Casa Garach: desenlace final

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JOSÉ MANUEL GONZÁLEZ. Periodista

Allá por julio del año 2011 un flamante recién reelegido alcalde de Motril, Carlos Rojas, lanzaba al ruedo mediático la feliz noticia de que las obras de rehabilitación de la primera fase de la Casa de Garach habían tocado a su fin. Así pues, era el momento de recalcar la gestión con palabras que adornasen el instante, y dijo «ha sido una buena toma de decisión el poner en marcha esta obra, ya que esta casa llevaba en estado ruinoso 30 años, por ello había que meterle mano ya, porque albergaba una situación de peligrosidad importante, unida a la imagen que ofrecía  del centro de la ciudad, que estaba muy deteriorada. Hemos recuperado parte de la zona interior, antes era imposible entrar por las malas condiciones en las que se encontraba y con estos trabajos se ha dado un paso muy importante en esta I fase como patrimonio histórico de Motril». Tras estas palabras, la ciudadanía entendió que las ideas del PP en el gobierno municipal tenían un rumbo y un sentido, y que por tanto, debían seguir su curso, es decir, había que materializar la gestión con algo novedoso y demandado por la vecindad. El por entonces alcalde popular plasmó en su discurso la idea  «nuestro objetivo era preservar la fachada, así como las zonas catalogadas y construir un futuro para este edificio. Entramos en una nueva etapa y las primera apuesta es darle un uso hotelero, una vez salvada la estructura de la casa entramos en una etapa de darle inversión para que puede crear empleo y hacer un gran hotel ciudad, como el caso del AC Santa Paula en Granada, en el que se recuperó un edificio histórico y a la vez ha generado empleo».  Todo estaba planeado: rehabilitación de zonas catalogadas, salvaguardar la estructura, conservar la fachada, actuar de manera similar al AC de Granada, crear empleo….y todo, haciendo un Hotel Ciudad. Por si esto fuese poco y en aras de concretar más su apuesta, se mostró firme a la hora de dar viabilidad al proyecto y prometió contactar con todas las cadenas hoteleras para ofrecer la instalación, y dijo «un hotel ciudad va traer sin lugar a dudas importantes beneficios a la vez que potenciamos nuestro patrimonio y generamos puestos de trabajo». La cosa no quedó ni mucho menos ahí, poco tiempo después, a finales de septiembre del mismo 2011, volvía a comparecer el alcalde Rojas para arrojar más datos, mientras en el sentir popular iba calando con mayor ahínco la idea proyectada para la Casa Garach, y dijo «esta casa señorial de finales del siglo XVIII cuenta con una superficie de más de 1.500 metros cuadrados y albergaría entre unas 25 y 30 habitaciones, en un entorno único. Además, para el aparcamiento de ese futuro Hotel Ciudad, el Ayuntamiento estudiaría una concesión con el parking público del Tranvía». Tan madurada estaba la idea que el gobierno municipal empezó a modificar tasas e impuestos para mayor realismo de la idea proyectada, y entonces el primer edil dijo «anunciamos reducciones y beneficios de las ordenanzas fiscales, para los casos de construcción y explotación de hoteles de nueva creación, en donde se aplicará una reducción de una cuantía con el 80% del importe en el Impuesto de Construcciones, de la Tasa de Licencia de Apertura, de la Tasa por Licencia de Obras y del Precio Público por Ocupación de Terrenos de Uso Público; además, el primer año que corresponda al establecimiento hotelero de nueva creación, el pago de los Impuestos de Bienes e Inmuebles y la Tasa por Recogida de Basura se le otorgará una subvención equivalente al 50% de su importe y un 25% el segundo año». Poco a poco se acercaba el Hotel Ciudad, todo parecía perfectamente encarrilado: la idea, los datos, la primera fase de rehabilitación, las contraprestaciones municipales….y las cámaras, para regocijo de algunos, habían grabado el feliz acontecimiento y las fotos para la posteridad –incontables– también estaban hechas y publicadas. El proyecto tenía todas las garantías, se había hecho especial hincapié en la protección y afianzamiento del edificio, algo que ejecutó la empresa Urbacon Proyectos y Obras S.L., por la nada desdeñable cifra de 420.000 euros que fueron traídos del entonces Fondo Estatal de Fomento del Empleo del denostado Zapatero. Así, la Casa de Garach, el único y mejor exponente del historicismo ecléctico de la ciudad, navegaba rumbo a una vida mejor.

Atrás quedarían los plenos interminables donde los políticos parlamentaban horas y horas sobre si el inmueble sería un lugar perfecto para la Escuela de Hostelería o para la Sede de Juventud o para Servicios varios del Ayuntamiento o para el propio Inem. Pero no, la historia contada en aquellos años le había reservado a la señorial casa de la Plaza Fco. Javier de Burgos, el Hotel Ciudad. Pero fueron pasando los años mientras la idea dormitaba en el cajón de los justos. El Sr. Rojas marchó a Sevilla y su puesto lo ocupó la Sra. García. En todo ese recorrido de idas y venidas los inversores no aparecían, y por el contrario parecía haberse iniciado una confabulación contra la casa señorial. Nadie hablaba. Cada mañana se respiraba silencio y solo silencio junto al telón que ocultaba la maltrecha fallada. Y llegó la oscuridad, el olvido. Pero de repente el asunto «Garach» resurgió como el Ave Fenix de sus cenizas para abordar otro punto de inflexión en su desdichada e interminable historia: he vuelto, aquí estoy de nuevo. Y de pronto, de la noche a la mañana, la luz temprana de un nuevo día trajo ecos de Hotel Ciudad, se había roto el silencio dando paso a que se hablase de la casa señorial. Pero no, para sorpresa de todos la idea de antaño ya había cambiado. Dejaron de lanzarse mensajes similares a los de hacía un lustro atrás. Todo había sido modificado: ni plazas hoteleras, ni promoción turística, ni creación de empleo, ni AC Santa Paula….etc. De improvisto se abrió el telón para ver el enésimo giro de tuerca de la casa señorial, la alcaldesa anunció esta sería cedida –por 30 años– para albergar la sede de la Mancomunidad de Municipios de la Costa Tropical de Granada. Después de 30 años de abandono la Casa ya tenía un destino. Sin embargo ella, aún sumida en sus ruinas internas por el paso de los años, ya se había acostumbrado a imaginarse revestida de color, rodeada de huéspedes, arregladita de camas y cortinas, humeando café recién hecho, ofreciendo menús de esencias sureñas, mostrando desbordante su entrada repleta de reclamos turísticos y derrochando encanto por sus cuatro costados.
Ahora ya sabemos que la Casa del Siglo XIX será rehabilitada íntegramente, costeando la inversión necesaria la Mancomunidad, es decir, todos nosotros a través, entre otros, del recibo del agua. La frase «costeando la inversión necesaria» tiene un nombre monetario: 1.000.000 de euros.
Paradojas de la vida, como traído de una tenebrosa secuencia de Halloween queda borrada la idea y el personaje que la creó. En las notas oficiales del Consistorio donde se anuncia felizmente el desenlace en las postrimerías de este octubre de 2013, no se nombra ni de pasada la idea originalmente proyectada ni al ex primer edil Carlos Rojas, el mismo que un día desde su atalaya de alcalde dijo tener la idea perfecta con la que hemos convivido más de cinco años: convertir la señorial Casa de Garach en un señorial Hotel Ciudad.

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