Vindicación de Osio

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FRANCISCO GUARDIA MARTÍN
Como mis hijas son ya mayores y mi nietecillo demasiado pequeño no tengo idea de lo que hoy pueden saber sobre Osio los estudiantes de la Enseñanza Media si es que todavía se llama así, pero teniendo en cuenta el abandono en que se encuentran las Humanidades supongo que su conocimiento del personaje sea casi nulo. Tampoco lo conocíamos demasiado los que en los últimos años cuarenta, con aquel vetusto plan  de 1938 todavía en vigor nos intentábamos desasnar. Si la memoria no me es infiel, entre los distintos cursos de Historia de España y Universal y la Historia de la Iglesia de tercero, apenas tres o cuatro líneas. Aparte de eso y como aquellos años los pasé en Córdoba y había un profesor -el padre Justo- más enamorado de sus ermitas que Fernández Grilo, nos contaba la tradición improbable de que los ermitaños habían sido introducidos en Córdoba por el obispo Osio que había conocido en Egipto este género de vida. También se insinuaba una ocasional caída en la herejía que impidió fuera elevado a los altares. Era pues para nosotros un personaje entre la Historia y la Leyenda.
Nacido en Córdoba de una aristocrática familia hispanorromana en 256, fue obispo de su ciudad natal.  Consta que visitó lo que con el tiempo serían tierras granadinas, asistiendo al concilio de Elvira en el que coincidió con el presbítero Silvanus y podemos imaginarnos -un poco de fantasía nunca hace daño- que éste hablaría al cordobés de los bellos paisajes de su Segalbinia (Salobreña) junto a la ya amansada desembocadura de un río serrano y que cautivado por la descripción decidiera el prelado acercarse a aquella inmediata comarca donde la tierra besa el mar.
Pero volvamos a lo cierto. En el año 313 -el del Edicto de Milán- se convierte en consejero del emperador Constantino para asuntos religiosos. Organiza y preside el concilio de Nicea (325) que condenó el arrianismo y fijó la recta doctrina sobre la relación del Hijo con el Padre, con la fórmula del homoousios (consustancial) debida a Osio según san Atanasio. Un nuevo concilio en Sárdica (343) fue también presidido por él. Falleció centenario en Sirmio el año 357 llevando en sus carnes las cicatrices de los tormentos sufridos en salvaguarda de la fe.
Defensor de Atanasio y la ortodoxia, es venerado como santo por la Iglesia Ortodoxa que celebra su festividad el 27 de agosto. Por el contrario en la Iglesia Católica no se le ha reconocido la santidad. El motivo son ciertas dudas sobre su relación personal con herejes excomulgados y la increíble leyenda de su aceptación final de una fórmula de compromiso con los arrianos tras la que perseguiría al clero católico hispano.
Sin embargo todo lo referente a la postrera caída de Osio y su rigor persecutorio contra los católicos es pura patraña: interesadas calumnias de los arrianos por una parte y por otra de los rigoristas luciferianos (seguidores de Lucifer de Cagliari) para llevar el agua a su molino. Los textos en que se narra casi resultan divertidos por los desatinados disparates de que están plagados. Aunque es obra antigua y superada en lo historiográfico, todavía resultan útiles por lo agradable de su lectura y la claridad de exposición los párrafos que a este asunto dedicó don Marcelino Menéndez y Pelayo en su Historia de los Heterodoxos Españoles.
La vida de Osio resulta por tanto apasionante y quizá sea éste un buen momento para una aproximación a su figura, pues se celebran los 1.700 años del llamado Edicto de Milán con lo que el emperador Constantino se pone de actualidad y con él el obispo cordobés que fue uno de sus más destacados colaboradores.
Aprovechando esta circunstancia se ha convocado en la Ciudad de los Califas para los días 28 a 31del presente mes el congreso internacional «El siglo de Osio en Córdoba» que con ponentes españoles, italianos y estadounidenses promete ser novedoso e ilustrador a la vista del programa. El actual titular de la sede cordobesa don Demetrio Fernández González espera que las conclusiones de este evento académico tengan el efecto de recuperar para los altares a una figura cumbre de la Iglesia que se ha visto postergada por la calumnia y la falta de crítica de quienes siguieron a los difamadores. Habrá pues que estar al tanto de las actas, que es de esperar no tarden en publicarse.
Lo que no precisa ninguna espera pues se acabó de imprimir como indica su colofón el 21 de mayo del presente año, fiesta de san Beda el Venerable, es un interesantísimo libro titulado precisamente «Osio de Córdoba. Un siglo de la historia del cristianismo» editado por la BAC. No es una biografía sino algo mucho mejor: una recopilación de escritos de Osio y sobre Osio.
Para quien pueda interesarle aclararé que los escritos del obispo cordobés conservados se reducen a dos cartas (una firmada conjuntamente con Protógenes de Sárdica), más una serie de documentos conciliares en los que intervino en unión de otros padres. Distintos testimonios de personajes de la época entre los que destacan Eusebio de Cesarea y san Atanasio enriquecen este imprescindible volumen liberando al lector de una enojosa búsqueda en bibliotecas. Los textos se ofrecen en español y el idioma original (latín o griego) en páginas enfrentadas. Posiblemente no se encontrará en Motril pero su librero se lo encargará encantado.

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