penitencia. De seguida ha comenzado a organizarse el cortejo, abriendo su cabeza la cruz de guía, a la que se han unido tres faroles de frente de procesión que remarcan el significado del emblema cristiano, además de iluminarle y erigirse simbólicamente en modelo de fe para todos los hermanos que se integran en el mismo. Les acompañan, igualmente, los banderines corporativos que llevan impreso el antiguo escudo de la cofradía y que se identifican con un corazón atravesado por un puñal, una corona de espinas que le rodea y una cruz en el centro. Este emblema es el mismo que los hermanos lucen bordado en su capillo. El atuendo de los nazarenos es el característico desde su fundación, es decir, túnica de color negro y capirote, fajín y botonadura de color amarillo, además de capa negra con vuelta también en amarillo. Tras la cabeza, se ha dispuesto la tradicional “pavera” de niños ataviados en traje penitencial de color negro y cíngulo amarillo, aunque sin capirote, portando en sus manos pequeñas cruces de madera. Asimismo, otros van  revestidos de hebreos y muestran los atributos de la pasión y cestas en las que llevan recordatorios de las imágenes titulares.

En el orden procesional, se han dispuesto las dos largas filas de hermanos de luz que portan los tradicionales farolillos de corte granadino que le son propios desde su constitución. En su centro se deja ver un personaje que siempre llama la atención, “La Chia”, figura sombría típica de los entierros en los que pedía limosna para cubrir sus gastos. Con el tiempo, en los cortejos de penitencia, tal y como sucede con el de Nuestra Señora de la Soledad y Descendimiento de Cristo de Granada, del que la cofradía motrileña toma su ejemplo, se erigen en transmisores de la inminente llegada del cuerpo de Cristo descendido de la cruz. El personaje va revestido totalmente de negro, con larga cola y plumero en su cabeza y porta al hombro una bocina que en sus orígenes trasmitía un bronco sonido para anunciar la inmediatez del cortejo. Su figura va flanqueada también por dos hermanos en penitencia que igualmente portan bocinas al hombro de las que prenden banderines con el antiguo escudo corporativo. Tras “La Chia”, va dispuesto el estandarte de la sección cristífera, confeccionado en terciopelo de color negro y bordado en oro,  que lleva en su centro la imagen de Cristo Yacente pintada al óleo por el artista Dario Portillo.

El siguiente tramo procesional viene marcado por el cuerpo de soldados romanos que a modo de guardia de honor y, en perfecta formación, previenen la llegada del cuerpo de Cristo Yacente. Siguen a ellos la representación del Cuerpo de la Guardia Civil en su calidad de Hermanos Mayores Honorarios, cargo que desempeñan desde el año de 1972. Y, con ellos, el resto de representaciones oficiales entre las que se encuentra la Real Hermandad de la Divina Pastora con su hermano mayor a la cabeza, Eloy Ibar Villa, la cofradía del Santo Sepulcro que representa su hermano mayor, David Correa Galeote, y la propia de la hermandad de Pasión con tres hermanos en traje penitencial que vienen a corresponder a la presencia de los hermanos de la Soledad en la procesión del jueves santo. La siguiente comisión representativa la ostenta la Agrupación de Hermandades y Cofradías de Motril que preside su vice-presidente, José Santiago Martín, la secretaria, Nuria Chamorro Lorenzo, Alberto Ruiz Gómez como tesorero y Alberto Jiménez Valero en su calidad de vocal de arte y ornato. Sigue la propia del equipo de gobierno municipal que encabeza la alcaldesa de la ciudad, Luisa Mª García Chamorro, el concejal de Fiestas, Gerardo Romano Ortega, y la concejala de Participación Ciudadana, Inmaculada Torres Alaminos. Marchan junto a ellos una delegación del Cuerpo de  Protección Civil. Como es preceptivo, antecede al paso el cuerpo de incensarios, que va ataviado con sobrepelliz de color blanco y hábito de color negro, tras la cual se dispone una escolta de la Guardia Civil.

Sobre la canastilla del paso se alza sobre un túmulo la imagen de Cristo Yacente que fue adquirida al granadino Enrique del Moral en el año 1952. Se trata de una efigie de autor desconocido que mide 1´65 ms y destaca, en su traza, el perfecto estudio anatómico, en particular su rostro, que sorprende y cautiva en sus rasgos al representar fidedignamente el momento de la muerte. Un llamativo exorno floral llama poderosamente la atención por el friso corrido de flores de color rojo, al que se unen los cuatro arbotantes  de sus esquinas que ostentan, igualmente, cera de este mismo color para recordar la sangre del Cristo derramada. El paso ha estado dirigido por su tradicional capataz, Francisco Javier Salgado Díaz, asistido en labores auxiliares por Juan Miguel Benavides Medina, Juan Castro, Miguel Caparros Pavón y Javier Salgado “junior”. Cierra la sección del paso de misterio la Banda de Cornetas y Tambores Nuestro Padre Jesús de la Sentencia de Almuñécar, que va a cargo de su conocido director musical, Luisma Franco Medina, y que lo hace por séptimo año consecutivo. Impresionantes sus sonidos, ritmo y fuerza durante todo su itinerario, en el que se han dejado oír marchas de Triana, Tres Caídas de Sevilla, de Cigarreras, de Presentación al Pueblo y Rosario de Cádiz. Concretamente, han partido desde la casa hermandad con la marcha “Cristo”, clásica de Las Cigarreras, y continuado con “Requien” y “En tu Soledad”, entre otras. Al paso por tribuna oficial, la instrumentalización ha vuelto a ensalzar el paso de los costaleros con “Maestro”, composición original del compositor Luisma Franco que dedica al que fue su asesor musical, Sergio Larrinaga Soler, y luego otra de éste mismo maestro, “Antes del Amanecer”. Ya en el paso por la tribuna de plaza de España ha sonado magistralmente la siempre emotiva “Ave María” y “Jesús”, composición esta última, igualmente de Luisma Franco. Para el experto Kiko Rodríguez Martín, director de “El Muñidor”, se trata de “la banda más flamenca de toda la costa tropical en la que prima la armonización y la potencia. Tiene un corte clásico y flamenco a la hora de interpretar las marchas clásicas de las Tres Caídas de Triana como sonaban antiguamente, con toques  militares cortados y los tonos apuntillados que se llaman”.

Por lo que respecta al tramo mariano, aparece abierto por tres faroles de frente de procesión, a los que siguen los típicos banderines de la cofradía portados en alto. Seguidamente, se disponen las dos filas penitenciales de hermanos cofrades entre los que se ubica el estandarte mariano bordado en oro que presenta en su centro el rostro de la titular mariana pintado por el artista Darío Portillo. Finalizado el tramo, se dispone el cuerpo de camareras de Nuestra Señora de la Soledad, que ha incrementado notablemente su número con respecto a otros años y que ha ultimado su sección con el cuerpo directivo de la misma y la representación eclesiástica que ostenta su consiliario, D. Antonio Rodríguez Hervás. Finalmente, precede al paso mariano el cuerpo de acólitos ceroferarios y el propio de turiferarios, provistos todos de llamativas dalmáticas.

Nuestra Señora de la Soledad se muestra ahora ante los fieles espléndidamente exornada por su vestidor, Jesús Ortega Fernández. Viste su tradicional saya de salida que  presenta en su frente el anagrama de María bordado, toca de sobremanto y su popular manto de estrellas. Luce, en su pecho, un llamativo broche que representa el corazón traspasado por los siete puñales para significar los siete dolores en la vida de la Virgen, que además es símbolo de la corporación. Como reina gloriosa del cielo va tocada con corona bañada en oro y, para acentuar su aflicción, muestra en sus manos entrelazadas un pañuelo para enjugar sus lágrimas y un rosario. Su nombre se deja ver, igualmente, en una pequeña plaquita dorada que le titula como Soledad. Dirige el paso mariano en calidad de capataz Sergio Urrutia Sáez, asistido en labores auxiliares por Samuel Rodríguez Braojos, Adrián Jiménez Pretel y Alejandro Urquizar. Cierra finalmente el cortejo la Banda de Música Villa de Otura, que dirige el reputado maestro granadino Genaro Peralta Calero,  compositor de conocidas marchas, entre ellas, “Socorro Reina del Portichuelo”, dedicada a la Virgen del Socorro de Antequera, “Madre del Cielo”,  “Gitana” dedicada a María Santísima del Sacromonte de Granada y muchas otras más. En su intervención han primado marchas de corte clásico y fúnebre, como corresponde con un sacro cortejo. Concretamente, han salido desde la casa hermandad a los sones de “Amargura” de Manuel Font de Anta y, al paso de la residencia de San Luis, con “Mariúpol”, de Rubén Jordán Flores, dedicada expresamente a la guerra de Ucrania. Posteriormente, al paso por tribuna se ha dejado oír “Regina Sacratísima”, “Sevilla Cofradiera” y “Mater Mea”, para continuar en plaza de España con “La Madrugá” de Abel Moreno e “Ione”, de Errico Petrella, entre otras muchas más.

Acto verdaderamente emotivo ha sido el de su salida penitencial con los dos pasos, pero, igualmente, el paso por la Residencia de San Luis, que ha visto, por primera vez, como ambos se han adentrado en la misma para que los residentes puedan gozar de cerca a ambos titulares que reciben culto en la iglesia anexa. Y, al mismo tiempo, la ofrenda que ha realizado la hermandad de la Divina Pastora a las mismas puertas de la iglesia, sede canónica que comparte con la cofradía de Nuestra Señora de la Soledad. Hay que hacer destacar que la novedad del presente año ha sido la de procesionar los dos pasos contiguos, estreno que se tenía previsto realizar en el año de 2024, pero que la irrupción de la lluvia hizo posponer. Además, los dos pasos han transitado sobradamente, con dos cuadrillas de refresco cada uno.

La estación de penitencia de la cofradía de Nuestra Señora de la Soledad ha finalizado minutos antes de las 23:00 en su casa hermandad, siguiendo en su último recorrido un novedoso tramo por la calle Sáez. Frente a la casa, se ha concentrado una gran multitud de personas para acompañar a los dos titulares en su clausura, como es tradición y como el pueblo siempre ha entendido en este cortejo penitencial que ha de encerrar sus pasos antes de las 0:00 hrs del ya domingo de resurrección.

Autoridad Portuaria de Motril: “20 años de travesía”https://www.apmotril.com/

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